GREEN BANK, Virginia Occidental (CNN) – El tramo de Mountain Turnpike serpentea a través de densos robles, nogales y abetos, y se sigue enroscando, como una serpiente que se arrastra, a través de las montañas que separan a Virginia de Virginia Occidental.
Pero en un día despejado, si ves al sur del Monongahela National Forest, lo que parece ser una estructura blanca gigante de Lego emerge de entre un mar verde.
Y ahí es más o menos cuando comienza. Tu celular pierde señal. Tu radio deja de funcionar y no se escucha ninguna estación. Puedes agitar tu celular todo lo que quieras, pero de nada servirá. Si eres un citadino y estás acostumbrado a la conectividad continua, podrías empezar a entrar en pánico.
Sigue conduciendo y toma el Potomac Highlands Trail hacia esa magnífica estructura. Finalmente llegarás a Green Bank, con una población de 143 habitantes, mejor conocido como “El pueblo más tranquilo de Estados Unidos”. Aquí es donde se prohíbe los celulares y los dispositivos inalámbricos, y su uso es castigado por la ley.
La tecnología constantemente cambia la manera en la que vivimos y nos comunicamos. Pero en Green Bank, es la presencia de un tipo de tecnología que está entre la más sofisticada en la Tierra la que preserva este enclave rural, un pueblo que nos transporta al pasado.
Es aquí a dónde vienes para escapar de Estados Unidos. Aquí, la conectividad instantánea está extinta. Incluso los microondas son vistos con recelo por los científicos de la región.
No es que las personas estén atrasadas o le teman a la tecnología. Completamente lo contrario.
Desde las montañas de Allegheny, los investigadores escuchan a las galaxias que explotan al borde del universo. Se trata de una señal que es tan débil… más o menos un milmillonésimo de un milmillonésimo de un millonésimo de un watt.
Un celular emite más o menos 3 watts y puede interrumpir los sonidos que le están enseñando a los astrónomos cómo se formó la Vía Láctea y cómo sigue evolucionando. Por lo tanto, el uso de celulares es limitado en el National Radio Quiet Zone, un área de 20.921 kilómetros que limita la frecuencia de radio en la mitad oriental de Virginia Occidental y en partes de Virginia, y se extiende hasta la frontera con Maryland.
La zona silenciosa se vuelve drásticamente más restrictiva mientras más te acercas a Green Bank, el hogar del radio telescopio orientable más grande del mundo, el Robert C. Byrd Green Bank Telescope, operado por el National Radio Astronomy Observatory.
El telescopio principal pesa 7,7 millones de kilos, abarca más o menos 2 acres de ancho y se extiende 147 metros hacia arriba. Varios telescopios más pequeños están ubicados a su alrededor en medio de 2.700 acres de parque. Deja tu teléfono y tu cámara digital.
El telescopio puede escuchar sonidos desde cientos de millones de millas de distancia y atrae a algunos de los principales científicos del mundo.
“Lo que tenemos aquí es una increíble combinación de una atmósfera muy rural con una tecnología extremadamente alta”, dice Jay Lockman, el científico principal del Green Bank Telescope.
“Si quieres escuchar sonidos tranquilos, no debe haber ruido”.
Él se ríe cuando lo interrogan acerca de la falta de uso de teléfonos celulares aquí. “Durante los últimos 5.000 años, los seres humanos han logrado prosperar sin esto”, dice, “así que para mí es un poco extraño que las personas encuentren que la ausencia de teléfonos celulares es algo que vale la pena discutir”.
El camión de vigilancia de los ‘Cazafantasmas’
El pickup blanco Dodge Ram parece ser algo tomado de “Los cazafantasmas”. Su techo cuenta con antenas gigantes omnidireccionales, y el asiento del copiloto ha sido reemplazado con un receptor, un sistema Doppler y un analizador de espectro.
El camión escucha cualquier cosa que pueda interrumpir los sonidos del espacio exterior. Cuando recorre los caminos alternativos de Virginia Occidental, se sabe que los residentes desconectan sus microondas para que no los descubran.
Hoy, mientras el camión avanza, el analizador de espectro siente una constante corriente que emite energía. “Es muy, muy prominente”, dice Jonah Bauserman, uno de los dos hombres conocidos como la “policía RFI” con el observatorio. RFI, o la interfaz de radiofrecuencia, puede venir de muchas cosas: un teléfono celular, un horno de microondas, un dispositivo inalámbrico o un arco eléctrico.
