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Por Stephanie Smith, CNN

(CNN) – Hay una dualidad sombría respecto al puente Golden Gate. Majestuoso y macabro, el puente es una maravilla arquitectónica que también puede ser un imán para los suicidas.

Es el lugar más usado por los suicidas en los Estados Unidos y el segundo en el mundo.

“Las personas vienen de todo el mundo para pasar por este puente”, dijo el sargento Kevin Briggs, un oficial de policía retirado que solía patrullar el Golden Gate. “No solo porque es un lugar turístico, sino también para quitarse la vida”.

El año pasado, 46 personas murieron luego de saltar del Golden Gate, según Bridge Rail Foundation, una organización dedicada a impedir que haya suicidios en el puente. La organización calcula que más de 1.600 personas han saltado en un acto suicida desde que el puente fue inaugurado en 1937.

En un plan de 76 millones de dólares, que se espera será presentado el viernes por el Golden Gate Bridge Highway and Trandportation District, tiene como objetivo detener esa procesión mortal. El plan contempla una red de acero de 6 metros, que se extiende a cada lado de la envergadura de 2,7 kilómetros, para disuadir a los posibles suicidas.

“Donde se han levantado redes como barreras suicidas, han sido 100% efectivas hasta ahora”, dijo Denis Mulligan, director ejecutivo y gerente general del distrito de transporte. “Las personas suicidas han dejado de saltar en esas ubicaciones”.

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Entre ellas están el puente colgante Clifton en Inglaterra y el puente Duke Ellington en Washington, donde, luego de que las barreras fueran instaladas, los índices suicidas se redujeron drásticamente.

“Aparentemente, los individuos suicidas no quieren lastimarse, quieren morir”, dijo Mulligan. “Así que donde se han levantado barreras, las personas han dejado de saltar”.

La decisión de avanzar con el plan del Golden Gate le pondría fin a una polémica lucha que ha prevalecido aquí durante décadas.

En un lado del debate están quienes creen que una barrera contra suicidios afectaría la belleza del puente. Del otro lado están los profesionales de la salud mental y otros defensores, algunos de quienes tienen un sentido íntimo acerca de los posibles beneficios de una barrera como esta.

Uno de los defensores de la barrera es Kevin Berthia. Él estuvo de pie en el precipicio del puente Golden Gate en una fría tarde en marzo de 2005. No tenía trabajo, estaba sumergido en cuentas por pagar de gastos médicos, y se sentía angustiado.

“Sentía mucho dolor”, dijo Berthia. “Estaba lidiando con muchos problemas, y sentía como si les estuviera haciendo frente yo solo”.

Casi tan pronto como saltó sobre la barrera de 1,2 metros (la que muchas personas han argumentado hacen que saltar sea demasiado fácil), para pasar a la barandilla exterior del puente, lo abordó el sargento Briggs.

Briggs había estado ahí antes. Durante su carrera de 23 años, había tenido que disuadir a más de 200 personas que se encontraban en esa misma barandilla. Hubo dos personas a quienes no pudo salvar.

“Cuando alguien pasa al otro lado de la baranda, es como si tuvieran una pistola apuntada en su cabeza, su dedo en el gatillo, y el martillo hacia atrás”, dijo Briggs, fundador de Pivotal Points, una organización de manejo de crisis y prevención de suicidios.

“Están listos para hacerlo. Es muy grande el dolor; no ven esperanza”.

Durante más de 90 minutos, Briggs escuchó a Berthia hablar, mientras el intenso viento se arremolinaba a su alrededor. Mientras los minutos pasaban, Berthia dice que las cargas que llevaba se levantaron poco a poco.

Al final, decidió regresar sobre la barrera.

“Sabía que las cosas serían 10 veces peor cuando regresara, pero decidí darle otra oportunidad”, dijo Berthia, quien dice que necesitó de otros ocho años para recibir ayuda para sus problemas de salud mental”.

La oposición desaparece  

Hace unos años, el distrito de transporte pidió la opinión del público acerca de instalar una barrera contra suicidios, dijo Mulligan, el director del distrito de transporte, y las opiniones fueron profundamente divididas.

“No se metan con el puente”, publicó una persona. “No es culpa del puente que las personas elijan suicidarse ahí”.

Otra persona hizo eco de una percepción común acerca de qué tan efectiva podría ser una barrera: “Tristemente, las personas desesperadas cometen suicidios, y encontrarán otra manera de hacerlo si el Golden Gate no está disponible”.

Mulligan dice que la oposición a la barrera se ha enfriado desde entonces, y que la opinión pública se está inclinando más en dirección a la barrera.

La interpretación de un artista muestra una barrera horizontal que se extiende desde la cubierta, debajo de la calzada, y no choca con el único tono “naranja internacional” del puente.

Berthia dice que una barrera contra suicidios sin duda lo habría disuadido de saltar; lo que lo atraía del puente era la facilidad con la que podría perecer.

Berthia es una prueba viviente de otro argumento a favor de la barrera: rara vez las personas a quienes las disuaden de saltar, terminan cometiendo suicidio, según un estudio publicado en 1978 por Richard Seiden, un investigador en la Universidad de California, Berkeley.

Más del 90% de los posibles suicidas que fueron disuadidos, según el estudio que se cita a menudo, aún se encontraban vivos décadas después.

Berthia y Briggs dice que la decisión de financiar una barrera, si se lleva a cabo, ya viene con retraso.

“Debería haber estado ahí hace mucho tiempo”, dijo Berthia. “Se podría haber salvado muchas vidas”.

Briggs dice que el padre de un joven que murió después de saltar del puente Golden Gate lo resumió de forma poderosa.

“¿Una vista o una vida? ¿Una vista o una vida?”, dijo Briggs, parafraseando al padre. Esas cuantas palabras fueron lo que lo convencieron de que era necesario hacer algo.

Cuando le preguntaron acerca del argumento de los defensores respecto a las vidas que se han perdido innecesariamente durante los años en los que el grupo de transporte preparó su plan, dijo Mulligan, “con el paso del tiempo creo que los valores y entendimiento que la sociedad tiene del suicidio han evolucionado, y así ha sucedido en nuestro consejo”.

Si el plan del consejo es aprobado, tomaría varios años antes de que la barrera se construya, dijo Mulligan. Aun así, un plan en movimiento -incluso si lleva tiempo- es un tipo de consuelo para los defensores.

“Han pasado 77 años de muertes innecesarias y la devastación de las familias de los sobrevivientes, dijo Kevin Hines, una de las pocas personas que sobrevivieron a un intento suicida saltando del puente en 2000.

La aprobación del plan significaría, dice, que finalmente “le estamos dando mayor valor a las vidas de las personas en lugar de a una pieza de hierro rojo”.