Por Rafael Romo y Felipe Guler
Santiago, Chile (CNN Español) – Cecilia Heyder dice que sufre constantemente de dolor. Desde 2011, la chilena de 48 años padece de cáncer de mama y en 2009, fue diagnosticada con lupus.
Heyder dice que lo único que mitiga sus dolores es la marihuana. Cecilia es la única persona –que se conoce– que puede consumir legalmente marihuana en Chile y América Latina, la mujer obtuvo un permiso para importar marihuana medicinal.
Su caso es tema de conversación en toda la región latinoamericana, dónde la marihuana por lo general se asocia con el crimen organizado y maleantes, que con efectos medicinales de la misma.
Heyder dice que no fuma cannabis, pero come alimentos elaborados con marihuana como galletas y aceites para reducir el dolor.
Sin la marihuana, la situación es insoportable, comenta Cecilia. “Los dolores son salvajes. Tengo dolores articulares y neurológicos por el cáncer y por el lupus. Entonces, no puedo”, agrega Heyder.
En diciembre de 2013, Heyder solicitó un permiso a las autoridades de salud de Chile para consumir marihuana y recibió una respuesta afirmativa un mes después. Pero bajo las estrictas y a veces contradictorias leyes chilenas, la mujer podría haber sido arrestada por traficar una sustancia controlada.
El Instituto de Salud Pública de Chile le ha dado permiso para importar Sativex, una medicina derivada de la marihuana.
Ricardo Fábrega, director del instituto, anunció públicamente en julio su decisión de apoyar a Heyder. “Estamos dando la posibilidad de entregar una solución paliativa a las distintas dolencias de una paciente que encuentra solo en este medicamento un alivio”, dijo Fábrega.
“Siempre he dicho que yo no soy una traficante o una criminal. No tengo nada que esconder… no quiero hacer esto en secreto. Tener estas enfermedades no fue mi decisión. Simplemente me pasó. No quiero esconderme para usar marihuana”, comenta Heyder.
Ahora, enfrenta un nuevo obstáculo.
Según cálculos, la importación de Sativex le costará unos 6.500 dólares cada tres meses, una cantidad que no puede costear. Su esperanza es que a medida de que haya más pacientes autorizados a consumir este tipo de marihuana medicinal, el precio del producto disminuya.
No puede utilizar medicinas menos costosas como la morfina o lidocaína para mitigar su dolor porque contienen opioides, sustancias que rechaza su cuerpo debido a que sufre de lupus.
Claudio Venegas, director de Movimental –una organización que promueve la legalización de la marihuana en Chile–, dice que está consciente de que la marihuana puede ser nociva y que los menores no deben consumirla, “pero tenemos que reconocer que la marihuana se ha usado en el pasado, se usa actualmente y se seguirá usando en el futuro”.
“Las políticas para controlar la marihuana han fracasado, no solo en Chile sino en todo el mundo. La prohibición que criminaliza a los usuarios(…) y el dinero gastado por el estado no ha logrado nada: No hay más salud, no hay mejor información, no hay mejor educación, hay más consumo, hay más tráfico, pero todo esto desregulado. Por eso le debiera importar a todos”, dice Venegas.
En América Latina, Uruguay votó a favor de legalizar la marihuana en diciembre del año pasado, pero los legisladores aun están tratando de determinar cómo regular la marihuana medicinal y ese proceso podría tardar meses.
En México, legisladores del Partido de la Revolución Democrática (PRD), de izquierda, presentaron a principios de año una propuesta para la legalización de la marihuana en el Distrito Federal, pero tomará un año llevar a cabo el proceso para decidir si se aprueba.
En Colombia, el senador Juan Manuel Galán, hijo de Luis Carlos Galán, un candidato presidencial asesinado en 1989 por un sicario bajo las órdenes de Pablo Escobar, también presento una propuesta para regular el consumo de esa droga en el país.
Y en Estados unidos, la marihuana medicinal es legal en 23 estados y el Distrito de Columbia.
Heyder, quien es ama de casa, se ha convertido en la cara del movimiento para legalizar la marihuana en Chile, no solo para fines medicinales sino también recreativos.
En mayo, Heyder presentó a la Presidenta Michelle Bachelet 9.000 firmas de personas que apoyan la legalización.
Ser la cara publica en el debate, dice, ha tenido consecuencias. Su hijo de 23 años tuvo que someterse a un examen anti-drogas al solicitar un trabajo tras graduarse de la universidad.
Sin embargo, ella dice que seguirá de frente con su lucha para legalizar la marihuana, no solo con fines medicinales sino también recreativos.
“Cuando empecé mi grito desesperado no me apoyaban, pero con el tiempo me di cuenta que no estaba sola. Se empezó a unir cada día más gente, muchos enfermos ahora me dicen ‘yo también consumo y también quiero que se legalice’”, dice Heyder.