Bauserman conduce el camión a través de un campo hacia un poste de energía a lo largo de una cerca entre una casa y el terreno del observatorio. Sale del vehículo y saca un extraño dispositivo parecido a una antena llamado “yagi stick” y lo agita como una varita mágica.
Y ahí está su respuesta. Un cable ha sido masticado por una alimaña. Cerca hay agujeros de marmotas. “Estoy bastante seguro de que ahí está nuestro culpable”, dice Bauserman.
Sí, una marmota hambrienta posiblemente acaba de arruinar la búsqueda de un astronauta de agua en la luna, un estudio que se está llevando a cabo en el observatorio en este preciso momento.
En el laboratorio abundan las historias de otros problemas “RFI” a lo largo de los años. Como la historia del perro y su manta… Eso fue hace más de diez años, cuando los científicos notaron una señal intensa y esporádica que venía de un lugar cercano.
Resultó ser una almohadilla caliente en una casa de perro. Cuando el perro se mojaba y dormía sobre la manta, la almohadilla enviaba destellos de energía que interrumpían el trabajo en el observatorio. La solución: los científicos compraron una almohadilla caliente a prueba de agua. “Nosotros estamos felices, el perro está feliz”.
Por muy tiernas que parezcan esas historias, este no es un asunto trivial. Imagina ser un científico que espera toda una vida para usar el telescopio… solo para que la información se pierda debido a un perro mojado.
“En el mejor de los casos, analizas tus datos, y tratas de eliminar las señales que están interfiriendo”, dice Lockman. “En el peor de los casos, simplemente anula tu trabajo por completo”.
Algunas personas ‘verdaderamente se asustan’
Cercas blancas de madera adornan los jardines de las casas de principios del siglo XX en Green Bank, y una pintoresca zona de negocios incluye un centro de artes, una tienda de antigüedades y una tienda quilt & basket. Al igual que la mayoría de pueblos, Green Bank cuenta con una escuela, una oficina de correos, un Dollar General y una barbería. Su biblioteca fue nombrada como la biblioteca rural no. 1 en 2003.
Solo hay una gasolinera en el pueblo.
No hay semáforos. De hecho, solo hay tres en todo el condado de Pocahontas. Un concesionario de Oldsmobile convertido en GMC está cerrado. La Iglesia de Dios se ubica al sur del pueblo.
Las personas hacen bailes tradicionales aquí y llevan ensaladas de gelatina con malvaviscos a sus reuniones. Son radioaficionados y tienen teléfonos fijos. Sí tienen internet, ya sea con un servicio de conexión telefónica o por medio de un cable Ethernet.
Unos cuantos confiesan tener una red inalámbrica, algo que molesta a Bauserman y a otros en el telescopio.
Él señala la calle principal y las casas con los grupos culpables que utilizan una red inalámbrica. Él trata de encontrar una alternativa para no tener que tocar a sus puertas, y a menudo debe asegurarse de que los astrónomos cambien a distintas frecuencias para que su trabajo no se vea interrumpido y los residentes puedan vivir sus vidas. Nunca ha tenido que buscar que sean procesados.
“No queremos vernos involucrados en disturbios”.
Más allá de los residentes que no cumplen con las reglas, el tendido eléctrico y los cables que no están tapados son los más problemáticos. Los satélites que envían señales hacia abajo y los aviones que utilizan radares también pueden ocasionar problemas.
A 1,6 kilómetros del telescopio, solo se permiten vehículos que utilizan diésel porque las bujías podrían abrumar los sonidos de las galaxias. Los trabajadores se comunican por medio de walkie-talkies en frecuencias muy específicas.
En la propiedad del observatorio hay entre 25 y 30 casas para los empleados. Cualquier persona que viva allí firma un documento de renuncia en el que asegura que no usará microondas o dispositivos inalámbricos.
Existe más de una docena de radiotelescopios de alta gama alrededor del mundo, incluyendo Australia, China, India, Japón, Francia y Suecia. El observatorio aquí se fundó en 1956 y su primer telescopio comenzó a operar en 1959. El astrofísico Frank Drake pronto utilizó el telescopio para buscar inteligencia extraterrestre, la primera vez que alguien utiliza equipos modernos para la búsqueda de vida fuera de la Tierra. (Él no escuchó nada).
