Por Dario Klein
Sigue a @DarioKleinCNN
Beirut, Líbano (CNN Español) – Fátima vive junto a sus diez hijos como refugiada en el norte del Líbano.
Hace dos años, Fátima, su marido y el resto de su familia escapó de la guerra civil de Siria, un conflicto que desangra a ese país, con más de 190.000 muertos y tres millones de desplazados, según datos de las Naciones Unidas.
Fátima dice que su casa quedó en ruinas, y que fue testigo de “todo lo malo que se puede ver”.
Pero las cosas todavía podían empeorar para Fátima, su marido falleció de cáncer hace un año. Ahora ella busca una luz al final del túnel en un país del que hasta hace poco no había escuchado, Uruguay.
Una delegación uruguaya de seis personas está llevando a cabo en Beirut entrevistas con 160 personas, 16 familias sirias, que podrían llegar al país sudamericano como refugiados. Se trata de un proyecto que busca tender una mano para paliar una difícil situación humanitaria, con casi tres millones de desplazados por la guerra de Siria, según la ONU.
Una de estas familias es la de Fátima, quién dice “que como siempre la ven llorando, sus hijos le dicen que en Uruguay van a estar mejor, que todo va a mejorar allí”, Fátima espera que sus diez hijos puedan crecer y educarse en paz en el país sudamericano.
Durante las entrevistas, al delegación uruguaya explica a las familias cómo funcionaría su proceso de reasentamiento y qué pueden esperar del país.
“No encontramos a ningún aventurero, ninguno que reflexivamente que se quiera ir para dónde sea, intentando saber cuáles son las condiciones del programa y las oportunidades que puede generar Uruguay”, dice Javier Miranda, jefe de la delegación y director de Derechos Humanos de Uruguay.
Las familias no sólo se preocupan de la educación de sus hijos, sino también del tema religioso. “Muchos preguntaron si Uruguay acepta todas las religiones, si acepta el islam. Tendrían (los uruguayos) alguna objeción de que la mujer tuviera la cabeza cubierta (con un velo)”, explicó Miranda.
Y este tema religioso es uno de las preocupaciones de Nasser, quién tiene 10 hijos y quiere que sus dos mayores puedan asistir a la universidad pública en Uruguay.
Nasser cuenta que tanto él y su familia pueden rezar en dónde sea, que no le importa que en Uruguay casi no haya mezquitas y que sabe que allí cada persona tiene la libertad de practicar la religión que quiera.
La esposa de Nasser está embarazada y si emigran a Uruguay, su undécimo hijo será uruguayo de nacimiento. Una suerte con la que no corre Fátima, ya que el mejor de sus hijos nació –siendo refugiado– en Líbano. Su hijo es técnicamente apátrida porque no ha podido recibir la ciudadanía siria.
Estos son tan solo una muestra de los problemas que los planes de reasentamiento cómo este pretende resolver.
Por eso la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), quiere que la iniciativa de Uruguay sea imitada por otros países.
“Es una decisión maravillosa. Es un comienzo. 120 (personas) puede parecer un número pequeño, pero demuestra que el gobierno de Uruguay busca una solución duradera para brindar protección a una cantidad de personas, y espero que muchos países sudamericanos se unan al programa de reasentamiento”, dijo la OIM.
El Líbano está desbordado de refugiados. En estos momentos, según la ONU, 1 de cada 5 habitantes de este pequeño país donde conviven cristianos y musulmanes, es un refugiado. Y viven donde pueden, en albergues, casas alquiladas, o campamentos de refugiados. Y lo hacen en Beirut y sus alrededores, en Tiro, en el sur, en el Valle del Bekaa donde está la principal concentración de sirios. Muchos libaneses dicen que no estar muy a gusto con la situación, porque consideran que los refugiados modifican su estilo de vida y se convierten en mano de obra barata que le quita trabajo a los locales.