Por Tim Lynch

Nota del editor: Tim Lynch es el director del Proyecto sobre Justicia Criminal del Instituto Cato. Las opiniones expresadas en este comentario le pertenecen exclusivamente al autor.

(CNN) – Las historias que surgen de Ferguson, Missouri, pintan un panorama cada vez más preocupante: el de una ciudad como cualquier otra al centro de Estados Unidos que se ha convertido en una zona de guerra.

Empezó con los disparos que le causaron la muerte a Michael Brown, por parte de un oficial de la policía local. El tiroteo parecía ser algo cuestionable, pero el sentimiento en la comunidad era que la policía no podía llevar a cabo una investigación real e imparcial. Cuando el departamento de policía se negó a identificar al oficial involucrado, empezaron las protestas.

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Sin embargo, el jefe de la policía de Ferguson, Thomas Jackson, divulgó este viernes el nombre del agente involucrado en la muerte del joven negro, un incidente que desató disturbios raciales en esa localidad.

En una breve declaración a la prensa, Jackson identificó al agente como Darren Wilson, con seis años de servicio en la policía de esa localidad situada 20 kilómetros al noroeste de la ciudad de Saint Louis, pero no especificó si es de raza blanca, como aseguran los testigos.

Si un oyente no conociera la realidad, pensaría que la descripción de los eventos que se estaban desarrollando en Ferguson seguramente estarían ocurriendo en Irak o Afganistán. Tropas de asalto con corazas protectoras disparan gas lacrimógeno a las multitudes, mientras francotiradores apuntan rifles de alta potencia hacia grupos de civiles desde la parte superior de vehículos de asalto MRAP (Resistente a las Minas y Protegido contra Emboscadas), que recorren y bloquean las calles de la ciudad como tanques.

Esto es Estados Unidos, pero ya no parece así.

El representante republicano Justin Amash de Missouri tuiteó lo siguiente en la mañana: “Las imágenes y los informes en relación a #Ferguson son alarmantes. ¿Es esta una zona de guerra o una ciudad de Estados Unidos? El gobierno aumenta tensiones con equipo militar y tácticas”.

Las imágenes y los videos publicados en Twitter de la “zona de guerra” muestran lo que parecen ser unidades camufladas ocupando y conteniendo a los indignados civiles de Ferguson; sin embargo, no son soldados, son oficiales de la policía.

¿Cómo puede una pequeña fuerza policial actuar como una fuerza militar dominante?

Bajo lo que se conoce como el “Programa 1033”, el Departamento de Defensa le ha estado entregando excedente militar a los departamentos de policía para utilizarlo en ocasiones como “guerras” internas en contra de las drogas y el terrorismo. Miles de millones de dólares en armas y armamento militar han sido entregados a los departamentos locales de policía desde que el programa inició a finales de los noventa.

La política equivocada lleva a consecuencias como las que estamos observando en Ferguson. Ya desde 1999, el Instituto Cato advirtió en un documento informativo titulado “Policías guerreros: el ominoso crecimiento del paramilitarismo en los departamentos de policía de Estados Unidos” que el Programa 1033 es una idea terrible.

En primer lugar, vestir a los oficiales de policía como soldados es peligroso porque la mentalidad de un soldado es completamente inapropiada para un oficial de policía. Los soldados se enfrentan a un enemigo militar; los oficiales de policía se ocupan de ciudadanos, quienes están protegidos por la Carta de Derechos.

En segundo lugar, vestir a un policía de soldado no lo convierte en un soldado, sino en un policía más peligroso. Las unidades SWAT no son fuerzas militares especiales, incluso si tratan de actuar como tales. Los oficiales de policía simplemente no tienen el entrenamiento de las tropas militares, y darles las armas, el armamento y la actitud de guerreros simplemente es peligroso.

En tercer lugar, si las ciudades verdaderamente necesitan una unidad SWAT, eso debería reservarse para situaciones extraordinarias más allá de la capacidad del policía común, como una situación de rehenes. Dichas unidades SWAT no deberían ser desplegadas en el caso de llamadas de vigilancia de rutina.

La intensificación del conflicto en Ferguson no tenía que suceder. Si el Pentágono les da a los policías millones de dólares en martillos, no es de sorprenderse que de pronto todo parezca ser un clavo. Solo podemos esperar que la situación termine sin más violencia. Si el presidente Obama quiere hacer algo respecto a los terribles eventos en Ferguson, debería ponerle fin al Programa 1033.