En ese entonces, las líneas eléctricas, el radar, la radio y las bujías eran la mayor fuente de interferencia. El área fue elegida debido a la pequeña población en el condado de Pocahontas y porque las montañas proporcionan una agradable barrera de protección contra la interferencia.
Sin embargo, eso fue mucho antes de la sociedad de hoy en día, la cual depende de la tecnología inalámbrica. Controlar a los 25.000 turistas que visitan el observatorio cada año puede ser un desafío.
“Hay algunas personas que cuando vienen aquí realmente se vuelven locas porque no pueden tener acceso a sus pequeños dispositivos”, dice Lockman.
Él y su familia se mudaron aquí hace dos décadas. A él le encanta la combinación de la ciencia de alta tecnología y la vida en el campo. De hecho, a él le fastidia la gente cuando viaja fuera de Green Bank.
“Para ser honesto”, dice, “parece algo bastante extraño y molesto ver a las personas siempre afanadas con sus dispositivos y sin prestar atención a lo que sucede a su alrededor”.
Muchos residentes alrededor de Green Bank sienten lo mismo: piensas… ¿qué es lo que le pasa al resto de Estados Unidos para que estén tan apegados a un teléfono?
Katherine Lafleur, frente a su casa, rompe a llorar debido al amor que las personas muestran por sus celulares… porque los dispositivos que fueron diseñados para mantenernos en contacto han provocado que nos quedemos incomunicados.
“Cuando están en los restaurantes, a menudo verás dos personas cenando juntas”, dice ella, “pero cada uno está ocupado con su teléfono celular”.
“Es desgarrador el solo ver a las madres que no le prestan atención a sus preciosos hijos que son…”
Su voz se quiebra y no puede hablar más. “Lo siento”, dice.
Hanna Sizemore admite que ella era una de esas estadounidenses adicta a su dispositivo. Ella creció en Green Bank, se marchó a la universidad y finalmente consiguió un trabajo con la NASA mientras que su esposo trabajaba para Google.
El no tener un teléfono celular en la casa ahora, dice, es parte de la compensación de vivir aquí. “Aquí estamos en una pequeña burbuja del pasado”, dice. “La orden de desconectarse realmente ayuda a pensar cuidadosamente acerca de la interacción con la tecnología”.
Ella señala hacia su patio trasero… una espléndida vista de las montañas de Allegheny. “Es asombroso”, dice. “Es como un pequeño oasis”.
Harold Crist tiene 90 años de edad y le dio clases a muchos de los residentes aquí en la década de 1950, cuando era maestro en la escuela secundaria. Él sigue siendo el sabio regional.
No tener un teléfono celular en su casa en la región vecina de Arbovale, no es algo que le preocupe. Él equipó su viejo hogar con electricidad alrededor de 1935. Trata de vivir en estos lugares durante los gélidos inviernos con estufas de leña y mantas, dice.
“He tenido la suerte de estar aquí desde el principio del automóvil y el avión hasta el día de hoy”, dice.
Crist admite que vive con algunos inconvenientes debido al telescopio gigante. En una ocasión hizo que la “policía RFI” apareciera en su puerta. Resultó que su timbre electrónico estaba interfiriendo con el laboratorio. Ellos se llevaron su timbre, lo modificaron y se lo devolvieron ya adaptado según las normas de laboratorio.
Lejos de quejarse de sus circunstancias, los residentes en estas partes temen que su secreto se divulgue… que los centros turísticos aparezcan anunciando este lugar como un refugio contra la conectividad. Ellos ya han visto una afluencia aproximadamente de una docena de personas “electrosensibles”, quienes son personas que creen que las frecuencias electromagnéticas son la fuente de sus enfermedades.
Las personas aquí disfrutan de su lugar en la historia como la ciudad más tranquila de Estados Unidos, en donde los investigadores estudian las galaxias, las capas de hielo en Europa y las complejas moléculas que se encuentran en las nubes entre las estrellas.
Si hay vida allá afuera, ellos lo escucharán primero. Ellos simplemente no podrán notificarle a nadie por medio de teléfono celular.
Con información de Wayne Drash y Evelio Conteras.