(CNN) – No les digan a los niños, pero estamos totalmente equivocados respecto a Santa Claus.
Incontables canciones de Navidad nos cuentan que Santa es básicamente el juez de los menores. Él decide quién se portó bien o mal y reparte regalos o castigos en consecuencia.
Sin embargo, los historiadores dicen que Santa se creó originalmente para evitar que los adultos, no los niños, se portaran bien. Como viejos astutos que somos, burlamos la vigilancia de Santa, pusimos a los niños bajo los reflectores y cambiamos radicalmente las celebraciones de Navidad.
¿Cómo logramos esta importante victoria histórica?
Imaginen que es principios del siglo XIX y los líderes cristianos de Estados Unidos (que eran en su mayoría protestantes de la Reforma) habían prohibido las celebraciones religiosas de la Navidad por considerarlas antibíbilicas y paganas.
Sin embargo, la gente aún quería festejar. ¿Por qué no? Era pleno invierno, ya se habían recogido las cosechas y los marineros estaban esperando a que el clima mejorara para desembarcar.
Así que el 25 de diciembre, los obreros aburridos se emborrachaban y daban tumbos por las ciudades, buscando algo qué saquear.
Imaginen el Black Friday, las vacaciones de primavera y la Nochevieja y luego háganlas colisionar como si fueran dos luchadores de sumo ahogados en sake. Así era la Navidad a principios del siglo XIX.
Un montón de neoyorquinos de sangre azul decidieron que había que poner fin a toda esta diversión.
“Querían domesticar la Navidad, llevarla bajo techo y centrarla en los niños”, dice Gerry Bowler, autor del libro Santa Claus: A History (una historia sobre Santa Claus) y profesor de Historia en la Universidad de Manitoba, en Canadá.
Estos grinch, quienes crearon la Sociedad San Nicolás de Nueva York, cambiarían el mundo con dos breves poemas. Sí, poemas.
Pero, retrocedamos un poco.
Cuando los neerlandeses llegaron al Nuevo Mundo en el siglo XVII, trajeron consigo a un personaje tradicional llamado Sinterklaas, explica Bowler.
Sinterklaas, quien usaba una mitra roja de obispo y llevaba una barba blanca como la nieve, se basó en San Nicolás, un griego del siglo III que vivía en lo que hoy es Turquía.
A pesar de que era obispo, este Nico era un poco maloso.
Un arqueólogo desenterró sus huesos en 2005 y descubrió que Nicolás tenía la nariz rota, tal vez como consecuencia de la persistente persecución de los cristianos en esa época, explicó Adam C. English, autor del libro The Saint Who Would be Santa Claus (el santo que se volvería Santa Claus).
¿O acaso se trató de violencia entre cristianos?
Según una leyenda medieval, Nicolás golpeó a un hereje en el Concilio de Nicea, una reunión que se llevó a cabo en el 325 y en la que se llegó al primer consenso sobre la doctrina cristiana. En los primeros iconos de Nicolás se lo representa sin las prendas obispales, sutil indicio de que lo habían destituido, tal vez por pelear a mano limpia.
¡Ay!, el rumor de Nico en Nicea no es cierto, dice English. Pero parece que a la gente le encanta el relato que está en todas partes en esta época del año, como las Nochebuenas.
Afortunadamente, San Nicolás no sólo era famoso por sus altercados. También era famoso por dar regalos y proteger a los niños.
La primera de estas cualidades surge de una historia sobre un hombre pobre que tenía tres hijas jóvenes. Como no tenía una dote para ofrecer a los pretendientes, el hombre estaba preocupado de que sus hijas terminaran prostituyéndose. La leyenda cuenta que Nicolás metió tres bolsas de oro por una ventana de la casa del hombre, con lo que salvó a las mujeres de terminar en las calles.
La segunda historia es un poco macabra: mientras se hospedaba en una posada, Nicolás descubrió tres niños desmembrados en unos barriles de salmuera. Reconstruyó y revivió a los niños y castigó al posadero culpable.
