Por Tim Lister
(CNN) — Los montes Sinjar se alzan abruptamente en el desierto interminable del norte de Iraq; es una cordillera de rocas escarpadas de unos 50 kilómetros de largo que corre de este a oeste. Es desolada y ventosa, tiene unos 1.400 metros de altura y es un paisaje inhóspito. Sin embargo, ha sido refugio para los desesperados y un lugar de gran importancia mística desde hace siglos.
La semana pasada, decenas de miles de personas trataron de escapar hacia las montañas del rápido avance del Estado Islámico en Iraq y Siria o ISIS, que ahora se hace llamar Estado Islámico. Muchos eran yazidíes que huían de la ciudad de Sinjar y de otras aldeas aledañas a bordo de docenas de vehículos. Los afortunados usaron las rutas de contrabando para entrar a Siria y regresar a las zonas que están bajo el control de los kurdos en el norte de Iraq. Los menos afortunados cayeron en manos de los militantes de ISIS o se dirigieron a las montañas.
Los yazidíes son una antigua secta que se compone principalmente de kurdos y adoran a un personaje angélico que muchos musulmanes creen que es el diablo. ISIS ha ejecutado a los yazidíes que se rehúsan a convertirse a su ideología extrema.
Según las fuentes iraquíes y kurdas, hasta el domingo 10 de agosto unas 10.000 personas —probablemente la mitad de las personas que habían estado varadas durante casi una semana— habían logrado salir de las montañas. Las agencias de la ONU estimaron a finales de la semana pasada que había unas 50.000 personas en las montañas.
Parece que los Peshmerga, un grupo armado kurdo, aseguró una ruta de escape, pero es peligrosa ya que los militantes de ISIS siguen rondando la zona. De acuerdo con algunos relatos, los kurdos de Siria también ayudaron a la gente a usar partes del noreste de Siria que están bajo su control para llegar a las regiones kurdas del norte de Iraq.
Los ataques aéreos que Estados Unidos lanzó el sábado 9 de agosto contra los transportes blindados que ISIS usa en la zona probablemente facilitaron el escape. Sin embargo, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, reconoció el sábado que sería “complicado logísticamente” asegurar el paso seguro de las personas que siguen atrapadas.
Donatella Rovera, de Amnistía Internacional (AI), está en la región y habló el domingo 10 de agosto con las familias que escaparon y llegaron a la ciudad de Fishkabour luego de dar un rodeo por Siria “en condiciones terribles, desmayándose por el agotamiento”. Algunos le habían dicho que ISIS había secuestrado a mujeres y niñas.
A menos que las personas que quedan —principalmente en las laderas del sur— reciban agua y alimentos, deberán tomar una decisión imposible: morir de deshidratación o entregarse a ISIS. Durante el día, la temperatura rebasa los 30 grados Celsius.
En un video de una misión kurda de ayuda se ve un helicóptero que lleva suministros y que aterriza en una pendiente pronunciada. Cientos de personas desesperadas corrieron hacia él. Veinte afortunados lograron subirse para volar de regreso y muchos estaban histéricos. Unos helicópteros iraquíes que también habían llevado ayuda a las montañas recogieron a unas docenas más.
Las fotografías de la semana pasada mostraban a miles de personas que abandonaban sus vehículos para caminar hacia mayores altitudes y llevaban consigo lo que podían. En la cara norte de la cordillera, los cristianos también escapaban mientras los combatientes de ISIS avanzaban hacia las montañas desde dos direcciones. Algunos se refugiaron en cuevas, de acuerdo con los que escaparon. Muchos más vagaron por las laderas salpicadas de rocas.
La Fuerza Aérea estadounidense ha arrojado suministros en tres ocasiones desde el jueves, que incluyen unas 50.000 comidas preparadas. El secretario de Defensa de Estados Unidos, Chuck Hagel, dijo que el Pentágono tenía “información bastante sólida” de que de los 72 bultos que se arrojaron desde las aeronaves C-17 y C-130 de la primera misión, más de 60 habían llegado a “la gente que está atrapada allá”.
Luego se hicieron dos lanzamientos más; el más reciente se llevó a cabo el sábado por la noche. La Real Fuerza Aérea de Gran Bretaña también hizo uno. El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) estima que se necesitarían al menos 20 vuelos para mantener vivas por una semana a las personas que están atrapadas. Francia también planea arrojar suministros.
