Por Caleb Hellerman
(CNN) — En la escuela de medicina, Gerald Karpman aprendió que en lo que se refiere al corazón, lo hecho, hecho está.
“Si sobreviste a un infarto, sobreviviste al nivel en el que ibas a estar”, recuerda. “El daño recibido es permanente”.
Ese pensamiento prevaleció hasta hace poco, cuando en estudios que involucraban a un conjunto de pacientes se mostró que una infusión de células madre podría ayudar a reconstruir corazones saludables en sobrevivientes de infartos.
El 7 de marzo, Karpman se unió a ese peligroso club. Un dermatólogo en Camarillo, California, Estados Unidos, y un excorredor de maratones, el hombre de 66 años tenía una rutina rigurosa; entre 12.8 y 16 kilómetros de caminata diaria y una dieta meticulosa y sin carne.
Pero esa mañana, sentado junto a la computadora de su casa, sintió un dolor.
“Después de aproximadamente 30 segundos, tenía una incomodidad extrema”, recuerda Karpman, quien dice que era peor que las piedras en los riñones que alguna vez tuvo. “No podía sentarme. Quiero decir, incluso manejando el automóvil (hacia el hospital), no podía ponerme el cinturón de seguridad; solo me movía, tratando de pensar en algo más”.
Karpman llegó al hospital donde los médicos utilizaron una endoprótesis vascular para reabrir una arteria en su corazón y salvar su vida.
Mientras se recuperaba, obtuvo algunas malas noticias: aproximadamente el 20% del músculo en su corazón estaba muerto, sin oxígeno. El tejido muerto en el corazón deja una cicatriz; interrumpiendo la acción muscular coordinada que hace que el corazón sea una bomba eficiente.
Una medida estándar de la capacidad de bombeo del corazón es la fracción de eyección, el porcentaje de sangre en el ventrículo izquierdo que es bombeado con cada latido. Una fracción saludable de eyección está entre 55 y 70, según la Asociación Americana del Corazón. La de Karpman era de 30.
Un daño tan grave como el que Karpman tuvo conlleva un alto riesgo de desarrollar fallas en el corazón.
A una hora en automóvil hacia el sureste, en el Centro Médico Cedars-Sinai en Los Ángeles, el médico Eduardo Marban lanzó un experimento para ayudar a pacientes como Karpman.
Marban lideró una de las primeras pruebas com células madre, al utilizar células tomadas de una biopsia del propio corazón del paciente. Las células se multiplicaron en un laboratorio durante dos a tres semanas y después fueron infundidas a través de un catéter. Marban dijo que en ese momento, se creía que las células madre en sí se convertían en nuevos músculos del corazón y vasos sanguíneos.
“De hecho, mientras más conocíamos, más nos percatábamos de que eso no es lo que hacen las células”, dice. “Pueden crear músculos del corazón y vasos sanguíneos muy bien. Pero en el organismo vivo lo que parecen hacer es secretar factores que despiertan al músculo del corazón que lo rodea”.
Como recargar una batería, la infusión de nuevas células parece desencadenar al cuerpo para que produzca nuevos tejidos: nuevos músculos y células madre.
“Las células solo estarán allí algunas semanas antes de que sean rechazadas inmunológicamente, pero durante ese tiempo hacen magia, y su magia permanece mucho después de que desaparecen las células”, explica Marban.
Al cambiar su enfoque, Marban desarrolló un proceso que evita la necesidad de una biopsia, en lugar de utilizar células madre tomadas de los corazones de los donadores de órganos. Los técnicos seleccionan y desarrollan las células más fuertes, que son almacenadas hasta que se necesitan.
Utilizar un producto que no necesita receta ofrece algunas ventajas. Los pacientes se someten a un procedimiento en lugar de dos. Eso significa que puede administrarse más pronto después de un infarto, que en teoría podría acelerar la recuperación. También, con el proceso de dos pasos, las células madre de algunos pacientes fueron difíciles de desarrollar en el laboratorio. Con el enfoque de Marban, el paciente tiene la seguridad de obtener células vigorosas cuidadosamente evaluadas.
Marban y sus colaboradores buscan probar el tratamiento en 25 a 35 hospitales alrededor de Estados Unidos, en un total de más de 300 pacientes con daño moderado a grave en el corazón. Desde que las inscripciones comenzaron a principios de este año, algunas docenas recibieron las infusiones de células madre. Oficialmente se conoce como la prueba Células Madre Alogénicas del Corazón para Lograr la Regeneración del Miocardio, o ALLSTAR, por sus siglas en inglés.
Nueve semanas después de su infusión, Karpman ya puede caminar 6.4 kilómetros al día. Tiene un enfoque más relajado con su salud, pero dice que ganó mucha fuerza. Lo que no sabe es si las células madre reciben el crédito. Un tercio de los pacientes ALLSTAR recibe un tratamiento ficticio; un placebo, y Karpman no sabrá en qué grupo está hasta que acabe el estudio.
“Podría ser el efecto placebo; podrían ser las células madre”, dice. “No he pensado demasiado en esto. Simplemente estoy feliz de que me siento mejor”.
En un momento tranquilo, reflexiona sobre qué podría significar un tratamiento efectivo para su profesión.
“Mi papá era un médico general. Era de la vieja escuela; llamaba a la casa. Solía ir con él en la tarde. Y tenía dos libros que tenían toda la información que necesitaba utilizar en la medicina. Tengo libreros solo de dermatología. La cantidad de avances en el conocimiento es impresionante”, dice Karpman.
“Tener algo que en realidad repare el daño que estaba hecho (por un infarto), es extraordinario”.