Por Ben Brumfield y Jim Sciutto
(CNN) — Desde que los combatientes del Estado Islámico entraron a Iraq procedentes de Siria le han dado al mundo una repugnante muestra de su crueldad.
Empalaron la cabeza de varios de sus conquistados. Llenaron fosas comunes con los cuerpos de aquellas personas a las que ejecutaron. Han masacrado y esclavizado a los miembros de la minoría yazidí.
Cuando el Estado Islámico obligó a decenas de miles de yazidíes a huir a las montañas, en donde muchos murieron de sed, pareció que había sido la gota que derramó el vaso.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ordenó que se emprendieran ataques aéreos para hacerlos retroceder.
Sin embargo, la misma crueldad se ha manifestado ferozmente en Siria, al igual que las atrocidades que las fuerzas leales al presidente, Bachar al Asad, han cometido contra los combatientes rebeldes.
Mientras el mundo se concentraba en la terrible situación de los yazidíes en Iraq, murieron 500 civiles sirios prácticamente sin que alguien lo notara.
Entonces: ¿por qué Estados Unidos interviene en Iraq pero evita entrar a Siria?
Las respuestas yacen en algunas diferencias claras entre ambos conflictos:
1. Oposición internacional
Ningún país protege al Estado Islámico. Incluso a al Qaeda le repugna su crueldad.
Sin embargo, cualquier potencia que esté valorando actuar en Siria se encontrará con una maraña de política internacional ya que hay actores leales a al Asad.
Aunque Estados Unidos y sus aliados han llamado a que se actúe contra su régimen, China y Rusia se opusieron tajantemente en el Consejo de Seguridad de la ONU. Además, Rusia se ha encargado de que al Asad siga bien armado.
Aunque Rusia combate a los extremistas musulmanes, la intervención de Estados Unidos (aunque fuera solo contra el Estado Islámico) se recibiría con reservas en el Kremlin, especialmente en vista de la relación que tienen con Washington a causa del lío en Ucrania.
Irán, uno de los aliados más cercanos de al Asad, también se levantaría en armas. Se cree que el gobierno iraní aprovisiona a Hezbollah, la milicia chiita que llegó desde Líbano para reforzar a las tropas de al Asad.
2. Un campo de batalla confuso
La guerra en Siria es como una batalla en un tablero de ajedrez: las tropas del gobierno y Hezbollah luchan contra el Estado Islámico y otros grupos de la resistencia que a su vez luchan entre sí.
Obama no cree que el fracturado Ejército Libre de Siria sea un aliado poderoso porque no es una fuerza temible que se enfrenta al Ejército profesional de al Asad.
En Iraq, las líneas de batalla están más claras: el gobierno iraquí con el apoyo de Estados Unidos en contra del Estado Islámico.
El gobierno iraquí ha tenido un desempeño titubeante frente a los militantes. Sin embargo, Estados Unidos tiene un aliado fuerte y leal en el norte, en la región autónoma de Kurdistán.
Muchos de los asesores estadounidenses que se desplegaron en Iraq se estacionaron en la capital kurda de Irbil para apoyar a las tropas Peshmerga que están enzarzadas en un feroz enfrentamiento con el Estado Islámico.
3. Ataques aéreos ineficaces
El gobierno sirio cuenta con defensas aéreas profesionales, entre ellas a su propia Fuerza Aérea, que opondrían gran resistencia a las fuerzas armadas estadounidenses.
Aunque el Estado Islámico ha derribado algunas aeronaves, sus defensas aéreas son enclenques comparadas con las de al Asad.
El gobierno iraquí había bombardeado al Estado Islámico mucho antes de que los drones (naves robot no tripuladas) y los aviones de guerra estadounidenses se les unieran y el gobierno kurdo ha rogado por el apoyo aéreo de Estados Unidos.
El presidente Obama aprobó ataques aéreos focalizados en Iraq, pero sus críticos acérrimos en Washington pidieron una acción militar estadounidense más firme contra los extremistas islámicos.
4. Nosotros lo descompusimos. Nosotros lo reparamos.
Es un lamento que se escucha a menudo en Estados Unidos en estos días. Iraq no estaría en este predicamento si las fuerzas estadounidenses no lo hubieran invadido y desestabilizado. Estados Unidos tiene una deuda moral con ellos.
A eso hay que agregar que se perdieron vidas de estadounidenses y civiles iraquíes en la guerra para derrocar al exdictador Saddam Hussein, los miles de millones de dólares que se gastaron, el entrenamiento y las armas que se proporcionaron a las fuerzas iraquíes.
Estados Unidos no tiene tal interés en Siria.
Sin embargo, Washington no puede darse el lujo de sostener esa postura, dice Fareed Zakaria, analista de CNN.
“Estados Unidos debería desarrollar una postura política más lógica e integrada que lidie con Siria e Iraq al mismo tiempo… los desafíos en ambos países se están interrelacionando cada vez más”, dijo.
5. Reservas respecto a la intervención
Ciertamente la postura de Obama tiene detractores.
Los senadores republicanos John McCain y Lindsey Graham quieren que Obama lleve la lucha contra el Estado Islámico a Siria. El respeto a sus fronteras queda en segundo plano cuando se trata de detener a los extremistas, dicen.
El exembajador de Estados Unidos en Siria, Robert Ford, renunció en protesta a que Estados Unidos no ha actuado para detener a al Asad. Cree que Washington tiene la culpa de que el Estado Islámico se haya fortalecido en Siria.
La exsecretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, dijo recientemente que el presidente no ejerce el poder estadounidense con el vigor suficiente.
Pero después de sacar al país de dos guerras en Afganistán e Iraq, el presidente señaló que Estados Unidos debería cuidarse de tratar de resolver las crisis del mundo.
Se dice que declaró: “No hay que hacer estupideces”.