Por Matthew Ponsford, para CNN
(CNN) – Anthony Howe hace esculturas que se rehúsan a quedarse quietas.
Sus enormes esculturas cinéticas de acero inoxidable giran, se voltean y transforma su figura en formas que pueden llevar a pensar en cualquier cosa, desde un calamar gigante hasta electrones que dan vueltas alrededor del núcleo de un átomo.
El artista de 59 años, originario de Utah, dice que la inspiración para hacer los monumentos de otro mundo puede venir de casi cualquier lugar: “desde la parafernalia de ciencia ficción y baja tecnología hasta modelos microbiológicos o astronómicos”.
“Cuando era niño, tuve la suerte de haber pasado mucho tiempo en el océano, en el agua”, dice.
“Mi padre viajaba mucho. Vivimos en ocho distintas ciudades en los Estados Unidos, así que estuve expuesto a toda clase de cosas, además de libros y otras cuestiones”.
Desde 1994, el artista estableció su hogar en 10 acres de la Isla Orcas, estado de Washington, un lugar que ahora incorpora la galería de Howe y el parque de escultura.
Su nueva creación -un pico de 5 metros de altura con un anillo giratorio de brazos de acero (abajo)- acaba de obtener el privilegio de tener un lugar en el jardín, y puedes ingresar aquí para verlo en acción en el nuevo video.
Howe ha estado haciendo esculturas cinéticas desde 1990. Después de graduarse en la escuela de arte, pasó cinco años en una casa que él construyó en una remota cima de montaña en New Hampshire. Fue allí donde pintó con acuarelas los paisajes, pero finalmente se aburrió. Consiguió un empleo como superintendente en un almacén y se mudó a Manhattan.
“Mi trabajo consistía, más que todo, en colocar estantes de acero, por lo que me vi rodeado de acero. Mis pinturas no iban a ningún lado, y me di cuenta que tenía mucha materia prima en los estantes de acero”.
“También vivía sobre la azotea, con bastante espacio al aire libre, y tuve la idea de hacer cosas que giraran con el viento… y el resto es historia, así dicen”.
Hoy en día, las esculturas (extremadamente complejas) inician su vida en una computadora, donde Howe hace un “bosquejo” digital en los paquetes de software de modelado 3ds Max y Rhinoceros.
Cada componente puede ser enviado de la computadora a un cortador láser, el cual talla con precisión la forma curvilínea.
Pero aún queda espacio para que las ideas se desarrollen y cambien, señala, a medida que finaliza los componentes a mano utilizando las técnicas tradicionales del trabajo con metales.
Él dice que la armonía entre los muchos componente distintos se crea al lograr un “muy buen equilibrio”; cada componente se ubica cuidadosamente en su eje para asegurar que será afectado de igual forma por la fuerza del viento.
Además de las formas orgánicas de la vida submarina y de las plantas, Howe menciona que ha sido inspirado por los libros ilustrados del autor del siglo XIX, Julio Verne. Verne soñaba con helicópteros y submarinos inspirados por la naturaleza -antes de que fueran creados en la vida real- en los libros clásicos de aventura como “Viaje al centro de la Tierra” o “Veinte mil leguas de viaje submarino”.
Al igual que estas creaciones, las obras de Howe transforman el movimiento orgánico del mundo natural en frío acero, y aun así retienen su propio misterio hipnótico.
“Solo estoy haciendo muchas elecciones en base a lo que se ve bien para mí”, dice con sencillez.
Para Howe, saber que otros están cautivados por sus obras, sus creaciones es una fuente de felicidad:
“Definitivamente, hace mucho tiempo me propuse hacer estas esculturas para que fueran agradables y con suerte transportaran a una persona a un mejor lugar que donde se encontraban antes de verlas”.
“Sé que esa es la antítesis de lo que mucha gente quiere que el arte haga, pero a mí realmente ya no me importa. En este punto, estoy muy contento de que la gente disfrute verlas”.