Partidarios de PEGIDA en la marcha que marcó el primer aniversario del movimiento antiinmigrante (Sean Gallup/Getty Images).

(CNN)– Cada lunes por la noche en Dresde, miles se reúnen en frente del Teatro de la Ópera de la ciudad. Llevan banderas alemanas y cantan canciones nacionalistas con un objetivo: detener a los refugiados y los inmigrantes que buscan llegar a Alemania.

Thomas es uno de ellas y este lunes sostuvo una pancarta con una imagen de la canciller Angela Merkel con un pañuelo musulmán.

No quiso dar su apellido, pero le dijo a CNN que teme que las tradiciones alemanas están siendo erosionadas por los inmigrantes musulmanes.

“Cada lunes por la noche llegamos a reunirnos pacíficamente. No somos nazis. No queremos ser etiquetados como nazis y ser puestos en la extrema derecha. Simplemente no queremos llegar a ser extraños en nuestro propio país”.

Las protestas en Dresde comenzaron hace casi un año cuando Lutz Bachmann, un exjugador profesional de fútbol con antecedentes penales por robo y asalto, publicó una diatriba Facebook contra los inmigrantes turcos en Alemania. Eso se convirtió en la base para PEGIDA o “patriotas europeos contra la islamización de occidente”. Lo que comenzó como una pequeña protesta de unos pocos cientos se ha convertido en una protesta semanal que ahora atrae constantemente a miles todos los lunes.

El año pasado, Bachmann fue obligado a renunciar brevemente como jefe de PEGIDA después de que apareció una foto suya posando como Hitler, junto con detalles de un chat en línea en el que se refirió a los refugiados como “animales”. Pero Bachmann retomó su cargo un mes después.

CNN solicitó una entrevista con Bachmann y otros fundadores de PEGIDA, pero no tuvo éxito.

El movimiento contra la islamización de occidente no solo ha sobrevivido a sus opositores, sino que está creciendo, impulsado, en parte, por los temores ante la crisis de refugiados en curso.

Alemania está preparada para dar asilo a más de un millón de solicitantes este año, más que cualquier otro país de la Unión Europea por el momento. En el punto más álgido de la crisis este verano, Alemania vio llegar a más de 10.000 refugiados al día. El gobierno ha respondido mediante la creación de centros móviles de registro y distribución de los refugiados en todo el país para compartir la carga.

La canciller Merkel ha intentado dar una cálida acogida a los refugiados en el país, prometiendo agilizar las solicitudes de asilo para los refugiados sirios e iraquíes y disponiendo de más de 6.000 millones de dólares para ayudar a alimentar y albergar a los recién llegados.

En un primer momento, decenas de alemanes se presentaron en las estaciones de tren y literalmente aplaudían a los refugiados que habían hecho el largo viaje a través de Europa. Pero a medida que el invierno llega, y el número de refugiados disminuye, los alemanes están ahora cuestionando su política. Los sondeos más recientes muestran que más de la mitad de los encuestados dijo que en Alemania ya había “demasiados refugiados” y solo una de cada tres personas está de acuerdo con la política de refugiados de Merkel.

En respuesta, Merkel ha prometido mano dura en los migrantes económicos, proponiendo centros de tránsito facultados para deportar inmediatamente a cualquier inmigrante procedente de un “país considerado seguro”.

El gobierno ya ha comenzado a deportar a los inmigrantes de Albania, Kosovo y otros procedentes de Europa del Este.

A medida que crecen los temores del público, también aumentan los incidentes antiinmigración en todo el país, especialmente los ataques incendiarios contra viviendas de refugiados. De acuerdo con Coraje contra la Violencia, un grupo de vigilancia de los crímenes de odio en Alemania, la mayoría de los ataques se llevan a cabo en el sur, por donde entran inicialmente los refugiados, y también en el este, donde los refugiados y los inmigrantes representan menos del 1% de la población.

Dresde, en lo que fue la Alemania del Este antes de la reunificación, se ha convertido en el punto focal de las protestas antiinmigración, impulsadas ​​por los temores de “islamización” de los refugiados entrantes. No obstante, los musulmanes representan menos del 0,1% de la población en el área de Dresde, pero la falta de familiaridad puede ser lo que está impulsando la intolerancia hacia los refugiados musulmanes.

Las protestas de Dresde están tratando de hacerse eco de las manifestaciones anticomunistas semanales que finalmente provocaron la caída del muro de Berlín y la reunificación del país en 1990.

Pero la noche del lunes, muchos escucharon con creciente malestar los discursos cada vez más duros contra los migrantes.

Ernst Nehrich estaba en la multitud, visiblemente molesto por lo que vio.

“Es una lástima para Alemania y el pueblo alemán lo que se dice aquí hoy. Como si representaran al pueblo”, le dijo a CNN. “Lo que están diciendo es en completo contraste con lo que la gente aquí demostró hace 25 años. Es suficiente para hacerme llorar”.

La Ópera de Dresde hizo su propia declaración. En la pantalla de TV gigante normalmente reservada para los próximos eventos apareció este mensaje: “No vamos a ser un escenario para la intolerancia y la xenofobia”.

Los manifestantes de ambos bandos insisten en que van a seguir adelante con sus manifestaciones durante el invierno.