(CNN)– Ethan Couch provocó la ira de muchos después de que un juez sentenciara al chico –que para entonces tenía 16 años– a 10 años de libertad condicional por un accidente que ocasionó al conducir en estado de ebriedad en el 2013, y en el que mató a cuatro personas.
Aquellos que sintieron que la sentencia era muy indulgente sintieron que su opinión se confirmó cuando Couch violó su libertad condicional y huyó. Él fue detenido el lunes en México.
A partir de ahora, el castigo más severo que Couch puede enfrentar es de 120 días en una cárcel para adultos, dijo Sharen Wilson, fiscal de distrito del condado de Tarrant, en una conferencia de prensa el martes.
¿’Affluenza’ o tan solo ‘consentido’?
Los abogados del adolescente Ethan Couch de Texas, afirmaron que su “affluenza” significó que era inocente por conducir en estado de ebriedad y causar un accidente que dejó a cuatro personas muertas en el 2013.
Dicho de otro modo, Couch, de 16 años, afirma que su condición es producto de tener padres ricos y privilegiados que nunca le establecieron límites.
La jueza Jean Boyd lo sentenció a 10 años de libertad condicional, pero sin tiempo en la cárcel, y dijo que ella trabajaría a fin de encontrarle instalaciones para un tratamiento a largo plazo.
Pero Eric Boyles, quien perdió a su esposa y a su hija en el accidente, dijo en “Anderson Cooper 360” de CNN: “No hay ninguna consecuencia en absoluto por lo que ocurrió ese día”. El mensaje fundamental tiene que ser absolutamente que el dinero y los privilegios no pueden comprar la justicia en este país”.
¿La “affluenza” es auténtica? ¿O es acaso una manera para que los niños y adolescentes mimados evadan las consecuencias de sus actos?
No es de extrañar que la “affluenza” no aparezca en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, o DSM (por sus siglas en inglés), la “Biblia de la Psiquiatría”.
Pero el término pone de relieve el tema de los padres, sobre todo los de clase media alta, quienes no solamente se rehúsan a disciplinar a sus hijos sino que pueden protestar por los esfuerzos de los demás –funcionarios escolares, la policía y los tribunales– que tratan de hacerlo, dijo Suniya Luthar, profesora de psicología en la Universidad Estatal de Arizona.
“Hay familias donde se establecen muy, pero muy pocos límites en el tiempo en que debieron haber sido establecidos”, dijo ella. A los 16 años, señala, ya es muy tarde: “El caballo esta fuera del establo”.
El diagnóstico para jóvenes en tales situaciones sería de problemas de control de impulsos, dijo la psicóloga de Atlanta Mary Gresham, y los problemas de control de impulsos son vistos a través de todos los niveles socioeconómicos en las familias donde no se establecen límites.
“No sabemos si las tasas del escaso establecimiento de límites son mayores en las familias acomodadas o no”, dijo Gresham, y señaló que no se ha realizado mucha investigación al respecto.
Sin embargo, Luthar dice que ella ha estudiado a las familias más ricas y “hemos descubierto un nivel más alto de serios problemas de adaptación que se extienden desde la depresión, ansiedad, delincuencia y abuso de sustancias entre los niños de familias de clase media alta”.
Ella dice que en uno de sus estudios, su equipo le dio a los jóvenes varios escenarios diferentes, los que van desde infracciones leves hasta graves –como ser atrapado por tercera vez con vodka en la escuela o copiando en un examen– y les preguntó qué tan probable era que sus padres protestaran por cualquier castigo que se les impusiera.
“Definitivamente hubo un subgrupo de chicos que dijo: ‘Mis padres objetarían (cualquier castigo de parte de los funcionarios de la escuela)’”, dijo ella.
Sin embargo, ella señala que esta no es la norma. “Este es un pequeño grupo (de padres) pero que son muy francos y agresivos, y que se creen con derechos. Definitivamente hay un pequeño subgrupo que es poderoso y sumamente fuera de serie”.
“Yo no diría que existe algo peor que criar a los hijos en familias pudientes y con menos límites establecidos”, dijo Gresham. “Eso no es cierto”.
Pero en las familias adineradas, dijo Gresham, “los niños sin límites tienen muchísimos más recursos para usar en sus conductas impulsivas. Ellos tienen mucho más dinero y mucho más acceso a autos potentes y rápidos; a drogas y alcohol, puesto que esas cosas cuestan dinero. Así que los recursos extra que tienes para hacer realidad tus problemas de control de impulsos realmente son los responsables de crear un problema”.
Tanto ella como Luthar señalaron que las familias pudientes también tienen los medios para pagar por cosas como los buenos abogados defensores y tratamiento para sus hijos. Además, Gresham dice que los hijos de familias pudientes pueden no tener trabajos y pueden tener más tiempo libre.
La culpa es de la ‘affluenza’, el síndrome del niño rico
El día del accidente, la esposa de Boyles, Hollie, y su hija Shelby, habían salido de su casa para ayudar a Breanna Mitchell, a quien se le había pinchado una llanta de su camioneta. El pastor de jóvenes, Brian Jennings, también se detuvo para ayudar.
Los cuatro murieron cuando la camioneta de Couch se estrelló contra ellos. El vehículo también golpeó un auto estacionado, el cual se deslizó contra otro vehículo que venía en sentido contrario. Dos personas que viajaban en la parte trasera de la camioneta de Couch sufrieron heridas graves.
Anteriormente en ese mismo día, Couch y algunos amigos habían robado cerveza de un Walmart local. Tres horas después del accidente, el nivel de alcohol en la sangre de Couch era de 0,24, tres veces el límite legal para alguien con edad legal para beber, según los fiscales.
“Hay maneras dentro de una sociedad mediante las que nosotros, de manera colectiva, le damos forma al comportamiento de nuestros chicos”, es decir los padres, las autoridades escolares y la policía, dice Luthar.
“Si descubres que los padres personalmente no están estableciendo límites sino que están luchando contra las consecuencias… entonces, evidentemente, el hijo continuará lo que sea”, dijo. “Tú solo sigues subiendo la apuesta”. Y a menos de que un hijo se enfrente a las consecuencias, sus acciones “probablemente se multiplicarán como hongos”.
“Esto realmente habla de la importancia de ocuparse de la conducta de nuestros hijos desde el principio”, dijo. “En todos los casos, nuestro deber es… intervenir y hacer lo correcto. No es solo amar a nuestros niños, sino establecer los límites adecuados” respecto a su conducta.
Gresham dice que ella entiende por qué la sentencia de Couch dejó a algunos indignados, pero está de acuerdo con la jueza respecto a que él debería estar en tratamiento.
“Yo puedo entender a las personas que se sentirían enojadas, si chicos de 16 años de familias menos pudientes, fueran sentenciados a centros de detención juvenil y no a tratamiento”, dijo. “Todos los adolescentes que se comportan mal en realidad deberían tener acceso a los recursos terapéuticos”, aunque no todos ellos lo tienen.
Luthar dice que a ella no le gusta culpar a los niños por sus acciones. Pero respecto a la “affluenza”, ella señala lo siguiente: “Si tienes un niño que creció en zonas marginales, sus padres consumen crack, y además (el niño) fue abusado todo el tiempo y llegó a los 16 años y atropelló a cuatro personas, ¿qué tan probable es que el público o la cultura pueda decir: ‘Usted debe entender que lo que el chico hizo fue el resultado de su crianza’?
“Es difícil justificar que se consideren enfoques tan diametralmente diferentes hacia los chicos de áreas marginales versus aquellos que vivieron con bienestar económico”.