(CNNMoney) – Hace un par de días una persona de California me hizo la siguiente consulta: Estoy jubilado y vivo de lo que retiro de mis ahorros. Quisiera simplificar mi cartera, así que estoy pensando en seguir una estrategia que sugirió Warren Buffett: poner el 90% de mi dinero en un fondo indexado al S&P 500 y el 10% restante en bonos. ¿Será buena idea?
La estrategia que mencionas proviene de una sección de la carta de Warren Buffett a los accionistas de Berkshire Hathaway de 2013, donde él dice que su testamento estipula que el dinero sea entregado a un fideicomisario para el beneficio de su esposa y que el 90% de ese dinero vaya a un fondo índice Standard & Poor’s 500 de “muy bajo costo” y 10% a bonos del gobierno a corto plazo.
Él no habla específicamente de la jubilación. Pero cuando se le preguntó acerca de la estrategia en una entrevista posterior, hizo referencia a retiros de 3% a 4% cada año y agregó que, si hubiera un periodo terrible para los mercados, uno debe echar mano de la parte en bonos para evitar vender las acciones en un mal momento.
No me cabe duda de que la cartera 90-10 que Buffett recomienda para su esposa funcione para ella y tal vez para determinados jubilados que buscan recibir un ingreso continuado de sus ahorros. De hecho, un profesor de finanzas en la IESE Business School de España publicó un artículo en octubre donde muestra que en los 86 periodos superpuestos de 30 años entre 1900 y 2014, una cartera así distribuida sobrevivió más del 97% de las veces, o casi tan a menudo como carteras menos agresivas, asumiendo un reequilibrio anual y una tasa inicial de retiro de 4% posteriormente ajustada a la inflación.
Cuando yo hice el ejercicio con una cartera de 90% en acciones y 10% en bonos usando la calculadora de ingresos para el retiro de T. Rowe Price (que utiliza simulaciones de Monte Carlo basadas en rendimientos proyectados en lugar de datos históricos), obtuve una tasa de éxito inferior para un periodo de 30 años: por debajo del 80%. Pero esa tasa de éxito estaba en gran medida en consonancia con la de carteras que no están tan cargadas de acciones.
Aún así, a pesar de la sólida demostración de la cartera de 90-10, yo no la recomiendo como pauta para la mayoría de los jubilados. La razón principal: Dudo que el grueso de personas que dependen de sus ahorros para mantener su nivel de vida durante una larga jubilación puedan manejar emocionalmente la volatilidad que conlleva una exposición tan alta a acciones.
Inversiones a futuro
Una cosa es decir que ante una caída de casi 60% en los precios de las acciones (como la que vimos desde fines de 2007 hasta principios de 2009) o una década en que las acciones pierden un 1.4% anualizado (como la vivida entre 1999 y 2008), echarás mano de los bonos en tu cartera y seguirás confiando en que el mercado se recupere con el tiempo como lo ha hecho en el pasado y todo saldrá bien. Pero otra es vivir a través de dichos períodos y mantener esa enorme proporción de acciones cuando estás viendo que el valor de los ahorros de toda tu vida disminuye rápidamente y lo único que escuchas son perspectivas pesimistas para el mercado.
Sospecho que incluso si alguien logra en tales circunstancias mantener el curso, no podría disfrutar cabalmente de la jubilación mientras espera que las acciones se recuperen.
Otra razón por la que no puedo recomendar el enfoque 90-10 a la mayoría de los jubilados es que no hay necesidad de invertir tan agresivamente para que tus ahorros te mantengan por 30 años o más. Puedes obtener tasas de éxito similares, o incluso mejores, con carteras con una menor proporción de acciones. En las simulaciones de Monte Carlo que hice con la calculadora de ingresos para el retiro, una cartera compuesta de 50% en acciones y 50% en bonos generó la mayor tasa de éxito, 80%, e incluso una cartera muy conservadora de 30% en acciones y 70% en bonos tuvo la misma probabilidad de durar 30 años que la cartera 90-10.
