Hollywood (CNN Español) – Vence ya el plazo para que los países que quieran enviar una representante al premio Óscar en la categoría de Mejor Película Extranjera lo hagan.
Argentina fue de los últimos en hacerlo y, aunque nos hizo esperar casi hasta el final, sabíamos que no podía enviar otra diferente a Relatos Salvajes, la nueva película de Damián Szifrón.
Y no fue por falta de otras alternativas, igualmente aclamadas, que Argentina terminó enviando a Relatos. De hecho, en los círculos de festivales y mercados audiovisuales he escuchado en los últimos meses que las mejores producciones latinoamericanas de este año vienen de Argentina. En calidad y cantidad, ese suele ser el caso año tras año.
Para la edición del Óscar 2015, Latinoamérica comienza a celebrar que películas como Cantinflas, precandidata de México, esté teniendo un indiscutible éxito a nivel taquillero.
Del mismo modo, Venezuela, con la que quizá sea la cinta más ambiciosa de nuestra zona en cuanto a nivel de producción, sabe que la calidad de Libertador respalda sus deseos por una nominación. En el caso de esta última, yo me atrevería incluso a recomendar que contraten un estratega —seguro ya lo hicieron— para que también impulse una candidatura a Mejor Música Original para su compositor Gustavo Dudamel.
¿Pero por qué Argentina, sobre el resto de películas latinoamericanas —y como nos ocurrió en la final de la Copa Mundial— llega con una, o mejor, varias ventajas?
Relatos Salvajes se acaba de convertir en la cinta más taquillera de la historia del cine argentino. Superó a una como El secreto de sus ojos, que en 2010 le otorgó a Argentina su segundo Óscar a Mejor Película Extranjera (La Historia Oficial fue la primera en 1986).
Esa acogida, que por ejemplo hace poco se repetía en el festival de cine de San Sebastián, España, donde el público la eligió como su favorita, la cubre con un manto de popularidad que para la Academia será difícil de ignorar. En cuanto a la recaudación de Relatos en taquilla nacional, cualquier dólar extra sirve para cubrir los gastos de la campaña que para el Óscar deberán ahora diseñar.
Y para añadir al gran recibimiento que el público ha dado a Relatos Salvajes, está también la admiración del exigente festival de Cannes en Francia, que la incluyó en su selecto grupo de películas en competencia.
Otro de los detalles que la acercan a la posibilidad de una nominación es el apellido Almodóvar. Pedro y Agustín —hermano y socio del director— fueron productores desde su compañía El Deseo del nuevo trabajo de Szifrón. Tener a los Almodóvar como padrinos es algo que en Estados Unidos pesa mucho.
Pedro es uno de esos pocos directores hispanoamericanos que la crítica, los cineastas y el público de este país reconoce y admira por igual. Quizá nadie de la Academia se negaría a ver Relatos Salvajes en una proyección que sea convocada por Pedro.
Finalmente, otro detalle que juega a favor de Argentina es el distribuidor que compró los derechos para Estados Unidos. La compañía Sony Pictures Classics tiene un gusto impecable a la hora de seleccionar producciones extranjeras y además es veterana en este tipo de lides. Aunque este año no ganó con uno de sus títulos en la categoría de Mejor Película Extranjera, en 2013, 2012 y 2011 sí lo logró (con Amour, A Separation e In A Better World respectivamente).
Obviamente lo que debería importar para que una película reciba una nominación al premio Óscar, en cualquier categoría, son sus méritos artísticos. En el caso de Relatos Salvajes aún no puedo opinar sobre ese tema pues sigo sin verla y esperando a que me inviten a ello, aquí Hollywood.
Como yo deben estar varios miembros de la Academia.