Por Arwa Damon, CNN
(CNN) — Hace apenas dos semanas, Yasir iba constantemente enfundado en un chaleco con explosivos y llevaba una pistola, un arma AK-47, y una radio mientras montaba guardia en una base de ISIS en la ciudad de Deir Ezzor, en el este de Siria.
Yasir (no es su nombre real) tiene apenas 15 años y es un niño-soldado de ISIS. Cuando nos conocimos, era evidente que estaba nervioso ya que sus manos temblaban ligeramente mientras levantaba su taza de té.
Es comprensible en vista de todo lo que ha pasado y del retorcido laberinto mental que está tratando de sortear.
Yasir siguió a su padre para reunirse con el Frente al Nusra de al Qaeda.
Cuando ISIS se apoderó de su territorio, padre e hijo le juraron lealtad.
“Pasé un mes sin ver a mi familia ni a alguien conocido”, cuenta Yasir. “Estaba prohibido ver y hablar con cualquiera”.
Dice que había unos 100 niños, que los mantuvieron aislados durante un mes de todo lo que conocían y amaban y que ni siquiera les permitían hablar o ver a sus familiares.
Los sometieron a un intenso adoctrinamiento religioso. Les daban lecciones diarias sobre la versión violenta y radical del Islam que profesa ISIS.
El entrenamiento militar riguroso también era parte de su vida diaria.
Cuenta que “solíamos arrastrarnos por debajo de unas redes. Encima volaban los disparos y nosotros teníamos que disparar nuestras armas. Saltábamos por grandes aros de metal y los entrenadores disparaban hacia nuestros pies diciéndonos que si nos deteníamos nos dispararían”.
Dice que los entrenadores los hacían correr dos kilómetros. “Tenía mucho cuidado de no detenerme; no me detenía aunque estuviera exhausto, sin aliento, no me detenía”.
ISIS publica videos y fotos en internet en los que presume a sus “cachorros del Estado Islámico”.
Aunque no hay datos concretos sobre la cantidad de niños que forman parte de ISIS, Naciones Unidas señaló que hay reportes confirmados de niños de apenas 12 años que se someten a entrenamiento militar.
Yasir admitió que extrañaba a sus padres. Fue la primera vez que estuvo separado de ellos, pero dice que él y los demás niños reían, bromeaban y hablaban de su entrenamiento.
Después de un mes lo enviaron a casa y empezó a reportarse regularmente a sus misiones.
“Cuando llegamos nos dieron armas, el cinturón con explosivos y la radio”, cuenta.
“Recibíamos llamadas de los puntos de revisión para alertarnos [cuando] venía alguien muy importante de ISIS. Si había alguien que no fuera importante, tomábamos nuestras armas y lo deteníamos”.
Sin embargo, su madre le rogaba que se fuera. Yasir cuenta que “ella decía que soy demasiado joven. ‘Por favor vete, no tienes nada que ver con esto’. Yo le decía que esta era la yihad que todos debíamos emprender”.
Dice que la primera vez que vio una decapitación no comió en dos días por el asco que le provocaba la escena, pero no por el acto en sí.
Reconoce que tenía miedo de que el cinturón con explosivos que llevaba puesto se detonara accidentalmente si se le caía metralla. También se sentía orgulloso, fuerte y pleno de propósito.
Sin embargo, su padre se dio cuenta de que tenía que salvar a su hijo. Decidió que desertaría y engañó a Yasir para que se fuera a Turquía con él.
Yasir cuenta que “le preguntaba: ‘¿por qué estás haciendo esto? ¿Qué ocurrió?’ Mi padre me miraba y decía que ellos no iban por el camino religioso correcto”.
El Yasir al que conocimos parece tener un carácter gentil, pero está claramente confundido y se debate por definir qué es lo correcto y qué es lo incorrecto, y por liberarse del daño psicológico que ISIS le infligió.
Primero dijo que quiere regresar con ISIS porque sus amigos están allá y defiende algunas de las interpretaciones estrictas del Islam, pero también dice que “estoy descubriendo, con el tiempo, que ellos no tienen religión”.
Casi al final de nuestra entrevista, nos cuenta que se arrepiente de habérseles unido.
Yasir tiene la oportunidad de liberarse de las garras de ISIS, de volver a ser el estudiante amante del árabe y las matemáticas que era antes de la guerra.
Pero esa no es la situación de los otros niños a los que ISIS tiene atrapados, viviendo bajo su mandato, fácilmente manipulables y seducidos por una organización terrorista.