Por supuesto, optar por una cartera con un mayor porcentaje en acciones tiene sus ventajas. En escenarios en los que la cartera no se queda sin dinero, una cartera con más acciones tenderá a tener un saldo superior en los últimos años de la jubilación que una cartera con menos exposición accionaria, lo cual tiene sentido ya que las acciones por lo general generan una mayor rentabilidad que los bonos.
Así que aumentar tu exposición a las acciones podría ser un mejor camino si lo que te interesa es heredar tus activos o, simplemente, te gusta la idea de la posibilidad de tener un colchón de ahorros más grande del que puedas disponer en caso de necesidad en la etapa tardía de tu jubilación.
No hay una única respuesta
Pero es importante recordar dos cosas: que no hay ninguna garantía de que la distribución que haya funcionado en el pasado funcione igual de bien en el futuro y que las proyecciones no son garantías. Del mismo modo, todo tiene un costo. Cuanto más aumentes la apuesta en acciones, es más probable que el valor de tu cartera caiga.
Entonces, ¿cuál es la distribución correcta de acciones y bonos para la mayoría de los jubilados? No hay una única respuesta. Pero en mi opinión, tu principal objetivo debe ser llegar a una combinación de acciones y bonos que está en línea con tu tolerancia al riesgo.
Si asumes más riesgo del que puedes manejar psicológica y emocionalmente, puedes terminar deshaciéndote de las acciones cuando las cosas se ponen mal, sufriendo pérdidas. Si inviertes muy conservadoramente, por otro lado, puedes tener la tentación de aumentar tu tenencia en acciones cuando el mercado va bien, lo que podría dejarte más vulnerable cuando el mercado atraviese una crisis.
Un buen punto de partida para establecer una apropiada combinación de bonos y acciones es responder un cuestionario de tolerancia al riesgo como el que ofrece Vanguard en línea. Basándose en tus respuestas a 11 preguntas sobre el horizonte temporal de inversión y la capacidad de manejar la volatilidad, la herramienta recomendará una mezcla específica de acciones y bonos. También te mostrará cómo esa mezcla, así como otras más conservadoras y más agresivas, han actuado en mercados buenos y malos, así como en el largo plazo.
Mi hipótesis es que la mayoría de los inversionistas que hagan este ejercicio van a terminar, al menos inicialmente, con una cartera que tenga entre 40% y 60% en acciones. Pero puedes adaptar esa combinación a tus circunstancias particulares. Por ejemplo, si cuentas con otros recursos aparte de tus ahorros para el retiro o tus ahorros son tan sustanciales que es difícil que los agotes, entonces quizás quieras aumentar tu tenencia en acciones.
Lo mismo podría aplicar si los pagos que recibes de la Seguridad Social son lo bastante grandes como para cubrir la totalidad o la mayor parte de tus gastos básicos o si tienes un ingreso vitalicio como los que da una anualidad.
Con todo, es posible que quieras moderar tu exposición a acciones si te asusta la idea de ver caer en picada el valor de tus ahorros o si tienes una pequeña cantidad ahorrada y poco más para sostenerte en caso de que tu inversión sufra grandes pérdidas.
Y puesto que las personas tienden a ser menos tolerantes con el riesgo a medida que envejecen, es posible que también quieras disminuir gradualmente tu exposición a acciones en el transcurso de tu jubilación (aunque también hay un argumento a favor de un “camino inverso”, esto es, comenzar con una exposición relativamente baja de acciones y aumentarla más adelante).
Analizar el comportamiento que han tenido las carteras para el retiro según distintas combinaciones de acciones y bonos ha servido en el pasado y podría servir para el futuro, pero también tienes que vivir día a día con la distribución que elijas. Por lo tanto, tu elección siempre tiene que reflejar el nivel de volatilidad y riesgo que puedas tolerar mientras disfrutas tu jubilación.
Por eso, aunque la estrategia de Buffett de 90-10 suene en teoría atractiva, en la práctica creo que no le conviene a la gran mayoría de los jubilados.