Por Terrie M. Williams

Nota del editor: Terrie M. Williams es una publicista de celebridades que ha representado a estrellas, desde Eddie Murphy hasta Chris Rock. También es defensora de la salud mental y autora de ”Black Pain: It Just Looks Like We’re Not Hurting”. La Dra. Dawn Porter es fundadora de FamilyRenewed.com y psiquiatra de jóvenes adolescentes y adultos. Las opiniones expresadas en este comentario son exclusivamente las del autor.

(CNN) — Inteligente, exitoso, divertido y guapo. Parecía que Robin Williams lo tenía todo. Y sin embargo, hoy está muerto. Aparentemente, por elección propia.

Pero, ¿por qué? ¿Qué salió mal?

La alegría, la espontaneidad y el humor de Robin Williams probablemente ocultaban el tormento diario por el que pasaba en su inestable lucha contra la depresión. Por fuera, nos hacía reír, pero por dentro, sentía dolor. Desafortunadamente, conozco ese dolor.

Con su muerte, hemos perdido a uno de los espíritus más talentosos y creativos del planeta. Aun así, su muerte por suicidio debería ser una llamada de atención para todos nosotros. Es un recordatorio de que muchos de nosotros caminamos con dos situaciones conflictivas: sonreímos por fuera, mientras morimos lentamente por dentro.

No conocía Robin personalmente, así que no puedo hablar con certeza en cuanto a por qué optó por acabar con su vida. Pero he experimentado ese tipo de tormento y dolor. Durante años, yo también luché contra la depresión. Y muchos días, aún lo hago.

Quienes sufren harán casi todo para no sentir más el dolor. Y en esos momentos, sus cerebros se convierten en sus peores enemigos. A menudo se necesita de una fuerza externa que proporcione luz, a fin de que esos pensamientos sombríos no sean, como en el caso de Robin, nuestros últimos pensamientos.

Según los Centros para el Control de Enfermedades, las tasas de suicidio aumentaron del 2000 al 2011 de 10,4 muertes por 100.000 a 12,3 muertes por 100.000.

La tasa de suicidios es mayor y está aumentando entre los hombres. En el 2011, el 78,5% de los suicidios fueron llevados a cabo por hombres, con una tasa de 20,2 muertes por 100.000.

La tasa de suicidios está aumentando en todos los grupos de edad, excepto en el de 85 años y más, y es mayor en los individuos de 45 a 64 años, según la Fundación Estadounidense para la Prevención del Suicidio.

Sabemos y sentimos que el estigma de la salud mental dificulta aún más que quienes necesitamos apoyo alcemos la voz y lo obtengamos. Vivir con depresión es aislante y desmoralizante, y a menudo refuerza el dolor en el que nos encontramos.

No podemos dejar que continúen estas tragedias. El efecto dominó es incalculable Ahora, su pérdida tiene que cambiar la forma en que seguimos adelante.

Cuando alguien muere, es trágico. Pero cuando alguien muere por suicidio, hay tantas emociones conflictivas en todos los que están conmovidos, que no hay comprensión del impacto. Todos nos preguntamos ‘¿por qué? ‘

No hay dos vidas idénticas y emitir juicios sobre la elección de otro a menudo es más destructivo que útil. Pero tenemos que recordar que todo el mundo está lidiando con sus propios problemas detrás de su propia máscara. No sabemos qué está pasando en realidad, así que debemos tener cuidado de no juzgar.

Demasiadas personas mueren debido al silencio ensordecedor. Todas las personas que conoces pasan o están pasando por dificultades, y esa es la verdad.

Para mí, la depresión ha sido parte de mi recorrido durante mucho tiempo. Mucho antes de que yo supiera cómo llamarla, ahí estaba, caminando conmigo, a mi lado. Allí estaba, me tomaba de la mano, invadía mis pensamientos, hacía que durmiera y comiera más, y que rara vez sonriera cuando me encontraba sola.

Aprendí a sobrellevar las cosas, a sonreír para mis amigos, para mis padres, para la audiencia, para la cámara. Sonreía, mientras por dentro, un huracán me estaba arrastrando a un océano de oscuridad.

Te avergüenzas. Yo estaba avergonzada. Todos nos sentimos de alguna manera muy avergonzados de admitirle a otros nuestros sentimientos de destrucción.

No hay una razón que aplique en todos los casos para la presencia de la depresión. Para algunos, son los demonios de la infancia. Para otros, un desequilibrio químico. Puede ser ocasionada por situaciones estresantes, o puede mantenerse siempre en el fondo como una obstinada nube gris.

Así como no hay una sola explicación para este depredador emocional, no puede haber una solución que aplique para todos los casos. Inicia con compartir y admitir el dolor. No se puede reparar nada hasta que admitimos que está roto, hasta que reconocemos que hay un problema. De ahí en adelante, debemos trabajar por nuestra mejoría, porque estamos luchando por nuestra vida.

Mi batalla contra la depresión ha disminuido en gran medida, aunque no estoy seguro de que desaparezca completamente. Lo que sí sé es que lograr que desaparezca por completo es una meta personal que he establecido y seguiré dando los pasos que sean necesarios para alcanzarla.

Escribir mi libro “Black Pain: It Just Looks Like We’re Not Hurting” fue parte del proceso. Quería ayudar a otras personas a entender mejor por lo que estaban pasando. Ahora he fundado junto a Madeline McCray el proyecto New Legacy Leaders, para seguir trabajando por la misión. El mantra de la iniciativa es “Nuestra visión, nuestro recorrido, más allá de la depresión, la obesidad y la pobreza al bienestar integral y la prosperidad”.

¿Cómo podemos impedir que las personas más brillantes que conocemos, nuestros seres amados, se suiciden cuando están solos en esa oscuridad? ¿Cómo podemos marcar la diferencia?

Primero, tenemos que quitarnos la máscara. Tenemos que empezar a compartir nuestro dolor. Si hablamos de ello, todos se darán cuenta que no están solos. Y que no tienen que pasar por este proceso solos.

Luego, debemos involucrarnos y solicitar que nuestros representantes electos apoyen una legislación que apruebe recursos para que todos obtengan el apoyo y la ayuda que necesitan.

Por último, tenemos que extendernos la mano unos a otros. Cuando veas a alguien que está luchando, simplemente no los ignores, no los rechaces o asumas que ya van a “salir de esto”. Llámalos, visítalos, está pendiente de ellos. Tómate una taza de café y solo escucha. Todos tenemos una responsabilidad compartida en la salud y el bienestar de nuestra sociedad, un amigo a la vez.

La muerte de Robin Williams es un fuerte recordatorio para todos de cuánto trabajo queda por hacer. Él era brillante, y trajo alegría a muchos otros. Y sin embargo, parece que la paz interior se le escapó. Pero él está en paz ahora. Aun así, a quienes dejó atrás (su familia y amigos) les corresponde tratar de encontrarle sentido a la situación.

Podría ser que nunca tenga sentido.

Nunca sabes lo que realmente pasa por la mente de una persona. Todos llevamos una máscara.