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Antes de la presentación de una vacuna en 1967, casi cada estadounidense contraía sarampión; pero desde 2000, fue erradicada efectivamente en este país, con las únicas fuentes de exposición siendo visitantes extranjeros o estadounidenses que viajaban y la traían al país. Sin embargo, la amenaza crece, debido a que no se vacunan suficientes personas e incluso para aquellos que se vacunan, la tendencia en general es un problema para todos nosotros.

Las tasas de vacunación en Estados Unidos han disminuido constantemente desde finales de la década de 1990. Diecisiete estados ahora tienen menos del 90% de niños vacunados contra el sarampión. A veces, personas que piensan igual y no vacunan a sus hijos tienden a agruparse en las mismas comunidades, creando focos con tasas de vacunación muy bajas.

La reducción en las tasas de vacunación revela una de las peculiaridades de las vacunas: solo protegen a la población si casi todos se vacunan. Este es el concepto de inmunidad de grupo. El número mágico para el sarampión es 95, que significa que si al menos el 95% de las personas en una comunidad está vacunado, todos están protegidos. Esto se debe a que la probabilidad del virus encontrando a los individuos en el grupo que tienen poca o nada de protección es muy baja. Si una persona vacunada, y protegida, contrae sarampión, puede que no lo sepan, pero el virus se detendrá en su camino por su respuesta inmunitaria antes de que puedan enfermar a las personas. Sin embargo, mientras haya más personas menos protegidas, o desprotegidas, más fácil es que el virus las encuentre, enfermándolas y expandiéndose.

Para aquellos de ustedes que están vacunados y podrían pensar que están protegidos de la infección incluso en comunidades con tasas de vacunación menores de 95%, todavía necesitan preocuparse. Los adultos también pueden ser afectados. De hecho, 13 de los 18 casos confirmados de sarampión en el condado Orange en Estados Unidos, eran adultos. Aunque la vacuna contra el sarampión es extremadamente efectiva; la mejor que tenemos, la efectividad puede reducirse con el paso del tiempo, dejando vulnerables a los niños y adultos, incluso si estaban vacunados. Por lo tanto, el riesgo de que cualquiera de nosotros se enferme con una enfermedad infantil completamente prevenible como el sarampión, aumentará si las tasas de vacunación continúan disminuyendo.

Los funcionarios de Disney reconocieron la importancia de la vacunación. Después de enterarse de la exposición, ofrecieron pruebas de vacunación e inmunidad a sus empleados, según el comunicado emitido por la directora médica de Walt Disnet Parks and Resorts, la médico Pamela Hymel. De los cinco empleados afectados, tres fueron dados de alta médicamente y pueden regresar a trabajar, de acuerdo con un vocero, y los otros están en permiso con goce de sueldo hasta que sean dados de alta.

Para estar seguros, hay razones médicas válidas de que algunos niños no pueden vacunarse, como alergias a componentes de la vacuna, enfermedades subyacentes que comprometen el sistema inmunitario, o porque simplemente son demasiado pequeños. Pero estos niños dependen vitalmente de la inmunidad de grupo para protegerse de enfermedades infantiles.

Sin embargo, la desafortunada realidad es que más y más padres escogen no vacunar a sus hijos por razones no médicas. Algunos se niegan a las vacunas por creencias religiosas; otros se niegan por el desaprobado argumento de que las vacunas contribuyen al autismo. Su decisión de alto riesgo de no vacunar no solo pone en peligro a sus hijos, sino que también a aquellos que no pueden recibir las vacunas, e incluso a aquellos de nosotros que se vacunaron hace mucho tiempo, y dependen de la inmunidad de grupo.

Sin importar la razón por la cual los padres no vacunan a sus hijos, es importante para el resto de nosotros percatarnos de que también toman una decisión por nosotros. Al no vacunar a sus hijos, aumentan la probabilidad de todos de contraer una enfermedad infantil prevenible como el sarampión, tos ferina o incluso polio. Solo la semana pasada, un bebé de 25 semanas murió de tos ferina, que, al igual que el sarampión, se expande innecesariamente en Estados Unidos debido a la disminución de las tasas de vacunación.

Así como el conductor ebrio que toma una decisión socialmente irresponsable que no solo puede afectar su vida, sino también las vidas de otros conductores y pasajeros, los padres que escogen no vacunar a sus hijos, ponen a todos los demás en riesgo.

Podemos jugar un papel en la protección de los niños al asegurarnos de que los padres entienden su responsabilidad de vacunar a sus hijos y las consecuencias potenciales en toda la sociedad si no lo hacen. Después de todo, es un mundo muy pequeño y las acciones de algunos pueden afectar, y afectarán a muchos.