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Por Atika Shubert y Bharati Naik, CNN

Londres (CNN) – Los combatientes extranjeros en Siria e Iraq se han vuelto un gran dolor de cabeza para las autoridades de todo el mundo.

A muchos les alarma el rápido aumento de la cantidad de occidentales que se han unido a los grupos militantes que tratan de establecer un califato islámico. Se han emprendido muchas investigaciones tras la decapitación del periodista estadounidense James Foley, ocurrida la semana pasada.

Hemos estado rastreando a los combatientes extranjeros que entran a Siria desde hace más de un año.

Durante este tiempo, nos encontramos con dos jóvenes que estaban dispuestos a hablar con nosotros a través de Skype desde el interior del país, en donde están ayudando a combatir a las fuerzas del presidente Bachar al Asad.

Hablamos con ellos por primera vez hace un par de meses y desde entonces hemos estado en contacto.

Tras mucho debatir —y mucha persuasión— accedieron a dar una entrevista desde el norte de Siria a través de Skype.

Parecía que estaban en un café internet clandestino. Como se esperaba, la conexión no era espectacular y fue necesario hacer varios intentos para poder hablar con ellos finalmente.

A pesar de que habíamos hablado antes con ambos, no fue fácil identificar cuál de los militantes enmascarados era cuál. Mientras tomaban asiento para empezar la entrevista, tuvieron cuidado de ajustar sus pañoletas para cubrir gran parte de su rostro.

Colocaron deliberada y cuidadosamente un AK-47 entre ambos. De forma involuntariamente graciosa y con un aire serio, se volvieron a presentar con sus sobrenombres yihadistas: Abu Bakr y Abu Anwar.

Abu Bakr estaba dispuesto a hablar con nosotros y gradualmente accedió a traer a otros combatientes para que los entrevistáramos, proceso que se dificultó ya que tanto Bakr como Anwar cambian de lugar cada par de meses.

Abu Bakr no nos dijo de dónde es, pero Abu Anwar es británico. “Soy del sur de Inglaterra”, explicó. “Crecí en una familia de clase media. La vida era fácil en casa. Tenía una vida, tenía un auto. Pero la cuestión es que no puedes practicar el islam en casa”.

“Vemos el mal a nuestro alrededor. Vemos pedófilos. Vemos homosexualidad. Vemos crímenes. Vemos violaciones. Y no podemos hacer nada al respecto porque nos obligan las leyes del kafir (infiel)”.

Al principio, ambos combatientes llegaron a Siria para unirse a la alianza rebelde que se oponía al régimen de Bachar al Asad, pero ahora creen que es más importante establecer un califato islámico.

Cuando le preguntamos a Abu Anwar si tenía algún mensaje para sus amigos en casa, hizo un llamado a unirse a la lucha.

“Dejen las tierras de la infidelidad y partan hacia las tierras del islam”, dijo. “En Raqqa tenemos un Estado islámico. Alhamdulillah (todos alaban y dan gracias a Dios) ahora en Iraq. Pido a todos mis amigos musulmanes que hagan la hégira (el viaje sagrado) hacia estos Estados islámicos”.

En todas nuestras conversaciones, ambos hombres fueron corteses. Respondieron pacientemente a nuestras preguntas y estaban decididos a mostrarnos su punto de vista: para ellos, Estados Unidos es un país inmoral que está en guerra con los musulmanes.

En nuestra plática predominaron las discusiones de lo que para ellos eran injusticias estadounidenses, cosas como Guantánamo y lo ocurrido en Abu Ghraib.

También pidieron que se liberara a Aafia Siddique, una científica que estudió en Estados Unidos y a la que condenaron en 2010 por haber disparado a unos oficiales estadounidenses mientras estaba bajo custodia en Afganistán.

Abu Bakr empezó a agitarse cuando mencionó que se enteró de que hay otras musulmanas bajo custodia de Estados Unidos y que las tratan igual que a los hombres. Tanto Bakr como Anwar coincidieron en que esto era una total injusticia.

En nuestra más reciente entrevista les preguntamos acerca de la grabación de la muerte del periodista estadounidense James Foley.

“Cuando se publicó el video lo vimos en nuestra base y uno de nuestros hermanos lo descargó. Mi reacción inicial fue pensar que esta había sido una reacción directa a los crímenes que Estados Unidos ha cometido contra el Estado islámico”, dijo Abu Anwar.

Abu Bakr agregó: “pensamos que el Estado islámico realmente no tiene otra opción. Estados Unidos tiene la tecnología, pero eso no significa que puedan llamar a cualquier país ni bombardear a quien quieran sin detenerse por nada. ISIS trató de negociar el intercambio con un prisionero musulmán, trató de negociar un rescate con ellos, pero ellos son demasiado arrogantes para verlo. Pensamos que estuvo muy justificado y pensamos lo que el mismo James Foley dijo… que su verdadero asesino era Estados Unidos”.

Su interpretación del islam es radical y extremista: su sentido de la justicia es medieval y dicen que el Consejo Musulmán de Gran Bretaña, la mayor organización musulmana de Reino Unido, son apóstatas. Les preguntamos si considerarían llevar a cabo una ejecución por decapitación.

“Esa es la forma islámica de ejecución y solo haremos lo que complazca a Alá”, respondió Abu Anwar.

“Si eso significa cortar el cuello a los enemigos del islam, entonces estaremos más que complacidos de hacerlo. Me gustaría conocer al Señor Alá y contarle lo que hice por su religión. Espero que Dios me dé la oportunidad de hacer lo que el hermano hizo con James Foley. Ya sea James Foley, un soldado estadounidense o Bachar al Asad… mis manos están prestas a llevar a cabo este bendito acto”.

Sin embargo, cuando le preguntamos por qué siguen apoyando a ISIS a pesar de que al Qaeda condenó la brutalidad del grupo, inicialmente tuvieron dificultades para responder y su determinación se tambaleó.

“Es una diferencia táctica”, explicó Abu Bakr. “Básicamente, al Qaeda no dice que ellos son muy crueles. Hay diferencias operativas respecto a ellos. Además, estamos en desacuerdo con ellos. Pero hacemos lo que el islam permite. No importa qué grupo sea ni cómo se llame, ISIS o al Qaeda”.

Pedimos que nos dieran más detalles sobre las batallas en las que habían combatido o en dónde se ubicaban, pero los hombres tuvieron cuidado de no revelar demasiado.

Nos enviaron fotografías de su entrenamiento básico en un campamento de los militantes; en una de las fotos, Abu Bakr está dentro de una trinchera y sostiene un rifle Kalashnikov.

El único momento en el que parecían hacer una pausa en su discurso islamista era cuando hablaban de su familia. Cuando le preguntamos a Abu Anwar qué diría su madre, calló y se rehusó a hablar de ellos.

Está claro que ambos esperan morir en Siria, ya sea en batalla o en lo que ellos llaman una misión de martirio: un ataque suicida en contra de las fuerzas enemigas. Abu Anwar dijo que su familia había perdido la esperanza de que regresara.

“No, ya no me piden que regrese. Al principio lo hacían, pero ahora saben que no regresaré. Así que no tiene sentido que gasten su aliento. Oramos mucho que Alá te dé éxito y que Alá acepte esta yihad de tu parte. Entienden que no regresaré y saben que no me volverán a ver en esta vida”.