Algunas madres ponen la placenta en deshidratación para hacerlo cápsulas que puedan tomar en las siguientes semanas o meses después del parto.

(CNN)– Salteada o mezclada en un batido, la placenta se está convirtiendo en un platillo cada vez más popular para las mujeres después del parto, quienes tienen la esperanza de que les ayudará a aumentar su energía y estado de ánimo.

Algunas madres primerizas ponen el órgano —que se desarrolla en el útero durante el embarazo— en deshidratación para hacerlo cápsulas que puedan tomar en las siguientes semanas o meses después de dar a luz.

Aunque el consumo de la placenta se ha recomendado por lo menos desde el año 1500 —en la antigua China se mezclaba con la leche humana como un antídoto para el agotamiento—, ha habido un resurgimiento en la práctica en las últimas décadas, y especialmente en los últimos años, en Estados Unidos, Canadá y Europa.

Ha sido adoptado por celebridades como January Jones y Alicia Silverstone.

Comer placenta ofrece supuestamente beneficios numerosos: previene la depresión postparto, reduce el dolor y la hemorragia postparto, aumenta la producción de leche materna y mejorar la vinculación madre-hijo.

Sin embargo, muy pocos estudios han examinado realmente qué tipo de ventaja ofrece esta práctica a las mujeres como, por ejemplo, mediante la comparación de los resultados del estado de ánimo entre las mujeres que comieron la placenta y las que no lo hicieron.

Un artículo publicado el jueves en la revista Archives of Women’s Mental Health examinó la investigación para determinar lo que realmente se puede decir sobre los beneficios y los riesgos del consumo de placenta.

“Yo había empezado a tener más pacientes postparto y embarazadas que preguntaban si las cápsulas de placenta interferirían con los antidepresivos que estaban tomando (o que piensan que probablemente tomarían después del parto) para la depresión postparto”, dijo la doctora Crystal Clark, una psiquiatra y profesora de asistencia reproductiva de la Northwestern University Feinberg School of Medicine, quien es coautora del artículo.

La depresión posparto afecta a una de cada siete mujeres y, como explica Clark, las mujeres estaban interesadas en complementar los medicamentos antidepresivos, los cuales han demostrado ser eficaces, con la terapia holística.

“Cuando me enteré de esto, mi pensamiento fue ‘¿qué es la cápsula de la placenta?’. Eso realmente me hizo pensar acerca de esto y cómo puedo informar a mis pacientes sobre los beneficios y riesgos”, recordó Clark.

Lo que Clark encontró fue “ningún buen dato”, ya sea a favor o en contra de la terapia.

Clark y sus colegas se dispusieron a analizar todos los estudios recientes que abordaban por qué las mujeres optan por consumir su placenta, cómo afecta a su salud y lo que puede extraerse de los estudios que replican la práctica en animales de laboratorio tales como las ratas.

Durante el tiempo en que el consumo de la placenta se ha practicado, Clark y sus colegas encontraron solo 10 estudios que examinaron la placentofagia, su término técnico, publicados entre 1950 y 2014 que podrían ayudar a responder a sus preguntas.

Una de las primeras menciones que los investigadores encontraron sobre madres que comían sus placentas para obtener beneficios de salud salió de un sketch de 1977 del programa humorístico Saturday Night Live.

Entre los informes académicos de placentofagia, un pequeño estudio de 1954 encontró que el 86% de las madres que ingirieron tejido placentario liofilizado dijeron que se sentían “bien” o “muy bien” en términos de su producción de leche.

Sin embargo, como Clark y sus colegas señalaron, este estudio no analizó los efectos en las mujeres que no consumieron tejido placentario y si también vieron mejorada su producción de leche.

En un estudio más reciente de 2013, basado en una encuesta en internet, el 40% de las madres reportó estar en un mejor estado de ánimo, la cual fue la razón principal (34%) que dieron para comer su placenta.

La evidencia más fuerte para un beneficio de placentofagia, dijo Clark, proviene de una serie de experimentos que encontró en las ratas de laboratorio que se alimentan de sus placentas inmediatamente después de dar a luz: parecían tener menos dolor.

Sin embargo, la forma en que el tejido de la placenta es preparada para consumirse por humanos en estos estudios era diferente.

“Se ha sugerido que el factor dolor era muy sensible a la temperatura, y no iba a durar más de 24 horas a temperatura ambiente”, mientras que las madres que comen placenta generalmente lo hacen más tarde, o no la mantienen en frío lo suficiente para preservar este factor, dijo Clark.

A pesar de la falta de una fuente a favor o en contra de la placentofagia, Clark no recomienda necesariamente estar en contra de la práctica de sus pacientes.

“Yo solo les informo que tal vez no obtendrían nada, pero sin duda es su elección”, dijo. Sin embargo, “no recomendaría en este momento que una mujer renuncie a sus cápsulas de hierro o antidepresivos u otros tratamientos para los que hay evidencia de beneficio”.

De cara al futuro, Clark cree necesario que haya investigación sobre si los componentes potencialmente beneficiosos, tales como estrógenos, opioides y la oxitocina (la “hormona del amor”), están aún presentes en la placenta, así como sustancias potencialmente nocivas como el mercurio, el plomo y las bacterias.

“Sabemos que la placenta captura toxinas”, dijo Clark.

Sarah Moore, un consejero independiente y educadora de parto perinatal en Brooklyn, Nueva York, dijo que es “muy claro” que la evidencia que apoya la placentofagia es anecdótica, pero dijo que “es realmente una buena evidencia anecdótica de que la gente se sienta bien haciéndolo”.

Moore hace cápsulas de placenta para las mujeres en sus clases sobre el parto. En los últimos años, Moore dijo que ha habido un aumento en el interés en las cápsulas. “Ha habido algunas celebridades que hablan al respecto y un buen número de artículos en revistas y grupos de crianza en línea que observan a las madres”, dijo.

Moore cobra 275 dólares por hacer entre 80 a 200 cápsulas de una placenta (dependiendo del tamaño).

Ella recomienda que las mujeres tomen dos cápsulas tres veces al día durante dos semanas, o más si sienten que les está beneficiando.

El proceso consiste en cocer al vapor el órgano, deshidratarlo “hasta que sea realmente crujiente, casi como carne seca”, aplastarlo para hacerlo polvo y ponerlo en cápsulas de gel, dijo Moore.

A pesar de que se mezcla con jengibre, limón y pimienta roja, Moore dijo que esos ingredientes actúan como conservantes y las cápsulas a sí mismas en realidad no tienen ningún sabor.