Nota del editor: Jim Bell es astrónomo y científico planetario de la Escuela para la Exploración de la Tierra y el Espacio de la Universidad Estatal de Arizona. Preside la Sociedad Planetaria y escribió los libros Postcards from Mars, The Space Book y The Interstellar Age, que se publicará a principios de 2015.
(CNN) -— Hace más de 200 años, se descubrió en Egipto una parte de una tabla de piedra que supuso la primera forma fiable de traducir los jeroglíficos antiguos a un idioma moderno. La Piedra Rosetta —la piedra de la que hablamos— demostró que era la clave para desentrañar los detalles sobre el auge y la caída de las civilizaciones que florecieron en nuestro planeta hace muchos miles de años.Hace poco, una misión espacial con el nombre Rosetta inició su búsqueda para desentrañar los detalles del auge y caída de planetas enteros, entre ellos el único que, hasta donde sabemos, es refugio seguro para la vida.
La misión Rosetta, de la Agencia Espacial Europea, se compone de una nave robótica diseñada para acercarse al núcleo de un cometa. El cometa se llama 67P/C-G (abreviatura de Churyumov y Gerasimenko, los astrofísicos que lo descubrieron en 1969) y da la vuelta al Sol en seis años y medio a lo largo de una órbita elíptica que la lleva desde el borde de la órbita de Júpiter hasta el borde de la órbita de la Tierra.
Sin embargo, esa órbita es relativamente nueva. Se cree que el 67P/C-G se originó mucho más lejos, pero uno o más tránsitos cerca de Júpiter alteraron su órbita y lo acercaron al Sol. Por eso, el 67P/C-G podría ser uno de los restos de hielo antiguo que quedaron de la formación de nuestro sistema solar, hace más de 4.500 millones de años.
El trabajo del equipo de la misión Rosetta es descubrir si es así y si hay una relación específica entre los cuerpos de hielo pequeños como este y los planetas terrestres más grandes que ayudaron a crear a lo largo de la historia del sistema solar.
La nave se lanzó hace una década y la enviaron en una trayectoria larga, lenta y circular —igual a la del cometa al que debía encontrar— que pasa por la Tierra e incluso por Marte para recibir un impulso gravitatorio y que en su camino pasa por Steins y Lutecia, dos de los principales cuerpos del cinturón de asteroides.
De hecho, el recorrido del 67P/C-G era tan largo y tan lento, que pusieron a la nave en estado de hibernación robótica durante casi tres años para ahorrar dinero.
En una gran demostración de ingeniería sobresaliente y paciencia extraordinaria, los científicos e ingenieros que retomaron el proyecto en enero de 2014 estaban extasiados cuando la nave despertó con éxito de su larga siesta interplanetaria.
Los miembros del equipo de la misión, entre ellos varios ingenieros y científicos planetarios que cuentan con el patrocinio de la NASA, volvieron a quedar extasiados esta semana cuando el pequeño y decidido robot rozó el núcleo del 67P/C-G (de unos cuatro kilómetros de ancho) y se convirtió en la primera nave espacial que orbita a un cometa.
Rozar es la palabra adecuada porque el cometa tiene un campo gravitatorio más de 10.000 veces más débil que el de la Tierra, así que la astronave apenas siente su atracción. No solo es pequeño, ¡sino que también parece que es sencillamente extraño!
Las primeras imágenes de Rosetta muestran un cometa en forma de cacahuate de dos lóbulos, extraño, irregular y cubierto de precipicios, crestas circulares y tersas planicies. El cuello que separa a los dos lóbulos principales casi parece frágil visto desde ciertos ángulos, lo que indica que el cometa podría estar a punto de romperse en dos trozos grandes. Eso tal vez no sea un final sorprendente, ya que este pequeño mundo de hielo se está evaporando constantemente y arroja al espacio grandes cantidades de polvo, vapor de agua y otros gases mientras el Sol lo cubre con su calor.
Sin embargo, lo mejor está por venir para Rosetta. La docena de instrumentos científicos de la misión apenas empezaron a crear una descripción detallada del cometa y a proporcionar claves químicas, minerales y geológicas sobre su origen y evolución.
El equipo intentará posar el vehículo Philae (que es del tamaño de un horno y que lleva el nombre de otro importante jeroglífico egipcio) en el cometa para que tome directamente mediciones más precisas de la superficie. Será una aventura desafiante y en cámara lenta que Philae compartirá con el mundo mientras desciende y lucha por aferrarse a la superficie a pesar de la gravedad ultradébil.
¿Este pequeño cuerpo de hielo es la clase de mundo responsable de traer océanos a nuestro planeta y a otros? ¿Las moléculas orgánicas que Rosetta y Philae podrían encontrar en él son la clase de materiales que podrían ayudar a sembrar vida en planetas como el nuestro? ¿Qué clase de paisajes espectaculares nos esperan mientras la nave espacial sigue al cometa mientras se acerca al Sol, momento en el que se predice que aumentará su actividad?
Los jeroglíficos planetarios del 67P/C-G esperan a que los descifren ¡y yo no puedo esperar a ver qué revelan!
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Jim Bell.