Imagen del narcotraficante Joaquín Guzmán Loerea, "El Chapo Guzmán", distribuida por el gobierno mexicano tras la fuga del líder del Cártel de Sinaloa. (Cepropie).

Nota del autor: Don Winslow es el autor de 19 libros, entre ellos éxitos del New York Times y el libro recién publicado “The Cartel”. Ganó el premio Raymond Chandler en 2012. Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivamente suyas. Columna publicada originalmente el 14 de julio de 2015.

(CNN) – A ver si lo entendemos bien.

El mayor capo mundial de la droga se escapó de una prisión de máxima seguridad.

Dos veces.

Olvida los estereotipos que puedas tener sobre los capos de la droga mexicanos. Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán Loera, líder del cartel de Sinaloa, es un hombre de negocios brillante, multimillonario y despiadado, cuyo negocio resulta que son las drogas.

Es un sobreviviente; ascendió en medio de dificultades en los años 80 como pistolero del fundador de la Federación, Miguel Ángel Gallardo; sobrevivió a las arremetidas de la Administración del Control de Drogas de Estados Unidos (DEA) tras el asesinato de que su agente Enrique Camarena; sobrevivió a una sangrienta guerra contra sus rivales en Tijuana, y salió de una brutal prisión mexicana para convertirse en el capo de la droga más poderoso en la historia.

Sigo la carrera de “el Chapo” desde hace más de 15 años. Primero escribí una ficción sobre él en “The Power of the Dog”, y más recientemente, escribí sobre su fuga de prisión en 2001 en “The Cartel”. Los acontecimientos del fin de semana dan la sensación de que la ficción se convierte en realidad.

La primera vez que “el Chapo” ingresó a prisión en 1993, cumplió casi ocho años de una condena a 20 años antes de “escaparse” —supuestamente en un carrito de lavandería, pero lo más probable es que lo hiciera en auto o en helicóptero— después de convertir la prisión de máxima seguridad de Puente Grande en un Four Seasons, con noches de cine, prostitutas importadas, comidas gourmet, buen vino y fiestas de Navidad. Esta vez, “el Chapo” esperó un poco más de un año para “escaparse”, supuestamente por una ducha, ya sea en su celda o en un “área de duchas”, hacia un túnel y luego en una motocicleta adaptada para andar sobre rieles.

No dudo que hubiera un túnel, pero no estoy seguro de que “el Chapo” saliera por él. Al menos sin ayuda. Si ocurrió en un área de duchas, ¿qué fue lo que hizo? ¿Acaso se paró en la ducha, señaló y les gritó “¡Miren hacia allá!” a los guardias, levantó una rejilla y desapareció mientras nadie se daba cuenta que el que fuera hombre más buscado del mundo (después de Osama bin Laden) había desaparecido? Y, ¿qué hacía un reo en una prisión de máxima seguridad con una ducha en su celda? (Bueno, si se parecía a su anterior alojamiento en prisión entonces sería una suite con una habitación, baño y un refrigerador lleno de comida gourmet).

¿Quién puede creer que se cavó un túnel de 1,5 kilómetros de largo con iluminación, ventilación y vías bajo una prisión de máxima seguridad y nadie vio o escuchó nada?

La fuga de “el Chapo” en 2001 presuntamente le costó 2,5 millones de dólares, según el libro “Last Narco”, de Malcom Beith. Imagino que los precios han subido desde entonces, pero el dinero no es problema para “el Chapo”. Tiene miles de millones de dólares, un inmenso poder y la capacidad de contactar a cualquier persona.

No es ‘Sueños de libertad’

Esto no fue “El Conde de Montecristo” o “Sueños de libertad”. No imagines que “el Chapo” trabajó pacientemente durante años con un pico para abrirse camino a fin de huir del penal del Altiplano.

Si salió por ese túnel, fue con escolta armada, muy probablemente una mezcla de guardias de la prisión y de su propia gente, si el pasado sirve de prólogo. Yo creo que salió por la puerta principal, y que el túnel fue una estrategia para mantener la dignidad de los funcionarios mexicanos; la motocicleta fue una notable mejoría con respecto al carrito de lavandería. Algunas especulaciones sostienen que se fue en helicóptero, como lo imaginé en “The Cartel”.

Si esta salida fue como la anterior, “El Chapo” no “escapó”. Salió del hotel y pagó la cuenta con sobornos, intimidación y chantaje. ‘El Chapo’ podría contar algunas historias sobre entregas de efectivo hechas a funcionarios mexicanos de alto rango, hombres que preferirían que estuviera huyendo en las montañas de Sinaloa o Durango en lugar de dándole nombres a fiscales federales estadounidenses.

Aquí es donde entra la corrupción a los más altos niveles.

El mayor temor de los capos de la droga

Lo que los capos de la droga mexicanos temen más que nada es la extradición a Estados Unidos, un país que los acusa bajo “leyes de capos de la droga” y casi invariablemente los sentencia a condenas que van de 15 años a cadena perpetua.

