(CNN Español) – La hora de la beatificación de Óscar Romero ha llegado. Es un momento que para miles, si no millones de salvadoreños, se ha retrasado más de tres décadas.
Para los creyentes de este país centroamericano, monseñor Romero fue santo el momento en que una bala le partió el corazón al celebrar misa el 24 de marzo de 1980.
Romero era considerado por el gobierno militar de aquel entonces como enemigo público por denunciar en sus homilías los abusos represivos del Ejército y la Guardia Nacional que ejecutaban órdenes de la oligarquía que no quería que avanzaran ideales considerados comunistas.
Pero Romero era igualmente crítico de los excesos de la guerrilla que secuestraba y asesinaban a militares y policías.
El sacerdote decía no ser enemigo de nadie pero advertía que quien estuviera en contra del pueblo estaba en contra de él.
Para muchos fue su última homilía el día antes de su muerte en donde directamente ordenaba a soldaos ignorar ordenes de sus superiores de disparar contra el pueblo. Homilía que fue respuesta a una carta enviada por un centenar de soldados pidiendo que intercediera con la cúpula militar para que no les ordenaran matar a los considerados agitadores porque muchos de ellos tenían familiares o amigos entre los grupos subversivos.
Nombramiento criticado
Pero si bien ahora el país entero parece volcarse en favor al padre Romero, su nombramiento como arzobispo de San Salvador en 1977 no fue bien recibido. “Fue como un balde de agua fría”, según monseñor Jesús Delgado, biógrafo de Romero.
Delgado asegura que el religioso se había ganado fama de conservador por no apoyar las acciones de muchos de los sacerdotes que sentían que debían tomar un papel más activo en defender al pueblo.
Durante sus más de 20 años en parroquias en provincias en el occidente del país, Romero prefería ejercer su influencia como líder comunitario de otra manera.
Según su hermano Gaspar Romero, el cura recibía peticiones de pobres y ricos para que interviniera para que se liberaran a ricos secuestrados por la guerrilla y pobres arrestados por el Ejército. Gaspar Romero dice que en ocasiones el padre Romero tenía éxito, pero a menudo regresaba con noticias de la muerte o desaparición de dichas personas.
Defensor de los pobres
Monseñor Romero también se distinguió por su generosidad con los mas necesitados. Gaspar Romero cuenta que en una ocasión que fue a visitarlo, le preguntó que si él creía que sus zapatos estaban en buenas condiciones, y al responderle que sí, el sacerdote le dio una caja de zapatos “de lujo” para que se los diera al jardinero.
“Él me dijo que me los daría a mí pero que yo como tengo buenos zapatos y dinero para comprarlos no los necesitaba, pero el jardinero sí”. dijo Gaspar Romero
Monseñor Delgado cuenta que el futuro beato era como un ‘Robin Hood” que tomaba los regalos que le daban los ricos para dárselos a los pobres.
Aun así, el día que tomó posesión como arzobispo, el clérigo le dio la espalda. Delgado cuenta que al termino de su discurso nadie aplaudió. “Era como un cementerio a media noche en la iglesia” dijo.
Pero a menos de un mes de su toma de posesión, el Romero que el pueblo idolatra salió a relucir, luego del asesinato del sacerdote Rutilio Grande y dos campesinos con los que viajaba.
Grande era amigo de Romero y, según Delgado, su muerte le hizo ver que tenía que utilizar las enseñanzas de la Iglesia para dar voz a quienes no la tenían.
Su final: el inicio de una guerra
Desde el púlpito, Romero denunciaba los abusos, la violencia y la falta de respeto para los pobres. Para muchos sus acciones prevenían una estalación de tensiones entre la guerrilla y el Gobierno. Tensiones que explotaron con su asesinato.
La misma noche de su muerte la guerrilla desató una serie de ataques contra el Gobierno, que respondió el día del funeral de Romero arremetiendo contra los feligreses que se despedían de su adorado pastor, causando varias muertes y decenas de heridos.
Para muchos, ese fue el inicio en serio de los 12 años que duró la guerra civil en El Salvador.
Por años se había cabildeado para que el Vaticano reconociera la santidad de Romero. Fue en febrero de 2015 cuando el papa Francisco lo declaro mártir, considerando su asesinato un acto de odio contra la iglesia. Su beatificación lo acerca a esa santidad que sus feligreses ya le han dado y que desde su muerte lo declararon San Romero y para muchos es ‘El Santo de América’.