Por Elizabeth Cohen
(CNN) — Mientras practicaba para una competencia nacional de motocross en 2009, la motocicleta de Kent Stephenson de repente se trabó y estrelló, lo que lo dejó con parálisis desde el pecho hacia abajo. Solo tenía 21 años y nunca pudo caminar de nuevo.
También quedó devastado al enterarse de que nunca tendía sexo de nuevo.
O así lo pensó.
Durante tres años Stephenson no podía funcionar sexualmente. Entonces, una noche que tenía intimidad con una mujer tuvo una erección.
“Pase de cero a héroe”, dijo Stephenson.
No, no fue el Viagra; los médicos anteriormente le habían recetado la píldora en altas dosis, pero todo lo que obtuvo fue un gran dolor de cabeza. Lo que le dio a Stephenson la erección fue un estimulador eléctrico implantado quirúrgicamente en su columna vertebral como parte de un estudio sobre parálisis.
Los amigos de Stephenson estaban felices de que él estuviera feliz, pero expresaron decepción de que el estimulador experimental no hizo que Stephenson también caminara de nuevo.
“Les dije que no caminar no es algo tan importante; las sillas de ruedas están tan avanzadas en estos días”, dijo. “Pero no poder tener sexo es algo importante”.
“Te cambia la vida”, concordó Andrew Meas, uno de otros tres hombres que recibieron el estimulador como parte de un experimento sobre parálisis en la Universidad de Louisville en Estados Unidos. Los hombres, que experimentaban niveles diferentes de disfunción sexual, dicen que sus vidas sexuales regresaron a ser normales una vez que los estimuladores fueron implantados.
Este beneficio inesperado del tratamiento estimulador destaca un debate en la comunidad de lesiones en la médula espinal: Aunque a menudo se asume que caminar de nuevo es el objetivo máximo para las personas que utilizan sillas de ruedas, muchas de las personas que usan esas sillas afirman que lo que los médicos llaman “condiciones secundarias” como la función sexual y el control de esfínteres son igual de importantes, si no es que más, y debe de dárseles una prioridad de investigación mayor.
“He hablado con tantos hombres con parálisis que dicen que no quieren caminar de nuevo, solo quieren eso de nuevo”, dijo Meas.
En una encuesta de 2004 en más de 300 personas con parálisis desde el pecho hacia abajo; en su mayoría hombres, se encontró que recuperar la función sexual era su máxima prioridad. El control de esfínteres era la número dos en su lista. Recuperar la capacidad de caminar era la número cinco.
“No tenemos suficientes personas enfocadas en estudiar las formas para resolver problemas como la función sexual y el control de esfínteres”, dijo Kim Anderson-Erisman, quien realizó la encuesta, que fue publicada en la revista Journal of Neurotrauma.
Anderson-Erisman, la directora de educación en el Proyecto Miami para Curar la Parálisis, utiliza una silla de ruedas desde que tuvo un accidente automovilístico a los 17 años.
“No poder caminar es la parte fácil”, dijo. “Cuando no puedes controlar tus esfínteres, eso es algo grande, grande, grande, y todavía nos quedamos atrás en investigación para esas cosas”.
Lentamente, la investigación cambia. Por ejemplo, la Fundación Christopher & Dana Reeve, analiza más formas para avanzar la investigación para las “condiciones secundarias” de la parálisis.
“Estas no son condiciones secundarias si vives con estas”, dijo Peter Wilderotter, el presidente y CEO de la fundación. “Podemos mejorar las vidas aquí y ahora y eso es un cambio extraordinario en la forma en que pensamos sobre esto”.
Stephenson está de acuerdo, y se siente afortunado de que el estimulador cambió su vida. En primer lugar, por supuesto, está su vida sexual mejorada.
“Antes, salía en una cita solo sentándome allí pensando que no podría desempeñarme después”, recuerda. “Ahora salgo y tengo mi noche, y si eso llega a ese momento, estoy listo”.
El estimulador también le da un mayor control de esfínteres. Antes de la cirugía, Stephenson y los otros hombres decían que a veces orinaban o defecaban sin advertencia.
“Tenía una conversación y miraba abajo y decía, ‘oh, cielos, está mojado en todos lados’”, dijo.
Pero ahora el control de esfínteres de Stephenson está casi donde estaba antes de su accidente. Eso no solo es importante para su calidad de vida, sino también para la duración de su vida; una vejiga demasiado llena puede llevar a infecciones sanguíneas fatales o daños en el riñón.
Dijo que espera que haya un cambio en el financiamiento de la investigación para que más personas que utilizan sillas de rudas puedan compartir sus experiencias.
“Por supuesto, también me gustaría caminar algún día”, dijo Stephenson. “Pero solo dame función sexual y control de esfínteres; y seré un campista feliz”.