Por Shasta Darlington, CNN

Sao Paulo, Brasil (CNN Español) – Por 12 años Brasil ha sido gobernado por el Partido de los Trabajadores, de tendencia izquierdista. Durante ese tiempo el país ha crecido hasta ser la séptima economía más grande del mundo; pero el partido ha sufrido investigaciones masivas de corrupción. Ahora parece que alguien de afuera va a sacudir las cosas.

Una ambientalista de las bases que sólo aprendió a leer de adolescente, Marina Silva parece tener cada vez más probabilidades de ser la próxima presidenta de Brasil.

Silva tiene una historia inspiradora, hija de caucheros analfabetas de la Amazonía, luchó junto a Chico Mendes contra madereros ilegales. De allí pasó a ser ministra del medio ambiente y senadora.

Y ahora a los 56 años, apenas unas semanas después de entrar en la contienda electoral, ha surgido en las encuestas como la candidata presidencial del Partido Socialista. Silva reemplazó a Eduardo Campos, que según los sondeos estaba en tercer lugar, cuando murió en un trágico accidente aéreo.

“No vamos a perder tiempo con ataques y agresiones como nuestros adversarios. Necesitamos mantener y perfeccionar los logros del pasado, pero mirar hacia el futuro”, dijo Silva.

Los que la apoyan la consideran una especie de “Tercer Camino”, una persona de afuera que podría ayudar a eliminar la corrupción política. Algo sobre lo cual ha capitalizado su campaña.

“Hay mucha corrupción y robo, y pienso que la gente está harta”, dice la candidata.

Pero según los críticos, el hecho de que sea una extraña y su rigurosidad personal podrían hacerle imposible forjar las alianzas que necesita. Y se preocupan porque como evangélica devota, sus políticas sociales serían conservadoras.

Las preferencias podrían cambiar antes de la primera ronda de votación el próximo domingo 5 de octubre.

Pero no se puede subestimar a la presidenta Dilma Rousseff, con cinco veces más publicidad en televisión que Silva.

En caso de que ganara Silva, sería una novedad para Brasil. Sería la primera líder negra del país.