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Nota del editor: Noah Charney es profesor de Historia del Arte y escritor. Da una cátedra Guardian Masterclass titulada How to write about art (Cómo escribir sobre el arte).

(CNN)— Un hombre bañado en sudor y que lleva un sombrero de ala ancha, botas de cuero hasta las rodillas y un uniforme color caqui se abre paso por el denso follaje de la jungla con un machete.

Mientras las gruesas enredaderas caen por el embate de su hoja, se abre paso a un claro y de repente retrocede, titubeante.

Las fauces de una bestia primordial de piedra se abren justo frente a él.

Ante él se alzan las ruinas de un enorme portal de piedra, negro por el paso del tiempo pero de una grandeza colosal que aún no se pierde, un fino ejemplo de lo que los arqueólogos llaman “portal zoomorfo” o “puerta de boca de monstruo”.

Ante él se alza lo que alguna vez fue la entrada a una antigua ciudad maya construida aproximadamente en el año 700 y que quedó abandonada cuatro siglos más tarde.

Encontró la ciudad perdida de Lagunita.

Descubrir mundos perdidos

Ahora que se ha mapeado, circunnavegado, medido y etiquetado el planeta en todas las formas imaginables, parecería que la época en la que los exploradores descubren mundos nuevos son un recuerdo curioso.

Pero aún hay aventureros que exploran rincones olvidados del planeta y algunos hacen descubrimientos asombrosos.

Uno de ellos es parte Indiana Jones y parte Magallanes: es el arqueólogo esloveno Ivan Šprajc.

El brioso Šprajc tiene el rostro ajado de un hombre que ha pasado gran parte de los 60 años que ha vivido bajo un sol abrasador en excavaciones o abriéndose paso por la densa jungla.

Ha sido el primero en ver pirámides antiguas de 30 metros de alto que detectó en fotografías aéreas en su oficina, oculta en las calles empedradas de la barroca Liubliana, Eslovenia, a unos 10.000 kilómetros de distancia.

Pero hablando de la emoción del descubrimiento, no hay nada mejor que su encuentro con el portal-monstruo de Lagunita.

La fortuna y la gloria

¿Qué se siente encontrar una ciudad perdida? “Es una victoria”, dice Šprajc, “particularmente cuando el esfuerzo fue prolongado. En varias ocasiones pasamos dos, tres semanas abriéndonos paso por la maleza para llegar a algún lugar, sin saber qué encontraríamos. Cuando llegamos al sitio es como una gran victoria, como si lo hubiéramos logrado. Si hubiera sido fácil, entonces alguien más lo habría hecho ya”.

Él y su equipo han descubierto más de 80 ciudades mayas antiguas en las junglas de México desde 1996; el mundo moderno solo conocía unas cuantas.

Pero, ¿cómo es posible que una ciudad entera, que alguna vez pudo haber tenido decenas de miles de habitantes, sencillamente desaparezca?

Šprajc explica que la región en la que encontró estas riquezas no se había explorado porque es muy inaccesible: “Es muy difícil llegar aquí. Es una biósfera, un área natural protegida que no ha vuelto a estar densamente poblada desde el colapso de los mayas del periodo clásico, hace unos 1.000 años, más o menos”.

Cuando se permite que una jungla crezca sin control durante siglos, ciertamente puede tragarse ciudades enteras.

Resolver misterios históricos

Aún es un misterio que muchos asentamientos hayan quedado simplemente abandonados mucho antes de que llegaran los conquistadores españoles, pero estos sitios perdidos podrían tener la respuesta.

“El 99% de los asentamientos en las tierras bajas del centro y sur de la península de Yucatán quedó abandonado en cuestión de 200 años. Para el año 1,000, prácticamente todo estaba abandonado. Esa era la situación cuando los españoles llegaron. Pero no fue tan marcado en la sección norte de la península y en las tierras altas de Guatemala, en donde no hubo una ruptura sino hasta la llegada de los españoles”.

Entonces, ¿qué ocurrió en esa enorme zona que provocó esta evacuación masiva?

“Nadie sabe la secuencia exacta de los acontecimientos, pero definitivamente fue una combinación de sequías, cambio climático (y) sobrepoblación; pero otras cosas deben haber ocurrido en consecuencia: redadas y guerras devastadoras entre los Estados mayas, algo parecido a los combates constantes entre las antiguas ciudades-Estado de Grecia”.

“En este periodo clásico tardío, las guerras se intensificaron con consecuencias devastadoras: si se destruía o se derrotaba a una ciudad-Estado, las redes comerciales sufrían las consecuencias. Era una especie de mundo maya globalizado”.

No son los años, es la experiencia

Para saber más sería necesario llevar a cabo extensos y prolongados estudios de cada sitio, que es un trabajo de campo diferente al que Šprajc le gusta hacer. Su equipo mapeará lo que parece ser el núcleo del asentamiento, pero sencillamente no hay el tiempo ni la mano de obra suficientes para mapearlo todo, así que quedarán cientos de estructuras para que otros las estudien y las excaven.

La emoción de buscar el tesoro es lo que impulsa a Šprajc, esa epifanía al encontrar el tesoro escondido. No es dueño de lo que descubre y prefiere dejar que otros equipos de exploración excaven poco a poco los sitios que ha descubierto, que cataloguen y analicen lo que encontró.

Hacer este mapeo extensivo “no es nuestro trabajo. Nosotros damos el primer paso hacia una zona desconocida”, afirmó.

Šprajc es la reencarnación de los grandes exploradores del siglo XIX. Su especie está desapareciendo porque el mundo es cada vez más pequeño y la ciencia va disolviendo sus misterios. Pero en el calor de la jungla, la ciencia tiene una utilidad limitada. El espíritu intrépido, las manos callosas, el sudor, la sangre y la paciencia son más importantes que los accesorios.

Como dice Šprajc, “podemos sobrevivir sin computadoras, pero no sin machetes”.