Muchas tribus en California condenaron la canonización de Junípero Serra, al afirmar que las misiones católicas mataron a muchos nativos americanos.

Nota del editor: Simon Moya-Smith es un ciudadano de la nación Lakota Oglala y editor de cultura del Indian Country Today. Síguelo en Twitter @Simonmoyasmith. Las opiniones expresadas en este comentario son únicamente las del autor.

(CNN) - Hace 15 años, el papa Juan Pablo II pidió perdón por los cientos de años de violencia y sometimiento que los pueblos indígenas de las Américas sufrieron a manos de los católicos. El papa Francisco le dio seguimiento a esto en Bolivia en el mes de julio, y expresó remordimiento por la crueldad que se cometió contra los pueblos indígenas de las Américas.

“Digo esto con pesar: se cometieron muchos pecados graves contra los pueblos indígenas de América en el nombre de Dios”, dijo. “Humildemente pido perdón, no solo por las ofensas de la misma iglesia, sino también por los crímenes cometidos en contra de los pueblos indígenas durante la llamada conquista de América”.

Simon Moya-Smith

Entonces, ¿por qué canonizará a alguien cuyas acciones parecen desafiar esas palabras alentadoras?

Esta semana, durante su primera visita a Estados Unidos, el papa canonizó al fraile franciscano del siglo XVIII, Junípero Serra, quien llegó en 1769 y fundó nueve de las 21 misiones católicas españolas de California.

El problema es que también se ha documentado a Serra como un abusador extremo e incorregible de los pueblos indígenas de la costa del Pacífico.

Ciertamente, de acuerdo con Elias Castillo, autor de A Cross of Thorns: The Enslavement of California’s Indians by the Spanish Missions, Serra golpeaba y azotaba a hombres, mujeres y niños de manera brutal con el propósito de obligar a los indios a ser obedientes. Castillo también escribe que Serra celebraba el fallecimiento de los niños indios, y se refería a sus muertes como una “cosecha”.

Eso no es todo. Castillo dice que los indios que no entraban voluntariamente a las misiones de Serra eran secuestrados y los encerraban en los parapetos de la misión, donde eran sujetos a un “régimen implacable que a la larga cobró las vidas de 62.000 indios y devastó sus civilizaciones; incluso ocasionó la extinción de varias tribus pequeñas”.

Evidentemente, esas no son las acciones de un santo. Sin embargo, desafortunadamente, esta forma de exaltación no es nada nuevo. De hecho, la celebración de la agresiva conquista cristiana por parte de fanáticos religiosos es evidente en todo el mundo, especialmente aquí en Estados Unidos.

Tan solo considera cómo cada 12 de octubre, Estados Unidos celebra el Día de la Raza, un día festivo federal que glorifica a un hombre que según se dice, una vez hizo que colgaran a 13 indios, uno por cada uno de los 12 apóstoles y otro más por Jesucristo.

Al igual que los defensores del legado de Colón, quienes abogan por Serra defienden sus acciones con el banal argumento de que Serra era “un hombre de su época”.

Esta defensa es extremadamente falsa.

Castillo ha encontrado, por ejemplo, que el gobernador español Felipe de Neve le expresó a Serra que él creía que sus métodos de castigo eran sumamente duros, a lo que Serra respondía que eran las técnicas comprobadas de la Iglesia católica.

Pero tal como Steven Newcomb, cofundador del Indigenous Law Institute, lo señala, la popular defensa en relación a que era un hombre de su época no es cierta por otra razón.

“Cuando las personas dicen que Serra era un hombre de su época, ellos solo tienen un estándar europeo en mente”, dice. Es decir, solo porque la coerción por medio de un castigo en el nombre de Dios era la norma para los cristianos europeos, eso no quiere decir que tales acciones no eran fundamentalmente incorrectas, en especial entre las sociedades indígenas.

Newcomb, coproductor de The Doctrine of Discovery: Unmasking the Domination Code, es shawnee y lenape. Él argumenta que la protesta de los indígenas de Estados Unidos en contra de la canonización de Serra no solo gira en torno a sus acciones inexcusables, sino también en torno al sistema cristiano de dominio que justificaba la deshumanización y la esclavización de los pueblos indígenas.

“En lo que nos debemos enfocar no es solo en Serra como individuo, sino en el sistema general al que se le dio rienda suelta en el planeta por parte de los papas y el Vaticano, y los documentos (bulas papales) que condujeron a todo ese sistema”, dice.

Hasta ahora, no hay indicio de que el papa Francisco esté reconsiderando su decisión respecto a Serra. Sin embargo, esto no significa que los indígenas de Estados Unidos y los demás serios opositores deberían excusar el comportamiento de un hombre responsable de las muertes de miles de personas que durante generaciones habían disfrutado de las cosas que perdieron cuando los cristianos invadieron sus tierras: la libertad de religión y los derechos inalienables.

No le estamos pidiendo al papa que pida perdón. Pedimos la revocación de los edictos papales que justificaron el robo de las tierras de los indígenas de Estados Unidos y la persecución de nuestro pueblo. Las palabras tranquilizadoras simplemente no son suficientes.

(Y mientras hablamos de dar pasos prácticos hacia la justicia, le seguimos pidiendo a Estados Unidos que revoque el Día de la Raza como un día festivo federal. Ya es hora de que Estados Unidos y los cristianos dejen su celebración de déspotas religiosos sanguinarios a expensas de los indígenas de Estados Unidos… y los hechos).

Cristóbal Colón y Junípero Serra no deberían ser considerados como ejemplos de la piedad y la liberación. Llegó el momento de que abramos nuestros ojos a lo que realmente fueron… extremistas religiosos que eran la antítesis del comportamiento de Cristo y de la santidad.