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Santiago, Chile (CNN) - Han pasado casi cuatro décadas, pero Cecilia Rojas llora por su hijo como si lo hubiera perdido ayer.

Rojas, de 58 años de edad, residente de la capital chilena de Santiago, dijo que le robaron a su bebé poco después de haberlo dado a luz.

Él nació dos meses antes de tiempo, pero los médicos y enfermeras le aseguraron a Rojas que estaba sano y que pronto lo enviarían a casa con ella.

“La enfermera puso al bebé sobre mi pecho mientras terminaba el papeleo”, recordó Rojas en una entrevista emotiva con CNN. “Luego, me dijo que iban a ponerlo en la incubadora porque estaba un poco pequeño”.

Jamás lo volvería a ver. Al día siguiente, una enfermera le dijo a Rojas que el bebé había muerto. Sus solicitudes de ver el cuerpo le fueron negadas, dijo. Nunca le entregaron el certificado de defunción.

De hecho, el destino del recién nacido de Rojas no fue un incidente aislado.

Podría haber cientos, incluso miles de casos de bebés que fueron robados de sus padres biológicos o regalados durante la terrible dictadura del general Augusto Pinochet en las décadas de los años setenta y ochenta, según varias entrevistas con autoridades chilenas, personas con conocimiento del tema y padres que siguen buscando a sus hijos.

Las desapariciones ocurrieron en las clases altas de la sociedad chilena, donde a las mujeres solteras les quitaban a sus hijos para proteger la reputación y el honor de la familia. Y ocurrieron también en las clases más bajas, donde simplemente robaban y vendían a los niños.

A lo largo de los años, a los desaparecidos los denominaron los “Niños del Silencio”.

‘La verdad sobre mi pasado’

Cecilia Rojas finalmente se casó con el padre del bebé y tuvo cuatro hijos más. Pero ella no ha dejado de pensar en su primogénito.

“La verdad es que vivíamos en una época en la que teníamos miedo de hablar sobre cualquier cosa”, dijo. “Crecí con ese miedo. Nunca volví a preguntar. Cuando me dieron de alta del hospital, mis hermanas hicieron preguntas y no lograron nada”.

Era el año 1975 y Chile estaba bajo el puño de hierro de una dictadura militar despiadada. Pinochet había estado en el poder desde septiembre de 1973, cuando el ejército, bajo su mando, bombardeó La Moneda, el palacio presidencial de Chile. Su régimen prosperó reprimiendo de manera brutal a sus enemigos, reales e imaginarios.

Constanza del Río, una diseñadora gráfica de Santiago, de 41 años de edad, también ha pasado su vida preguntándose. Desde muy niña, se dio cuenta de las notables diferencias físicas entre ella y su hermana. La mayoría de sus familiares sabían que era adoptada, comentó, pero nunca se lo dijeron.

“Ellos lo sabían”, recuerda. “Todos mis primos sabían que yo era adoptada. Hasta mis primos pequeños lo sabían. La única que no sabía que era adoptada era yo”.

Hace dos años, cuando cumplió 39 años, sus padres le preguntaron a del Río qué quería para su cumpleaños.

“La verdad sobre mi pasado”, exigió.

Sus padres de edad avanzada la llevaron a una iglesia. Con lágrimas en los ojos, recuerda, le dijeron la verdad.

“Ellos estaban realmente asustados de que yo me fuera a enfadar; pero no iba a ser así”, dijo. “Y cuando les dije que yo iba a ser su hija para siempre, lloraron y se relajaron”.

La verdad solo fue el inicio del viaje de del Río por su pasado. Los registros habían sido alterados para que pareciera que su madre adoptiva la había dado a luz, dijo.

“Normalmente en Chile, además de la partida de nacimiento, también hay un registro de nacimiento”, recordó del Río. “Este documento incluye detalles como el peso del bebé y otra información médica. En mi partida de nacimiento, esa parte está tachada y no existe un registro de nacimiento. Solo tengo un certificado de nacimiento”.

Desde hace dos años, del Río ha buscado a sus padres biológicos por todo Chile.

Ester Herrera, de 33 años de edad, una especialista en comunicaciones internas con el gobierno chileno, cree que ella es uno de los “hijos de silencio”.

