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Por Traci Tamura y Kyung Lah

Los Ángeles (CNN) – No va a sobrevivir. Le damos 24 horas.

Apryl Brown recuerda estar acostada en la cama del hospital cuando el doctor pronunció aquellas palabras. Una sensación de alivio le sobrevino.

“No pensé en perder a mis hijos. No pensé en dejar a mi madre”, dijo. En cambio, pensó en cómo se sentiría la muerte. “Aunque estaré muerta, ya no tendré dolor”.

Ese agudo dolor venía de una fuente inimaginable: un relleno de silicona, como el que Brown asumió que los cirujanos plásticos usan diariamente. El suyo se lo inyectaron en los glúteos, con la esperanza de mejorar su apariencia.

Brown nunca predijo que las inyecciones la llevarían a este punto: se encontraba al borde de la muerte en una cama de hospital en junio de 2010.

Su cuerpo estaba colapsando por una infección de estafilococo que los doctores dijeron estaba relacionada a las inyecciones de silicona. Sus extremidades se estaban inflamando y adquiriendo un color negro, los signos visibles de necrosis. Brown recordó ver sus manos en el hospital y pensar “Oh, Dios mío. Voy a perder mis manos. Vi mis pies, y también estaban muertos”.

Los doctores no tenían opción. Para salvar la vida de Brown, amputaron sus manos, pies y la carne alrededor de sus glúteos y caderas en 27 intervenciones. De alguna manera, sobrevivió.

Brown todavía se avergüenza cuando habla de la vanidad que casi le cuesta todo.

Llevaba una buena vida, excepto por un ‘defecto’ plano

En aquella época, era una exitosa estilista y dueña de un salón de belleza. Cuando no estaba en el salón, se ocupaba de sus dos hijas. Llevaba una buena vida. Pero Brown siempre quiso arreglar lo que veía como su “defecto”.

Brown se crio en Florida, y desde que era niña, recuerda cómo se burlaban de ella por tener un trasero plano. Con el paso del tiempo, siempre estuvo en sus planes aumentar su trasero, e incluso tenía un lema: “Cuando tenga algo de dinero, voy a ponerme algo de glúteos”.

In 2004, mientras trabajaba en el cabello de una nueva clienta, tuvo su oportunidad. Sucedió que la clienta mencionó que ella se había inyectado silicona a bajo precio. Con unas cuantas sesiones, le dijo a Brown, ella podría obtener la figura que siempre había deseado. La convenció. Una semana después, se encontraba en una casa tumbada en un dormitorio recibiendo la primera de cuatro inyecciones en sus glúteos.

Luego de su segundo tratamiento, Brown recuerda dudar de su decisión. “Simplemente hubo una voz que me dijo: ‘¿Qué estás haciendo? ¿Es en serio? Vas a permitir que alguien inyecte algo en tu cuerpo y no tienes ni idea de qué es’”. Ese día, Brown decidió dejar de hacerse el tratamiento y nunca volvió.

El verdadero costo de las inyecciones vendría después, luego de años de dolor y visitas a los médicos.

La historia de Brown puede ser fuerte, pero ella es parte de lo que la Sociedad Americana de Cirujanos Plásticos llama un problema creciente: los pacientes evitan a los doctores simplemente para ahorrar algo de dinero en procedimientos médicos básicos.

“Pienso que es terriblemente atractivo para una persona que no sabe que hay un problema”, dijo el Dr. Richard Glogau, un profesor clínico de dermatología en la Universidad de California, San Francisco. Dice que está viendo una inquietante tendencia de pacientes que buscan a cirujanos plásticos como él, luego de que se sometieran a un mal trabajo de inyecciones de relleno.

Las inyecciones se utilizan para tratar las líneas de expresión. Algunos de los pacientes que Glogau ve han viajado al extranjero y han pagado un bajo precio por estos procedimientos cosméticos. Otros están adquiriendo rellenos cosméticos de sitios web y son las mismas personas quienes se inyectan estos rellenos dérmicos en sus rostros. A menudo, los pacientes no tienen idea de qué contiene el relleno dérmico, y tampoco se someten al procedimiento con un profesional médico autorizado.

“Las personas asumen que es tan fácil como teñirte el cabello, y al final del día, es un procedimiento médico”, dijo Glogau.