La encrucijada en el conflicto
Los yazidíes se asentaron en la zona circundante a Sinjar en el siglo XII. Las montañas en las que ahora sufren ocupaban un sitio especial en sus creencias. La tradición yazidí sostiene que el arca de Noé terminó en la cumbre.
Como son minoría, están familiarizados con el conflicto y la persecución. A lo largo de la historia, las culturas, las religiones y las etnias han competido y chocado en esta parte de Iraq. A principios del siglo XIX, los kurdos, los árabes y los yazidíes se referían a Sinjar con nombres distintos. Los combatientes kurdos invadieron las tierras de los yazidíes y mataron a cientos.
Frederick Forbes, funcionario inglés que visitó la zona en 1838, dijo que los yazidíes “mantenían en estado de alarma a todo el país, entre Mosul y Nisibin” hasta que el imperio otomano los pacificó.
Cuando llegó a la ciudad de Sinjar, Forbes encontró un lugar fértil que se alimentaba de los arroyos que bajaban de las montañas, pero las “ruinas de muchos edificios mahometanos” evocaban batallas antiguas.
Otra visitante colonial, Gertrude Bell, escribió en la década de 1920 que “hasta hace un par de años, los yazidíes estaban incesantemente en guerra con los árabes y con todos los demás”.
“Todos los demás” son el Ejército turco, que había tratado de obligar a los yazidíes a convertirse al islam en los últimos años del siglo XIX, historia que el viajero Oswald Hutton Parry relata en su libro de 1895,Seis meses en un monasterio sirio.
Luego de que les indicaran a los yazidíes que se convirtieran, escribió Parry, “nadie respondió. Los cristianos tampoco estaban listos para aceptar; los cristianos eran sus amigos y compañeros de sufrimiento. El islam siempre los había maldecido y perseguido”. Entonces, el sultán envió tropas al mando de su hijo para que enfrentaran a los aldeanos yazidíes. “Los soldados masacraron a unos quinientos hombres en total… Apresó a las mujeres y niñas bonitas y las casó a la fuerza con sus soldados”.
Los yazidíes consideraron a los cristianos como compañeros de sufrimiento. Hace cien años ayudaron a los cristianos armenios que huían de Turquía a asentarse a la sombra de los montes Sinjar junto con los católicos caldeos y sirios. Pero en la primavera de 1918, las fuerzas turcas llegaron y destruyeron el asentamiento y muchas casas yazidíes.
Tras la caída del imperio otomano, hubo un tiempo en el que los yazidíes no sabían si terminarían formando parte de Iraq o de Siria. Finalmente, una comisión internacional determinó en 1933 que Sinjar estaba dentro de Iraq, decisión que posteriormente atormentaría a los yazidíes. Durante el gobierno de Saddam Hussein, arrasaron con muchos de sus asentamientos y obligaron a sus habitantes a vivir en “aldeas colectivas” para contener a los kurdos problemáticos.
Como escribió Matthew Barber en el blog Syria Comment, “Saddam arrasó con incontables ciudades yazidíes hasta que no quedó más que grava y luego obligó a sus habitantes a mudarse a asentamientos colectivos ubicados en lugares que servían a sus propósitos estratégicos”. Al menos uno de esos asentamientos colectivos se llenó de refugiados procedentes de Sinjar en días pasados.
No hubo mucha paz para los yazidíes incluso después de que derrocaran a Hussein. Las relaciones con los árabes sunitas seguían tensas y los extremistas asesinaron a más de 20 yazidíes por la sospecha de que una chica yazidí de 17 años, originaria de la ciudad de Bashika, tenía una relación con un adolescente sunita. Los mismos familiares de la muchacha la lapidaron por atreverse a tener una “relación impura”. Fue lo que se conoce como matanza por honor.
En ese entonces, la región era un bastión de al Qaeda en Iraq y zona de paso para los militantes que llegaban de Siria para combatir a las fuerzas estadounidenses. Las comunidades yazidíes de la ciudad de Qahataniya y sus alrededores sufrieron ataques suicidas en agosto de 2007, en los que murieron casi 200 personas.
En una de las redadas que el Ejército estadounidense llevó a cabo en octubre de ese año se descubrieron cientos de documentos de al Qaeda en los que se enlistaba a los combatientes extranjeros que habían pasado por la región.
Ahora, otra oleada —mucho más poderosa— de militantes islamistas amenaza la existencia de uno de los pueblos más vulnerables de Medio Oriente.