Los capos cumplen esas sentencias en verdaderas prisiones de máxima seguridad, jaulas sombrías de las que salen acompañados de una fuerte seguridad durante una hora al día y tres veces a la semana para ducharse, sin los privilegios de túneles.

Mientras que los narcos suelen mantener el control de sus organizaciones desde las prisiones mexicanas, no pueden hacer lo mismo en los centros de máxima seguridad de Estados Unidos, desde donde no pueden comunicarse fácilmente y de los que ningún delincuente importante ha escapado jamás.

Es inconcebible

Esta es la razón por la que los capos de la droga mexicanos luchan hasta la muerte para evitar la extradición: porque saben que una vez cruzan esa frontera con grilletes, es el final. ‘El Chapo’ Guzmán está acusado por Estados Unidos desde 1987; ha estado dos veces encarcelado en México, pero nunca ha sido extraditado.

¿Sabes quiénes son extraditados?

Los enemigos de “el Chapo”

Por ejemplo, el exlíder del cártel del Golfo, Osiel Cárdenas, y el del cártel de Tijuana, Benjamín Arellano Félix. Ellos se fueron por la vía rápida a celdas en Texas y Colorado porque los fiscales estadounidenses, el gobierno mexicano y ‘el Chapo’ los querían ahí.

¿Quién controla ahora el Golfo y Tijuana?

El cártel de Sinaloa de “el Chapo” Guzmán.

“El Chapo” tiene el poder, las conexiones y la influencia para lograr que sus rivales sean enviados al purgatorio en Estados Unidos, mientras utiliza esa misma influencia para quedarse en México hasta que pueda “escapar”.

Iba a negociar un acuerdo con alguien, ya fuera con funcionarios mexicanos para bloquear o retrasar su extradición o, si eso fracasaba, con los fiscales estadounidenses para informarles de quiénes eran sus socios en el gobierno mexicano.

Ahora parece que eligió la puerta número 1.

México es un país hermoso con gente maravillosa que tristemente nunca ha tenido un gobierno digno de ellos. La corrupción sistémica a todos los niveles es tan ancha y profunda que es difícil evitar concluir que el país se ha convertido en un narco-estado.

El dominio del cártel de Sinaloa

Pero existe otro posible factor más allá de la corrupción económica detrás de la aparente facilidad con que se escapó “el Chapo”.

Desde hace tiempo existe una teoría entre los periodistas que escriben sobre los cárteles que señala al gobierno mexicano de favorecer al cártel de Sinaloa en la guerra entre las distintas organizaciones de tráfico de drogas. No solo se creía que el cártel tenía a funcionarios del gobierno y la policía en la bolsa, sino también desde hace mucho han considerado a ‘el Chapo’ y a su socio, Ismael ‘Mayo’ Zambada García, como los más razonables de los líderes de cárteles. Ciertamente, no es un listón muy alto, pero en comparación con los Zetas que son sumamente violentos, o los peligrosos cárteles de Tijuana, Juárez y del Golfo, el gobierno ha visto al de Sinaloa como la “menos peor” de las opciones. ‘El Chapo’ y su gente sin duda han cometido asesinatos en masa, pero también se sabe que han cooperado con el gobierno para frenar los secuestros, la trata de personas y la extorsión.

La teoría dice que el gobierno mexicano decidió “elegir un ganador”, y eligió al cártel de Sinaloa. El bajo número de arrestos y confiscaciones de sinaloenses en comparación con otros cárteles respalda esa teoría. La captura de ‘el Chapo’ Guzmán, la cual fue pregonada a los cuatro vientos, es un argumento en contra, pero no si estaba previsto que ‘el Chapo’ saliera después de un poco más de un año.

Los sinaloenses —nuevamente con la ayuda del gobierno— han surgido victoriosos en las guerras de los cárteles, y una calma relativa ha llegado a México luego de la terrible violencia que cobró al menos 100.000 vidas.

Comprensiblemente, el gobierno mexicano está desesperado por preservar esta “Pax narcótica en Sinaloa”, pero los asesinatos relacionados con las drogas están en aumento nuevamente en Tijuana, y una organización violenta y relativamente joven, el cártel de Jalisco Nueva Generación, presenta un desafío por el poder. Es posible que ‘el Chapo’ Guzmán, con su influencia y prestigio, sea más útil para el gobierno afuera que tras las rejas.

Sea cual sea el caso, ‘el Chapo’ estuvo afuera.

Otra vez.

La última vez que ‘el Chapo’ se escapó, su esfuerzo por armar su imperio de nuevo desencadenó una guerra de una década que causó un sufrimiento incalculable, dejó miles de huérfanos, devastó comunidades y destruyó almas.

Es una lástima, porque esta “fuga” solo contribuyó a su reputación como héroe popular al estilo de Robin Hood. Escribirán canciones sobre él, los niños las escucharán y querrán ser el próximo ‘Chapo’ Guzmán.

El hombre no es Robin Hood; es un asesino en masa.

No hay luz al final de ese túnel.

En realidad, el túnel ni siquiera tiene un final.