Por Meera Senthilingam
(CNN) — La enfermedad del virus del ébola arrasa en el occidente de África en el mayor brote del virus hasta la fecha. Las tasas de mortalidad actualmente están en 60% en una enfermedad en donde hasta el 90% de quienes la padecen pueden morir.
A pesar de esta letalidad no hay tratamientos con licencia o vacunas disponibles, casi 40 años después de que la enfermedad fue descubierta por primera vez.
En marzo, el ébola fue reportado por primera vez en Guinea, en el occidente de África, en distritos que colindan con Liberia y Sierra Leona. Esta proximidad significaba que a diferencia de brotes previos en otras partes de África, el virus del ébola que usualmente era remoto, tenía la oportunidad de cruzar fronteras. Con residentes migrando, hizo eso. Cuatro meses después el brote alcanzó escalas sin precedentes, con 1.093 personas con la infección y 650 muertes atribuidas al virus.
“Claramente esto es un brote en fronteras internacionales y no fue manejado apropiadamente”, explica David Heymann, profesor de Epidemiología de Enfermedades Infecciosas en la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres (LSHTM, por sus siglas en inglés), quien estuvo en el lugar del primer brote de ébola humano en 1976.
Dice que los 24 brotes conocidos de ébola hasta la fecha mostraron que debería ser controlado fácilmente. “No es cosa de ciencia estos brotes sino de epidemiología básica; control de infecciones, prácticas de higiene, rastreo de contacto y prácticas de entierro seguras”, dice Heymann sobre el virus, que se transmite a través del contacto con fluidos corporales. “El ébola en sí es su peor enemigo, es demasiado letal y no puede sostener su propia propagación”.
Aunque debe ser fácilmente contenido, esta vez algo salió mal. La ciudades capitales de Guinea y Liberia fueron alcanzadas, exponiendo a muchos más al virus y haciendo que aquellos con la infección y sus contactos fueran más difíciles de rastrear y aislar. El brote fue descrito como “fuera de control” por Médicos sin Fronteras; ¿entonces, por qué no hay otro enfoque?
La respuesta usual para los brotes de enfermedades es usar medicamentos para tratar la infección e impedir su transmisión, además se utilizan vacunas que protegen a quienes han estado expuestos y reducen o detienen la propagación del virus entre la población generando la inmunidad de grupo.
Con el ébola no hay medicamentos o vacunas ya que su naturaleza periódica, remota y normalmente a pequeña escala significa que no ha habido un mercado lo suficientemente grande, ni la capacidad para realizar pruebas a gran escala en humanos expuestos a la enfermedad.
La biología del virus también dificulta el desarrollo de vacunas que crea una respuesta inmune lo suficientemente fuerte; la ocurrencia de múltiples formas del virus significa que se necesita una respuesta inmune contra estas, y la capacidad del ébola de replicarse rápidamente significa que podría evolucionar una resistencia a la vacuna igual de rápido.
A pesar de estos retos, existe un desarrollo de vacunas por parte de varias organizaciones, incluido el centro de investigación de vacunas en el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos (NIAID, por sus siglas en inglés); y algunos afirman que un brote es un momento perfecto para probarlo.
“No sería ético no reconocer que los nuevos tratamientos potenciales podrían salvar vidas y reducir la transmisión en este y en futuros brotes”, dice el médico Jeremy Farrar, director de la fundación altruista mundial,Wellcome Trust. Farrar recientemente pidió que se utilizaran nuevos enfoques en el control del brote ya que ninguna otra oportunidad permitirá el desarrollo futuro de nuevos tratamientos o vacunas.
“Cualquier intervención nueva debe tener seguridad preclínica y datos de eficiencia, y datos de eficiencia en la Fase I en voluntarios saludables”, dice al describir el progreso lento de las fases involucradas en el desarrollo farmacéutico. “Pero, a final de cuentas no puede haber datos de la Fase II (eficacia de la vacuna) del ébola más que los adquiridos durante una epidemia”.
Peter Piot, director de la LSHTM, quien codescubrió el ébola durante su primer brote, concuerda con Farrar. “En general creo que este brote continuo es una oportunidad rara para evaluar la efectividad de los medicamentos experimentales”, dice, pero señala, “siempre y cuando todos los estándares éticos sean respetados, y siempre y cuando no cree más problemas para controlar el brote, debido a que los experimentos médicos pueden disminuir la confianza en las autoridades de la salud y añadir hostilidad a los trabajadores de la salud”.
Piot se refiere a la resistencia de las comunidades afectadas hacia los trabajadores de la salud y los funcionarios de salud que entran a las villas vestidos con ropa de cuarentena parecida a la de un astronauta y les piden que cambien sus prácticas culturales como funerales, donde la limpieza tradicional de cuerpos pone a aquellos que están allí en riesgo de transmisión. Existe mucha desconfianza hacia los gobiernos y ministerios de salud, lo que lleva a que les tiren piedras al personal de salud, que los amenacen con machetes y que enfrenten agresión en general, de acuerdo con un vocero de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Las tensiones entre aquellos que controlan el brote y aquellos que son afectados por esta significa que probar vacunas en comunidades donde existe un brote no es respaldado por funcionarios de la OMS en la tierra. “Utilizar una vacuna experimental en humanos en medio de un brote en este caso no sería ético, factible o sabio”, según la OMS. Pero hay otras formas.
“Las vacunas probablemente son seguras y efectivas pero no son utilizadas por equipos de salud pública y no las utilizarán sin pruebas adecuadas”, explica el médico Peter Walsh, de la Universidad de Cambridge en Reino Unido, quien desarrolla vacunas para su uso en primates como chimpancés y gorilas, quienes también son víctimas del virus. Las vacunas de Walsh mostraron una buena respuesta inmune cuando fueron probadas en chimpancés y sugiere probar las vacunas humanas incrementalmente en trabajadores de salud en lugar de en la población en general.
“Los trabajadores de la salud tienen un mayor riesgo y son centros de infección que probablemente se propagarán a otros”, dice. “El riesgo de morir por la vacuna es diminuto comparado con la muerte por ébola y a diferencia de las comunidades, los trabajadores de salud entenderían mejor los riesgos y deben poder dar un consentimiento informado”.
Este enfoque es respaldado por la NIAID, cuyos programas de vacuna de ébola progresaron más. “Respaldamos varias vacunas y todas están en una posición similar y alistándose para las pruebas de Fase I para seguridad”, dice el médico Mike Kurilla, director de su Oficina de Recursos de Investigación de Biodefensa e Investigación Traslacional.
“Si aprueban las pruebas lo que probablemente veremos en brotes futuros es a trabajadores de salud e investigadores de brotes tomando la vacuna bajo consentimiento informado”, explica Kurilla. “Trabajar con estos en un mayor riesgo te permitirá ver si la vacuna tiene un impacto”.
Es demasiado tarde en este brote para que las vacunas tengan un impacto lo suficientemente preventivo, pero el ébola surgirá de nuevo en el futuro. Si se puede probar la seguridad, el almacenamiento de vacunas podría mejorar el resultad de futuros brotes.
“Las vacunas permiten que se establezca un marco preparativo en lugar de uno reactivo”, explica Heymann. “Pero primero, debe mostrarse que es seguro en humanos”.
La capacidad de controlar epidemias futuras puede depender de esto.