Por Matt Majendie, para CNN
(CNN) – Son los días oscuros los que Oliver Wilson más recuerda.
Las llamadas telefónicas con su psicólogo cuando las lágrimas fluían, el momento en que su esposa Lauren lo sentó y le dijo que podía renunciar al golf, que no tenía nada más que demostrar.
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Ocupaba un lugar nada envidiable en los libros de los récords: había sido finalista en la mayoría de ocasiones en la historia del European Tour sin haber logrado una sola victoria, y había terminado en el segundo lugar nueve veces en 227 torneos disputados.
Y luego tuvo el honor de ser el único representante en la Ryder Cup (jugó en Europa en Valhalla en el 2008) que no ha ganado un título.
Sin embargo, en una carrera de números desafortunados, el inglés recordará por siempre el 228, el cual marcó su tan esperada victoria decisiva y el momento en el que salió de una nube de depresión que amenazaba con ponerle fin a sus días como jugador.
“Pensé: ‘Podríamos ir por buen camino aquí’. Todo se lo debo a él”, dice Wilson.
No pudo darle seguimiento a su éxito en el Portugal Masters, el cual se vio acortado por la lluvia, y donde solo fue posible jugar dos rondas, pero ha tenido tiempo para reflexionar en el premio de 800,000 dólares (pues lo llevó a superar los 8 millones de dólares en premios monetarios durante su carrera) y lo que significa para él.
Para empezar, ha asegurado su lugar en el European Tour de los próximos dos años, y su participación en dos eventos del World Golf Championship.
Wilson siempre había dicho que cuando ganara un torneo, su deseo era comprar un Aston Martin. Ahora que lo ha logrado, no tiene intención de ser tan frívolo.
Para él, el dinero no es lo más importante. “Siempre había soñado con ganar en St. Andrews (el Abierto Británico o los Dunhill Links Championships), pero esta vez sucedió”.
Será recordada como una de las victorias más populares de la temporada, cuando todos enviaron mensajes de texto y tuits para expresar sus felicitaciones por una de las historias más agradables del deporte en 2014.
Mcllroy, el hombre a quien le arrebató el título, fue una de las personas que felicitaron a Wilson, al igual que Ian Poulter, la estrella de la Ryder Cup Europea, quien tuiteó: “No puedo decirles cuán felices se sentirán todos los jugadores del Tour por la victoria que Oliver Wilson obtuvo en el Dunhill Links. Ha sido un largo recorrido de regreso”.
Acertadamente, al final del torneo, Wilson se fue de St. Andrews conduciendo un Skoda, mientras que la élite del golf despegó en sus jets privados.
Pero ahora dice que siente que puede “conquistar el mundo”… algo muy distinto a las dos últimas temporadas, en las que necesitó un psicólogo para “que me ayudara a seguir adelante mientras me derrumbaba por teléfono. No sabía qué hacer”.
El hecho de que él siquiera estuviera en St. Andrews fue un tanto fortuito; los organizadores tuvieron que darle una invitación tardía a Wilson.
“El sábado me sentía nervioso, pero no el domingo, hasta los dos últimos hoyos”, recuerda. “Lo importante era hacer el hoyo 17 en cuatro golpes; logré evitar el gran peligro. Recuerdo que usé el palo 3 en el hoyo 18 y no sentí cómo había sido, como ocurre normalmente”.
“Ocurrió lo mismo con el golpe de aproximación, no hubo reacción… fue extraño. Pensé que iba a quedar empatado otra vez (ha perdido los cuatro en los que ha participado), pero el putt de Tommy Fleetwood se deslizó y se desvió y eso fue todo. No lo podía creer”.
Sin que lo supiera, su esposa había viajado a Escocia para ver su última ronda, y Wilson la vio hasta que salió del último green.
“Me alegra no haber sabido que estaba ahí hasta ese momento”, dice. “Recuerdo que estaba viendo hacia abajo mientras lloraba, pero luego alcé la vista y ella apareció. Fue increíble, saber que ella creía tanto en mí como para llegar”.
“Creo que muchas personas piensan que las esposas de los golfistas son esposas trofeo, pero nosotros somos un equipo y ella ha estado presente en todo. Ella ha sido una gran influencia”.
La montaña rusa de Wilson en el golf finalmente va de nuevo en ascenso. En su anterior apogeo hace seis años, él era miembro del último equipo europeo que perdió la Ryder Cup, pero no previó cómo se vendría abajo su fortuna.
Me sentí increíble, como si cualquier cosa pudiera pasar”, dice respecto a esa época. “Vi que otros jugadores tenían dificultades y pensé: ‘Eso no me va a pasar a mí’”.
Pero sucedió y temió que nunca volvería a su mejor nivel.
Sin embargo, ahora está enfocado en obtener un lugar dentro de los mejores 30 jugadores del European Tour y espera jugar en su primer torneo major desde 2010.
Después de todo, el próximo año, el Abierto Británico se llevará a cabo en su nuevo campo de golf de la suerte: St. Andrews.