Los posibles pacientes tienen que conocer los hechos

En Estados Unidos, solo hay 12 rellenos dérmicos aprobados por la Agencia de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés). Estos deben ser administrados por un proveedor médico o bajo la supervisión de un médico.

Ninguno de los rellenos dérmicos aprobados por la FDA pueden ser auto inyectados. Alrededor del mundo, hay cientos de rellenos dérmicos disponibles que no están aprobados. Pero Glogau advierte en contra de que el procedimiento sea realizado en el extranjero, o que seas tú mismo quien lo haga. “Yo no lo haría. Creo que tienes que estar en la clínica de un doctor donde un médico lo esté supervisando, y puedas depender de dónde viene el material”.

En cuanto a comprarlo en línea, Glogau dice que es fácil que los pacientes tomen la decisión.

“Si vivimos en un mundo donde compras zapatos Manolo Blahnik en Neiman Marcus, o tienes la opción de comprarlos por Internet en Zappos y es el mismo zapato, creo que esperas que lo que ves en un sitio web sea igual de verdadero y tenga el mismo valor”.

Una de sus últimas pacientes vino a él luego de adquirir un relleno dérmico sin la aprobación de la FDA, comercializado en Internet con solo una tarjeta de crédito y pulsar algunas teclas. Luego de unos días, el relleno dérmico que compró en el sitio web PMMA.com llegó con un matasellos de Brasil. La paciente le pidió a su amiga, quien era una enfermera registrada, que le inyectara el relleno dérmico en el rostro.

Una semana después, sus mejillas empezaron a reaccionar. Glogau dice que parecía que había “nódulos rojos e inflamados en las mejillas”. Drenó el área quirúrgicamente, la cual tenía “lagos de pus bajo la piel” y extirpó el material de sus mejillas.

Luego de la cirugía, Glogau pidió que se analizara el material de su rostro. Los resultados de dermatopatología de UCSF evidenciaron que había un tipo de “material refractivo” en sus mejillas. Glogau describe el material como “vidrio o fibra de vidrio de bajo grado”. El cuerpo de la paciente estaba rechazando ese material.

Después de varios intentos por parte de CNN para contactar a PMMA.com a fin de que comentaran respecto a vender rellenos dérmicos que no cuentan con la aprobación de la FDA en su sitio web, PMMA escribió lo siguiente en un correo electrónico: “No tiene nada que ver con el producto, sino con el procedimiento”. Dos días después, cuando CNN ingresó a PMMA.com, todo lo que aparecía era una pantalla en blanco y las palabras “Acceso denegado”.

Las cicatrices son el recordatorio de una mala decisión

Mientras la paciente de Glogau está en el proceso de su recuperación, siempre tendrá cicatrices visibles en su rostro. Glogau tiene una advertencia para las personas que están considerando adquirir rellenos dérmicos. “Lo que queremos es por lo menos hacer que los pacientes adquieran conciencia de que hay un peligro que los acecha, y tienen que tener cuidado”.

Brown se considera un ejemplo viviente de lo que ocurre cuando no tienes cuidado.

Ella no duda en contarle a otros acerca de cómo sufrió un dolor extremo durante cinco largos años luego de las inyecciones de silicona. Ella explica cómo vio que sus glúteos se endurecían y cambiaban de color, y visitó doctor tras doctor para obtener ayuda. Levanta lo que queda de sus brazos y explica qué fue lo que realmente le inyectaron en sus glúteos.

Cuando sus doctores analizaron la sustancia que había sido inyectada en su cuerpo, Brown dice que fue sellador de baño. Brown no sabe qué le ocurrió a la mujer que la inyectó.

A sus 47 años, Brown ha tenido que aprender a hacer todo de nuevo con prótesis. Puede vivir por su cuenta con la ayuda de un asistente que llega a ayudarla durante unas horas al día.

Ella no quiere lástima; quiere que las personas escuchen su relato de advertencia.

“Todo lo que les pediría que hagan es, cuando les viene ese primer pensamiento, que se aseguren en pensarlo dos veces e investigar un poco más. Y si aun así quieren hacerlo, adelante. No podrán decir ‘Oh Dios mío, no tenía idea de que un procedimiento tan simple me podía dejar sin manos, sin pies y sin glúteos’”.

La nueva misión de vida de Brown es difundir el mensaje acerca de lo que le ocurrió, y su nuevo lema es “Somos lo que somos, y fuimos creados para ser así”.