El John Warner está armado con 12 misiles de crucero Tomahawk que se lanzan desde dos enormes bahías al frente del navío (US Navy/Cortesía).

NORFOLK, Virginia (CNN) — Pesa 7.800 toneladas, mide 102 metros y cuenta con 2.000 millones de dólares en acero; es indetectable y tiene controles de combate que lo hacen parecer un videojuego.

Aunque el olor a nuevo podría haberse desvanecido durante las pruebas en el mar, el hombre al mando estaba lleno de orgullo cuando el submarino más nuevo de la Armada estadounidense se unió a la flota en una ceremonia que se llevó a cabo en la Estación Naval de Norfolk, el sábado 1 de agosto.

“Es la cosa más brillante y genial que he visto en mi carrera militar”, dijo el comandante Daniel Caldwell, miembro de la Armada con 22 años de experiencia y primer capitán del USS John Warner. “Va a causar que cualquier cosa que yo haga después sea anticlimática”.

¿Recuerdan esas viejas películas de guerra en las que el capitán mira por el periscopio y dicta coordenadas para lanzar un torpedo? Bueno, pues este no es un submarino como esos.

Para empezar, no tiene periscopio. El John Warner hace lo suyo con un mástil fotónico, una pieza de magia electrónica que incluye video en alta definición e infrarrojo para permitir que el navío, el doceavo de los submarinos de ataque de la clase Virginia, vea sin ser detectado de una forma sin igual en los mares.

La información en video se despliega en grandes pantallas en el centro de mando. Todo el espectáculo se controla con un joystick, parecido al que usarías para jugar un videojuego.

En frente de eso hay dos marineros que conducen el submarino, son como un piloto y un copiloto sentados frente a un muro curvo de pantallas de video. Caldwell explicó que antes se necesitaban cuatro personas para dirigir un submarino, pero la tecnología ha reducido esa cifra a la mitad.

El John Warner está armado con 12 misiles de crucero Tomahawk que se lanzan desde dos enormes bahías al frente del navío (algo parecido al tambor de un revólver), así como torpedos MK48 que se disparan desde cuatro tubos, dos a cada lado del navío.

Las armas están dispuestas y configuradas de suerte que el John Warner pueda hacer otras cosas que la misión requiera, tal como desplegar UUV (vehículos submarinos no tripulados, por sus siglas en inglés), los drones de las profundidades, o poner a un equipo táctico SEAL camino a su misión sin salir a la superficie.

“En cada misión que emprendemos somos mejores que las clases anteriores de submarinos”, dijo Caldwell.

Esa confianza no implica que Caldwell no tenga inquietudes sobre las misiones que podrían asignarles a él y a los 135 integrantes de la tripulación del submarino.

“Llevamos a cabo misiones bastante complicadas en algunas partes del mundo, entornos bastante inhóspitos para operar. Tienes que asegurarte de que la tripulación esté lista para la misión que se te asignó” y estar listo para cambiar el punto de vista cuando las amenazas cambien, dijo Caldwell.

Algo que facilita las cosas es la alta tecnología del navío en sí. Los componentes electrónicos que lo hacen un navío de combate indetectable también pueden programarse para que sea un salón de clases. Se pueden llevar a cabo simulaciones en el sistema, como si estuvieras configurando tu PlayStation.

“Oprimiremos los mismos botones que tendríamos que oprimir cuando salimos a altamar”, dijo Caldwell.

Claro que todo esto tiene un costo para los contribuyentes de unos 2,000 millones de dólares (unos 31,000 millones de pesos). Pero eso es menos de la mitad de lo que costó la clase Seawolf, predecesora de la clase Virginia. Solo se construyeron tres submarinos Seawolf.

Todavía están en servicio 41 submarinos clase Los Ángeles que se estrenaron en 1976, pero están a punto de llegar al fin de su vida útil.

La Armada se ha ganado halagos por no pasarse del presupuesto para la clase Virginia y por haber entregado dos submarinos al año.

“Los submarinos clase Virginia son prueba determinante de la factibilidad de la construcción de cosas de alta tecnología sin pasarse del presupuesto y antes de lo programado”, escribió Dan Ward, experto en tecnología, en su libro F.I.R.E, que el Instituto Naval de Estados Unidos publicó en internet. “La experiencia de la Armada muestra que los retrasos y los excedentes no son inevitables”.

Este sábado, unos oradores dijeron durante la ceremonia que el John Warner se entregó antes de tiempo, sin pasarse del presupuesto y con niveles de aptitud para el servicio más altos que los de cualquier submarino de la clase.

El almirante Johnathan Greenert, jefe de operaciones navales, dijo que el programa de submarinos clase Virginia es uno de los programas de armamento más exitosos del Pentágono, particularmente si se toma en cuenta lo que han entregado.

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El John Warner es “el navío de guerra más avanzado y letal que tenemos en nuestro inventario, kilo por kilo”, dijo Greenert.

Pero a pesar de toda su alta tecnología y su hardware y softwaremaravillosos y futuristas, esta Armada no olvida de dónde proviene. Por eso el submarino se llama así.

Es el único submarino de la clase Virginia, incluidos los cuatro que se están construyendo, que no lleva el nombre de un estado.

John Warner fue un marinero e infante de Marina, antiguo subsecretario y secretario de Marina y senador por Virginia durante 20 años.

“Cuando encuentras un tipo como ése, necesitas encontrar una forma de rendirle homenaje”, dijo Caldwell.

Warner, quien habló con los reporteros en un muelle cerca del submarino, el viernes 31 de julio, alabó a la embarcación que llevará su nombre.

“Este navío admite cada porción de alta tecnología conocida que se necesita para equiparlo y permitirle que lleva a cabo las misiones más difíciles”, dijo Warner. “Viajará a todos los rincones de este mundo, por los siete mares, y ejecutará su misión silenciosamente para luego desaparecer en la oscuridad de la noche, sin que nadie sepa que estuvo allí”.

Tras la ceremonia, el John Warner emprenderá esas misiones probablemente a lo largo del año próximo.

El submarino cuenta con su propia planta nuclear y sistemas que producen su propia agua potable y aire (una máquina separa el oxígeno del hidrógeno del agua para que eso ocurra), podría ejecutar patrullajes de varias décadas si no fuera por un detalle.

Solo hay una lavadora y una secadora para 135 marineros esforzados y no parece que sean más grandes que la lavadora de tu mamá.

“Espero que no se descomponga”, dijo Caldwell. Eso definitivamente acabaría con el olor a submarino nuevo.

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