Estas hazañas, aunadas a su aspecto común (no fue mártir ni ermitaño como otros cristianos ejemplares de la época), hicieron que Nicolás fuera el principal santo de la Edad Media, explica Bowler. Su popularidad se puede medir con la larga lista de personas, lugares, iglesias y grupos cristianos que consideran a San Nicolás su patrono.
Bowler, el biógrafo de Santa, dice que la fiesta de San Nicolás, el 6 de diciembre (el día en que supuestamente murió), se celebró en toda Europa durante varios siglos y a menudo se hacían regalos a los niños.
Pero a principios del siglo XVI, la Reforma Protestante arrasó con los santos cristianos y los denunció como antibíbilicos e idólatras. La Navidad también quedó relegada en gran parte de la Europa protestante de esa época.
Pero en algunos países, como Países Bajos, se mantuvieron vivas las tradiciones relacionadas con Sinterklaas. Estas costumbres fueron las que los neoyorquinos del siglo XIX quisieron revivir.
Mientras buscaban una forma de que la Navidad fuera más familiar, la Sociedad San Nicolás encontró al hombre perfecto para representar a quien le daba su nombre y quien, después de todo, era famoso por ser amable con los niños.
Fue una maniobra genial. El verdadero objetivo era sacar a los borrachos de las calles, ¿recuerdan? Ahora podían hacer que la Navidad fuera un evento familiar en el que los niños, que llevaban una vida muy difícil en ese entonces, recibieran regalos por portarse bien.
Pero los neoyorquinos necesitaban más que buen ánimo para cambiar la Navidad. Necesitaban historias.
Inspirado en las leyendas holandesas de Sinterklaas, el escritor estadounidense Washington Irving escribió una serie de semblanzas en las que representaba a San Nicolás volando sobre las casas de Nueva York, fumando una pipa y dejando regalos para los niños bien portados.
Más o menos una década después, un poema anónimo titulado The Children’s Friend (el amigo de los niños) presentó a un personaje mágico llamado Santeclaus que conducía un trineo tirado por renos lleno derecompensas y llenaba los calcetines de los niños obedientes con regalitos.
A partir de eso, un estudioso episcopalista llamado Clement Clarke Moore escribió un poema para sus vástagos, titulado A Visit From St. Nicholas (la visita de San Nicolás). Hoy es más conocido como The Night Before Christmas (la víspera de Navidad).
Lo raro, para un profesor de seminario, fue que Moore despoja a San Nicolás de todo propósito en el poema. Nicolás usa un traje de piel, baja por las chimeneas y deja regalos a los niños buenos. Pero no dice nada sobre “la razón de la temporada”, como dicen los campeones de la Navidad de la actualidad.
Con todo, la historia de Moore sobre San Nicolás se hizo viral y se difundió por todo el noreste de Estados Unidos más rápido que un reno que toma Ritalin.
En algunas descripciones tempranas, Santa Claus parece un elfo sobredesarrollado; en otras, luce un tanto tenebroso ya que los artistas estadounidenses combinaron a San Nicolás con personajes tradicionales europeos tales como el Krampus de Alemania, quien castiga a los niños malos.
Bowler dice que para principios del siglo XIX, Santa se estandarizó: se volvió el abuelo benevolente de barba blanca, traje rojo y ojos resplandecientes que todos conocemos y amamos. Y no somos los únicos.
“Los comerciantes aprovecharon de inmediato a este personaje”, explica Bowler. “Inmediatamente vieron que esta personificación podía ser útil para sus ventas”. En otras palabras, Santa estaba vendiendo productos casi tan pronto como se subió a su trineo.
Pero antes de que culpes a Santa Claus por comercializar la Navidad, piensa en cómo eran las cosas antes de que llegara, cuando los niños (y muchos adultos) tenían muchas razones para hacer pucheros.
Este artículo fue publicado inicialmente en 2014.