Sacerdote bajo investigación

Para empezar, Herrera no se parecía a su madre, aunque Alicia Herrera, quien la crió, siempre sostuvo que Ester era su hija biológica, dijo.

“Siempre sentí que había algo extraño en mi historia, que yo no era su hija biológica, que me había criado con el amor más grande del mundo, pero que no compartíamos un vínculo de sangre”, dijo Herrera.

La verdad estaba a la vista. Su certificado de nacimiento obviamente es falso, dijo Herrera. Según el documento, su madre dio a luz cuando tenía 51 años. Pero en esa época, los tratamientos de fertilidad en Chile estaban en sus primeras fases, y eran demasiado caros para una mujer de clase media como Alicia Herrera.

Hace una década, su madre (quien ya falleció), confesó que una comadrona llevó a Ester a su casa cuando ella tenía 2 días de nacida, recordó Herrera.

“No tengo ningún sentimiento negativo hacia mi madre”, dijo. “Por el contrario, mis sentimientos hacia ella son de orgullo, gratitud y mucho amor”.

Herrera dijo que pudo confirmar que un médico falsificó su registro de nacimiento. La clínica donde nació ya no existe y, por ahora, una prueba de ADN es su única esperanza de obtener más información.

¿Cómo ocurrieron estas adopciones ilegales?

La respuesta la podría tener un sacerdote católico llamado Gerardo Joannon, quien está siendo investigado por las autoridades chilenas como sospechoso en algunas de las adopciones ilegales.

Marcela Labraña, directora de la agencia de bienestar infantil de Chile, SENAME, dijo que Joannon aparentemente arrebataba a los bebés de sus madres biológicas, ya sea mediante el engaño o la coerción, durante los años setenta y ochenta, con el fin de darlos en adopción a familias adineradas.

“Parece que el padre Joannon se ponía en contacto con los padres o abuelos de los bebés que estaban a punto de nacer”, dijo Labraña. “Generalmente, eran familias de clase alta en Chile. Las madres eran solteras y muy jóvenes”.

Gustavo Villarrubia, un periodista que publicó la historia de los “niños del silencio”, dijo que sacerdotes, médicos, enfermeras y clínicas aparentemente conspiraron en un ardid que duró por lo menos dos décadas. Sus hallazgos fueron publicados por el Centro de Investigaciones Periodísticas de Chile.

“Nos dimos cuenta de que ésta era una práctica común”, dijo. “Se robaban a los niños y los entregaban a otras familias. Engañaban a la madre biológica. En algunos casos, le decían que el niño había muerto. Ginecólogos, sacerdotes, enfermeras, comadronas y hospitales o clínicas eran parte de una conspiración para que esto fuera posible y nadie supiera la verdad”.

‘Apoyo y orientación’

Durante semanas, CNN solicitó una entrevista con Joannon y representantes de su orden religiosa, la Congregación de los Sagrados Corazones. Según información obtenida por CNN, la orden le prohibió a Joannon que hablara públicamente en relación a las acusaciones.

No fue posible localizar a Joannon en la residencia de la orden . Un empleado dijo que no estaba disponible.

En una entrevista con el Centro de Investigaciones Periodísticas de Chile, Joannon dijo que en los años setenta, la sociedad chilena despreciaba a las adolescentes solteras que resultaban embarazadas, y que algunos padres querían que las niñas abortaran.

Joannon le dijo al centro que se limitaba a poner a las niñas embarazadas en contacto con los médicos, quienes, a su vez, las conectaban con familias que no podían tener bebés. Dijo que lo hizo para salvar a los bebés de ser abortados.

En su única entrevista en cámara, llevada a cabo en abril con el Canal 13 de Chile, Joannon negó haberle dicho a las mujeres que se negaron a renunciar a sus hijos que sus bebés habían muerto.

“Nunca le dije a nadie que los bebés habían muerto porque yo ni siquiera sabía si habían nacido, o si eran hombres o mujeres”, dijo, según el Canal 13. “Nunca supe nada”.

