Por Ivan Watson, CNN
(CNN) – Uno por uno, los prisioneros con los ojos vendados son llevados a la habitación gris fría y húmeda, y empiezan a contarnos sus historias.
Nos encontramos en una prisión dirigida por militantes kurdos, aquí al norte de Siria. Los kurdos no nos permiten ver las celdas donde se encuentran detenidos los prisioneros. Según dicen, los presos son miembros de ISIS.
Cuando se sienta el primer detenido, le pido al guardia que por favor le retire la venda de los ojos. Parpadea por la luz brillante y claramente se ve sorprendido al ver a un extranjero sentado frente a él.
El segundo prisionero que llegó temblaba de miedo cuando lo hicieron entrar. Me presento con cada uno de los detenidos como un periodista estadounidense.
“No tienes que hablar si no te sientes cómodo”, agrego. Cada uno de los hombres habla, aunque algunos les lanzan miradas a los guardias de la prisión que observan cada entrevista.
Un hombre, de nombre Suleiman, dice que es de Siria y afirma que fue obligado a unirse a ISIS porque temía por la seguridad de su familia.
Dice que nunca viajó a territorio controlado por ISIS, pero confiesa formar parte de una célula de ISIS que instaló y detonó un coche bomba a control remoto fuera de una base kurda de este enclave kurdo. Cree que la bomba mató a su propio sobrino, y dice que recibió más o menos 3.600 dólares por el trabajo.
“Ellos dijeron que estaban peleando por el islam y la justicia”, nos dice Suleiman. “Nos estaban mintiendo. Se aprovecharon de nuestras mentes y de nuestra pobreza”.
En los últimos meses, ISIS se ha apoderado de enormes territorios de Siria e Iraq, decapitando a periodistas y no creyentes occidentales en su esfuerzo por establecer un “Estado islámico” independiente en la región.
Desde mediados de septiembre, el grupo terrorista se ha visto envuelto en una batalla con las fuerzas kurdas en el pueblo de Kobani, en la frontera norte de Siria. Estados Unidos y sus aliados están bombardeando las posiciones de ISIS allí, pero los ataques aéreos aún no han librado a Kobani de manos del grupo.
El siguiente prisionero que los guardias sacan apenas es un hombre. Su nombre es Kareem y dice que solo tiene 19 años de edad.
Kareem dice que le pagaron 2.000 dólares por luchar junto a ISIS en el frente sirio durante más de un año y tiene cicatrices de la batalla que lo prueban. Al levantarse la camisa, muestra una horrible cicatriz rosada y marrón en su estómago.
“Me dispararon en el estómago tres veces”, dice. También tiene horribles cicatrices en su brazo derecho de otra herida de bala. Él afirma que ISIS droga a los combatientes antes de ir a la batalla.
“Nos daban drogas”, dice Kareem. “Te dan píldoras alucinógenas que te hacen ir a la batalla sin importar si vives o mueres”.
Kareem dice que luchó durante un año en todo el territorio controlado por ISIS. Dice que a otros combatientes que estuvieron con él, ISIS les prometió esposas. La mayoría de los combatientes eran extranjeros, dice, y tenía dificultades para comunicarse con ellos porque no hablaban el dialecto local sirio del árabe. Kareem dice que, en algún momento, incluso conoció a un combatiente de China.
Antes de ser capturado por los kurdos, Kareem afirma que vio cómo ISIS decapitaba a muchos de sus prisioneros.
“Siempre que ISIS entra en una zona… a la gente del lugar que no se adhiere a su ley islámica se le considera apóstata” dice. “Todo tiene que ser de la manera en que ISIS lo establece. Incluso a las mujeres que no cubren sus rostros… les cortan la cabeza”.
El último prisionero fue Jaber, un ex maestro de escuela y padre de dos hijos que también confesó un atentado con un coche bomba.
Le pregunto a Jaber qué habría hecho si me hubiera encontrado mientras patrullaba con ISIS.
“Tu destino habría sido la muerte”, me dice. “Y existen diferentes tipos de muerte; sin duda te torturarían, te podrían decapitar o amputar las manos. Ellos no simplemente te dispararían una bala en la cabeza”.
Cuando terminó de hablar, un guardia vendó nuevamente los ojos de Jaber alrededor de su cabeza y lo llevó fuera de la habitación.
Es imposible que CNN pueda confirmar si lo que lo que los presos dijeron es cierto, o si sus captores simplemente habían entrenado a estos hombres acerca de lo que debían decir.
También parecían tener poca información sobre lo que estaba pasando en el mundo exterior.
Uno de los hombres, Suleiman, se ve sorprendido cuando le digo que una coalición liderada por Estados Unidos, que incluye a Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, está llevando a cabo una campaña aérea para bombardear objetivos de ISIS.
“Espero que los maten a todos”, dice Suleiman, a quien al parecer le brotaban lágrimas de sus ojos.
Los tres hombres dicen que fue un gran error unirse a ISIS. Y ellos les están rogando perdón a sus captores kurdos.
Pero los guardias kurdos a cargo de esta prisión dicen que si los ponen en libertad, probablemente todos estos hombres se vuelvan a unir a ISIS.
Nick Thompson de CNN contribuyó con este reportaje.