Por Tom Keatinge, CNN
Nota del editor: Tom Keatinge es director del Centro para los Estudios de Crimen y Seguridad en el Royal United Services Institute (RUSI). Fue inversionista bancario en J.P. Morgan durante 20 años. Los opiniones expresadas con exclusivas del autor.
(CNN) – Las exigencias que los terroristas están haciendo para pedir rescates a cambio de los rehenes secuestrados continúan y siguen en aumento… y se considera valiente (algunos dirían que cruel) al gobierno que elige no pagar a costa de las vidas de sus ciudadanos.
Esta semana, los 200 millones de dólares que se exigían a cambio de la vida de dos ciudadanos japoneses tal vez representa un cambio en la táctica de ISIS —el grupo que ahora controla grandes partes de Siria e Iraq— ya que se dan cuenta de que, con la notable excepción de Estados Unidos y el Reino Unido, la disposición de las naciones occidentales a resistirse a hacer algún tipo de pago frente a los videos de YouTube en los que sus ciudadanos piden por sus vidas es débil.
¿Acaso la firme resistencia a pagar el rescate es una posición útil que se debería asumir? ¿Acaso se piensa en el bien de los ciudadanos de una nación cuando no se ofrece negociar algún tipo de acuerdo? ¿O en realidad tendría más sentido adoptar un enfoque flexible que funcione individualmente, que haga negociaciones y considere todas las opciones posibles, entre ellas el pago de un rescate?
Los argumentos en contra del pago están bien ensayados y quienes intentan mantener la línea internacional los repiten a menudo. Desde el 9/11, el intento por privar a las organizaciones terroristas de financiación ha sido una piedra angular de los esfuerzos mundiales para luchar contra estos grupos. Por lo tanto, el pago de rescates a organizaciones terroristas para que los ciudadanos regresen a salvo es totalmente contrario a la avalancha de leyes y normas nacionales e internacionales que han surgido.
En una cumbre que se llevó a cabo en Irlanda del Norte en 2013, los líderes mundiales señalaron que la “comunidad internacional ha hecho un gran avance en la lucha contra el flujo de fondos a favor de organizaciones terroristas”, y también resaltaron el beneficio financiero sustancial que se obtiene de los pagos de rescate y el incentivo que esto genera para realizar más secuestros. Después de la Cumbre del G8 y a pesar de que en 2009 la ONU le recordó a los estados miembros su obligación de impedir el pago de rescates a terroristas bajo la Resolución 1904 del Consejo de Seguridad, el mismo aprobó otra resolución en enero de 2014, en la cual exhorta a los estados miembros a “impedir que los terroristas se beneficien directa o indirectamente de los pagos de rescate”.
Sin duda, el pago de rescates fomenta más los secuestros; es un ciclo que se autorefuerza y que se perpetúa por sí solo. El gobierno de Estados Unidos sostiene que “los secuestradores que buscan rescates distinguen entre aquellos gobiernos que pagan los rescates y los que no lo hacen… y dejan en claro que no deben tomar rehenes de aquellos países que se niegan a hacer concesiones”.
Sea como sea (y demostrando que una hipótesis siempre es muy subjetiva), la muerte del ciudadano británico Edwin Dyer a manos de Al Qaeda en el Magreb Islámico en 2009 —mientras que sus compañeros de cautiverio suizos y alemanes fueron liberados tras el supuesto pago de un rescate sustancial— pone de manifiesto que negarse a pagar es arriesgado.
Además, el desfile de decapitaciones espantosas de rehenes estadounidenses y británicos por parte de ISIS en 2014 sugiere que, a sabiendas de que Estados Unidos y el Reino Unido no van a pagar rescates, los ciudadanos capturados de estos dos países son mucho más propensos a ser asesinados en búsqueda de propaganda.
Disposición para negociar
Aunque pagar rescates aumenta el riesgo de nuevos secuestros, también aumenta claramente la probabilidad de un resultado seguro y exitoso. El hecho de ofrecer considerar las exigencias de pago de rescate introduce un requisito esencial y clave para el éxito: la disposición para negociar.
El mundo secreto del secuestro por un rescate (KfR, en lenguaje de la industria) proporciona una fuente de conocimiento educativo. Esta industria floreció tras el secuestro, rescate y muerte del bebé de 20 meses de edad, hijo del aviador estadounidense Charles Lindbergh.
En el corazón del crecimiento y éxito de este nicho de la industria se encuentra la capacidad para responder y comprometerse con los secuestradores, normalmente a través de intermediarios. El éxito se juzga no solo por el regreso seguro de un individuo capturado, sino también por la capacidad de negociar un precio que está muy lejos de lo que pidieron al inicio.
Con el conocimiento de que el pago de rescates a grupos terroristas designados es ilegal, los especialistas en KfR rápidamente pasan los casos asegurados que involucran a grupos terroristas a las autoridades del gobierno… y los resultados rara vez son tan favorables como los que se pueden lograr a través de la negociación de expertos.
Regularmente, la información que se presenta ante los legisladores cambia y los legisladores deben adaptarse. Ha llegado el momento para la adaptación.
El secuestro por rescate es una herramienta que se utiliza que los grupos terroristas utilizan cada vez más. Nasser al-Wuhayshi, líder de Al Qaeda con sede en Yemen, en la Península Arábiga, la cual, según cálculos, ha ganado 20 millones de dólares en rescates entre 2011 y 2013, afirma que “secuestrar rehenes es un botín fácil, un comercio rentable y un precioso tesoro”. En varios mensajes grabados, Ayman Al-Zawahiri, el líder de Al Qaeda, ha pedido a los partidarios de todo el mundo que secuestren occidentales.
Por muy nauseabundo (e ilegal en la mayoría de las jurisdicciones) que pueda resultar el hecho de financiar terroristas designados, en los últimos meses, ciudadanos de Francia, Alemania, Dinamarca e Italia han regresado sanos y salvos a casa. No ha sido así en el caso de los ciudadanos del Reino Unido y Estados Unidos.
La negativa a pagar rescates es desacertada. Un enfoque más matizado que deja todas las opciones, entre ellas el pago, abiertas a la negociación tiene mayor probabilidad de tener éxito.