El padre Alex Vigueras, líder de la Congregación de la orden de los Sagrados Corazones en Chile, dijo que Joannon no sólo facilitó las adopciones ilegales, sino también celebró misas conmemorativas para los bebés que habían sido robados y en realidad estaban vivos. Joannon negó las acusaciones en su entrevista con el Centro de Investigaciones Periodísticas.

Vigueras le ordenó al sacerdote involucrado que reconociera públicamente su papel en las adopciones ilegales y que pidiera perdón. Joannon no lo ha hecho. Vigueras también le ordenó al sacerdote que se retirara y viajara a España a fin de buscar orientación psicológica y espiritual. Las autoridades chilenas originalmente le ordenaron permanecer en el país, pero esa orden fue revocada recientemente.

Sin embargo, Vigueras dijo que no está de acuerdo con algunos críticos chilenos que han pedido que Joannon sea puesto en prisión.

“Los crímenes tienen que ser probados por las autoridades civiles o el derecho canónico, y muchos de esos posibles delitos ya no puede ser procesados (a causa de la ley que fija términos de prescripción)”, dijo.

Las autoridades dijeron que Joannon había estado implicado en 15 casos, pero el sacerdote le dijo al Centro de Investigaciones Periodísticas que él estaba involucrado en cuatro.

El abogado de Joannon, Eduardo Novoa, dijo que los crímenes que se le imputan a su cliente ni siquiera estaban en los registros sino hasta 1988. Esos crímenes incluyen tergiversación de embarazo y adopción a través del engaño.

“Mi cliente, como sacerdote, conocía a las familias, y se acercaba a ellas con la intención de darles apoyo y orientación cuando había embarazos inesperados”, dijo. “En algunos casos, los abuelos o los padres de una joven embarazada, consideraban que el embarazo era inaceptable y trataban de regalar al bebé de inmediato para que otra familia lo criara como su hijo”.

Búsqueda de la verdad

Joannon no es el único sospechoso. Las autoridades chilenas también están investigando a varios hospitales y clínicas que podrían estar involucrados en las adopciones ilegales o el robo de bebés.

Uno de ellos es el Hospital Barros Luco Trudeau en el centro de Santiago. Labraña, el director de la agencia de bienestar infantil, afirmó que al menos tres adopciones “irregulares” tuvieron lugar allí.

Karen Lara, de 39 años, dijo que hace 24 años le robaron a su bebé en Barros Luco. En ese momento tenía 15 años, pero ya estaba casada. Ella y su esposo, Sergio Farías, estaban esperando su primer bebé.

“Fue un parto normal”, recordó. “Pusieron al bebé sobre mi pecho. Era un bebé completamente normal, y estaba caliente cuando lo pusieron en mi pecho. Yo sé que él no murió”.

Pero horas después de darlo a luz, una enfermera le dijo que el niño había muerto. Al igual que otras madres, no vio el cuerpo, ni le entregaron el certificado de defunción.

“No fue mi culpa”, dijo Lara, entre lágrimas. “Tal vez esto me pasó a mí porque yo era tan joven. No tenía la fuerza para defenderme. Todo el mundo me cerraba las puertas. No le daban respuestas a nadie, ni siquiera a mi madre o a mi esposo”.

Los funcionarios del hospital rechazaron varias solicitudes de CNN para hacer comentarios al respecto, por teléfono o en persona.

¿Cuántos “niños del silencio” hay en Chile? ¿Cuántos padres e hijos buscan la verdad?

Las autoridades dijeron que temen que el número podría ser de cientos, tal vez incluso miles. Puede ser que la verdad nunca se conozca. Algunos de los que participaron en las adopciones ilegales han muerto. Muchas de las clínicas u hospitales donde los niños supuestamente fueron robados ya no existen.

CNN localizó a algunas personas que se reunieron con sus hijos o padres biológicos después de mucho tiempo. Ninguno de ellos se sintió cómodo hablando en público. Sus relaciones con la familia eran demasiado nuevas y frágiles, dijeron.

Otros (como Constanza del Río, Ester Herrera, Cecilia Rojas y Karen Lara) dijeron que esperaban que hablar en público las acerca más a la verdad que rodea a los “hijos de silencio”.

En relación a sus padres biológicos, del Río dijo: “Yo no quiero vivir mi vida sin saber que he hecho todo lo posible para encontrarlos”.