Un investigador trabaja en una víctima petrificada de la erupción del volcán del monte Vesubio en el año 79 después de Cristo.

(CNN) – Los antiguos romanos podrían no haber tenido acceso a la odontología moderna, pero efectivamente hicieron alarde de dientes sanos gracias a la ausencia de un ingrediente clave de su dieta: el azúcar.

Los investigadores en Pompeya, Italia, que trabajan en los restos de quienes murieron por la erupción del monte Vesubio en el año 79 después de Cristo han encontrado que los antiguos romanos tuvieron una salud dental sorprendentemente buena.

“Sus dientes eran muy buenos… tenían una dieta que contenía pocos azúcares, y comían muchas frutas y verduras”, dijo la ortodoncista Elisa Vanacore en una conferencia de prensa la semana pasada. Lo que los pompeyanos comían se parece a lo que ahora se conoce como la dieta mediterránea, a la cual se le ha atribuido una mayor esperanza de vida al sur de Europa.

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El equipo se encuentra en el proceso de realizarle tomografías a 86 moldes de yesos que contienen los cuerpos petrificados de las víctimas de Pompeya.

Los restos de casi hace 2.000 años están almacenados en moldes de yeso con forma humana con el fin de preservarlos y permitir que sean transportados fácilmente.

“El proceso revelará mucho sobre las víctimas: su edad, el sexo, qué comían, qué enfermedades tenían y a qué clase social pertenecían. Este será un importante paso hacia adelante en nuestro conocimiento de la antigüedad”, dijo Massimo Osana, superintendente arqueólogo de Pompeya.

¿Oro blanco… o veneno?

Los bajos niveles de azúcar en la dieta de los pompeyanos significa que tuvieron muchos menos problemas dentales que los humanos modernos.

El alto consumo de azúcar ha sido vinculado con caries dentales, obesidad, enfermedad cardiovascular y diabetes.

Isabel I

La reina Isabel I tenía fama de mala dentadura, gracias en parte a su debilidad por las golosinas azucaradas.

Aunque siempre hemos disfrutado de los alimentos dulces como las frutas o la miel y algunos personajes históricos —como la reina Isabel I de Gran Bretaña— tenían fama de mala dentadura, el azúcar como un aditivo siguió siendo un elemento costoso durante siglos, y no se generalizó sino hasta después del siglo XVI con el establecimiento de plantaciones en el Caribe y las Américas.

El azúcar realmente se disparó en el siglo XVIII; hacia 1750 había superado al grano como la mercancía más valiosa en Europa, y conformaba una quinta parte de todas las importaciones hacia el continente.

Hoy en día, se prevé que el azúcar alcance los 173,4 millones de toneladas métricas, según el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos.