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Por Chris Moody

ROMA, Texas (CNN) — Michele Bachmann, legisladora republicana por Minnessota, saltó de una camioneta negra cerca de un acantilado con vista al río Bravo, de un salto llegó a la orilla de una roca y observó el río que separa a su país de México.

Era una tranquila tarde de viernes en esta ciudad fronteriza a la que los inmigrantes suelen entran secretamente tras cruzar el río en lanchas inflables, trepar por una cañada y buscar refugio en una iglesia del lugar. Sin embargo, en este momento no se veía gran cosa en el lado mexicano, fuera de un grupo de pescadores con sus cañas y unos cuantos caballos comiendo cerca del río.

“Hoy está muerto”, dijo Bachmann, quien sonaba decepcionada.

Culpaba a la cámara portátil de CNN por la tranquilidad.

“Creo que está tranquilo porque las cámaras están aquí. Porque más que nada, a los cárteles criminales les preocupa y temen la ira del pueblo estadounidenses”, dijo Bachmann. “Son rufianes, villanos, pero son empresarios. Por eso temen a las cámaras de CNN”.

Su amigo, el legislador republicano por Iowa Steve King la alcanzó en una roca sobre el río. Ambos representan a la coalición de asambleístas que se oponen ferozmente a cualquier acción legislativa sobre inmigración que permita ofrecer un estatus legal a los inmigrantes que viven ilegalmente en Estados Unidos. Aunque no tienen mucha influencia oficial en Washington (ninguno preside un comité legislativo y Bachmann planea dejar el Congreso en enero), tienen una gran importancia para la amplificación del mensaje conservador.

Son prolíficos recaudadores de recursos y gozan del apoyo generalizado de la base del Tea Party. Bachmann se volvió más prominente en 2011, cuando se postuló brevemente como candidata a la presidencia. Como legislador veterano en Iowa, el estado en el que se lleva a cabo la primera contienda electoral del calendario presidencial, King también tiene influencia entre los principales republicanos del país. Se sabe que ambos hacen declaraciones incendiarias, costumbre que les da una plataforma tanto en los medios conservadores como en los liberales.

Llegaron a Texas un día después de que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, anunciara un controvertido plan para invitar a ciertos inmigrantes que viven ilegalmente en Estados Unidos a “salir de la clandestinidad” al ofrecerles un estatus legal temporal si aprueban las revisiones de antecedentes y pagan impuestos retroactivos. El presidente dijo que actuaba a falta de acción del Congreso, ya que la Asamblea, que está bajo control de los republicanos, no había aprobado una propuesta de reforma inmigratoria bipartidista que se aprobó en el Senado en 2013.

El anuncio indignó a los republicanos, quienes afirman que se está excediendo de sus facultades. El presidente de la Asamblea, John Boehner, lo llamó Emperador Obama y el asambleísta Moe Brooks insinuó que el presidente podría enfrentarse a un juicio político e incluso una condena de prisión por su decisión.

Para no quedar atrás, Bachmann y King, representantes de distritos que se encuentran a más de 1,600 kilómetros al norte de Roma, querían ser de los primeros legisladores en llegar a la frontera para reaccionar.

Conocen bien el sitio que decidieron visitar, un mirador cerca de un puente que conecta a ambos países sobre el río Bravo. Ambos visitaron este lugar en julio de 2014, cuando grabaron con un celular un video en el que, según ellos, se ve a una mujer embarazada cruzando el río.

“Se me acaba de ocurrir”, dijo King en su segundo viaje a este lugar, “que la mujer embarazada a la que dejaron aquí seguramente tuvo al bebé. Ese bebé es ciudadano estadounidense. Anoche, Barack Obama le dio amnistía a la madre de ese bebé. Ahora tiene amnistía. Una amnistía ilegal e inconstitucional”.

La afirmación de King sobre la mujer es incorrecta: para ser acreedor al estatus legal, de acuerdo con el nuevo plan de Obama, los inmigrantes deberán haber vivido en Estados Unidos por al menos cinco años. La mujer de la que habla llegó a mediados del año, por lo que no tendría ese derecho.

En respuesta a la acción de Obama, Bachmann y King quieren que el Congreso apruebe una resolución de desaprobación, seguido de un voto de censura. Luego quien enviar a la Casa Blanca una propuesta de presupuesto del que se excluyan los recursos necesarios para que ejecute su plan, estrategia que los líderes republicanos de la Asamblea y el Senado respaldan.

King no descartó un juicio político más adelante.

“Esperemos que nunca tengamos que responder a esa pregunta”, dijo a CNN. “Esperemos que podamos hacer lo más razonable primero”.

En cuanto a la solución al problema de inmigración ilegal, King propuso un sistema de cercas de tres niveles que puede extender la longitud de la frontera de 3,200 kilómetros. Tras estudiar la frontera, King abrió la cajuela de su camioneta y sacó un desgastado trozo de papel que revela una maqueta de un sistema de bardas de concreto que diseñó en sus ratos libres.

“Construí esa barda en el salón del pleno de la Asamblea”, dijo. “Está en YouTube”.

King no bromea. En 2006 construyó una maqueta de la barda que diseñó y se transmitió en vivo por el canal C-SPAN. Tiene alambre de púas en miniatura y usó cartón para representar la tierra.

Cuando le preguntamos sobre quienes afirman que una barda fronteriza sería costosa y casi imposible de construir en su totalidad, King la comparó con la Gran Muralla China, un proyecto cuyo fin era mantener fuera a los ejércitos invasores y cuya construcción cobró la vida de miles de trabajadores chinos.

“Sobraban muchos chinos”, dijo King.

Sin embargo, la idea de la barda podría resolver solo parte del problema. Aunque la frontera se asegurara en su totalidad, se estima que unos 11 millones de inmigrantes indocumentados seguirían en Estados Unidos. Los republicanos que rutinariamente critican la oferta de la supuesta amnistía a estas personas tienen poco que decir respecto a qué hacer con ellos.

Ni siquiera King, que ha basado su carrera en su oposición a la inmigración, respondió a la pregunta al principio. Finalmente, tras muchos intentos, reconoció que no creía que fuera responsabilidad del gobierno encargarse de ellos.

“No tenemos la obligación moral de sacar a la gente de la clandestinidad”, dijo King. “Vinieron para vivir en la clandestinidad y esa fue su decisión. Así que esta idea de identificar a la gente que vive en la clandestinidad y decir: ‘vamos a encontrarlos y a sacarlos de la clandestinidad’… no es parte de nuestro trabajo”.

El anochecer se acerca y no se puede ver a nadie cruzando. King y Bachmann subieron de nuevo a su camioneta y condujeron al este, hacia McAllen, en donde se reunieron con unos agentes de la patrulla fronteriza en un puesto de Seguridad Nacional.

Después de un largo día, los legisladores excursionistas terminaron su aventura en un restaurante mexicano del lugar; comieron enchiladas y bebieron una ronda de margaritas.

En las rocas y con sal, desde luego.