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Por Laura Chubb

(CNN) — La literatura popular diría que el hábitat preferido del vampiro es Transilvania (o, si tienes menos de 15 años, la ciudad ligeramente menos glamorosa de Forks, Washington).

Pero los cazadores modernos de vampiros podrían enfocar mejor su atención en un área poco conocida al noroeste de Polonia, donde este mes, la tumba de quien se sospechaba era un vampiro fue exhumada.

Slawomir Gorka, quien dirigió la excavación en un mercado en el pequeño pueblo de Kamien Pomorski, en Pomerania Occidental, dijo al sitio web local kamienskie.info que varios aspectos inusuales del entierro “indican que se trata de la tumba de un vampiro”.

Se le habían quitado los dientes, se le insertó un fragmento de roca en la boca y se había colocado una estaca en una pierna (supuestamente para impedir que el vampiro se levantara de la tumba).

Y esta no es la primera vez que un entierro en Polonia ha sido vinculado con vampiros. En julio del año pasado, arqueólogos descubrieron cuatro esqueletos decapitados, con sus cabezas colocadas entre sus piernas en una obra en construcción en Gliwice, al sur de Polonia. Se calcula que tanto las tumbas de Gliwice y Kamien Pomorski datan del siglo XVI.

Los entierros podrían sonar espantosos, pero concuerdan con la interpretación particularmente espeluznante del folclore polaco en torno al mito de los vampiros.

“Algo específico de los vampiros polacos es que son conocidos por comerse su propia carne y prendas de entierro cuando se levantan de entre los muertos”, dice Titus Hjmelm, quien da un curso sobre vampiros para la Escuela de estudios eslavos y de Europa Oriental en el University College de Londres. Él añade que esto podría explicar la piedra que fue colocada en la boca del esqueleto.

El miedo a los vampiros era fuerte entre los habitantes de Europa Oriental en el período medieval.

El profesor Martyn Rady, un colega de Hjelm, plantea que las leyendas se divulgaron de Serbia a los países vecinos luego de un informe enviado por autoridades militares austríacas a sus superiores en Viena. Hablaba de un soldado mercenario que se había convertido en vampiro y había infectado a sus víctimas, quienes cuando fueron exhumadas de sus propias tumbas fueron descubiertas con sangre fresca en sus cavidades. El informe fue interceptado antes de que llegara a la capital austríaca, y fue publicado en periódicos.

Los polacos tenían una razón particular para temer que los vampiros se levantaran de sus tumbas, explica Hjelm.

“Según algunos informes, los polacos pensaban que los vampiros nacían, y no se ‘hacían’”, dice. “Eran personas normales que podían llevar vidas normales; no eran aristócratas que vivían en castillos distantes. Los problemas solo empezaron cuando estas personas murieron. Ellos podían regresar a vivir con sus familias e incluso fecundar a sus esposas”.

Un mito que no morirá: arqueólogos examinan el esqueleto en Kamien Pomorski.

Esto podría explicar las precauciones tomadas durante el entierro. Hjelm agrega que la noción de que los vampiros son criaturas de la noche empezó más o menos recientemente, primero con la novela gótica “Drácula”, de Bram Stoker, y luego en la película “Nosferatu”, de 1922.

Sin embargo, algunos expertos advierten en contra de suponer que todos los entierros poco convencionales como estos se debían al temor a los vampiros.

Kamil Kajkowski, un arqueólogo con el Museo de Casubia Occidental en Bytów, al norte de Polonia, admite que varias prácticas medievales extrañas que se llevaban a cabo en los depósitos de cadáveres han sido descubiertas durante excavaciones en Polonia. La más común es aquella en la que el cuerpo se encuentra boca abajo, decapitado o cubierto de piedras. Pero la idea es que estos entierros de igual forma podrían representar un castigo hacia los criminales y no que se trate de supuestos vampiros.

Habiendo dicho esto, Kajkowski reconoce que el descubrimiento más reciente “sin dudas es inusual”.

“El fémur perforado y la piedra dentro de la boca claramente indican que se llevó a cabo un rango de prácticas atípicas con trasfondos rituales”, dice. “La piedra podría reflejar el deseo de crear algún tipo de ‘barrera’ sobrenatural entre los muertos y el mundo de los vivientes”.

Estos ritos tan peculiares no se limitan a Polonia en tiempos medievales. Kajkowski dice que el último suceso registrado en cuanto a este tipo de entierros que se apartan de la norma fue en 1913. Al igual que con los esqueletos encontrados en Gliwice el año pasado, la cabeza había sido cortada y colocada al lado de las piernas. “Quizá colocar la cabeza en esa posición aseguraba que el muerto no iba a poder ‘alcanzarla’ y colocarla de nuevo en su cuello”, sugiere.

Sean de vampiros o no, el extraño rango de tumbas históricas en Polonia indica que el país tenía profundas creencias en torno al ritualista entierro de ciertos ciudadanos. Leszek Gardela, del Instituto de Arqueología en la Universidad de Rzeszów, actualmente está trabajando en un proyecto de investigación sobre el fenómeno.

“Las prácticas inusuales en los depósitos de cadáveres han fascinado a los eruditos polacos desde los años cincuenta (cuando fueron descubiertas)”, dice. “Pero hasta ahora, una audiencia internacional más amplia sigue sin tener conocimiento de ellas. Llegó el momento de que esto cambie”.