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(CNN) – En una mañana cualquiera en la animada ciudad del puerto de Mumbai al oeste de India, una gruesa cortina de humo color amarillo y gris cuelga sobre la ciudad. Al conducir en una de las autopistas metropolitanas, los edificios a unos cuantos metros de distancia a duras penas se logran ver a través del smog de las primeras horas de la mañana.

A medida que te acercas a Deonar, el vertedero de basura más antiguo de la ciudad, y según algunas versiones de Asia el más grande, el aire se vuelve más espeso y constriñe la garganta. Esto afecta a los miles de residentes pobres que viven al margen de este desgarbado sitio de 132 hectáreas.

Este recibe 4.000 toneladas de desechos al día, le dijo la Corporación Municipal del Gran Mumbai (MCGM) a CNN, las cuales todos los días son vertidas en la parte superior del depósito del día anterior. Con los años, los desechos de la ciudad se han acumulado en asombrosos e imponentes montículos de basura.

Humo acre

La contaminación del aire alrededor de Deonar ha sido particularmente perjudicial en los últimos días; se trata de una bruma acre y asfixiante que cubre la parte posterior de la garganta, enrojece los ojos y dificulta la respiración. Aun así, es mucho mejor en comparación a las horas siguientes a la mañana del 28 de enero, cuando los grandes incendios estallaron alrededor del sitio, envolviendo inmediatamente el área con un humo negro y espeso que cubrió el sol.

Una imagen publicada por la NASA mostraba la escala del incidente, con una gruesa columna de humo visible desde el espacio. La causa de los incendios sigue siendo objeto de investigación, aunque las autoridades dicen que los incendios podrían haber sido provocados por los gases combustibles de la basura en desintegración.

Mohamed Sedaj, un chico de 12 años que vive muy cerca del vertedero, dice que estaba volando cometas con sus amigos cuando los cielos se oscurecieron a causa del humo. Él corrió a su casa, asustado, y permaneció allí durante dos días, mientras que las escuelas de la zona fueron cerradas bajo una disposición de emergencia. El departamento de bomberos de la ciudad envió 14 camiones de bomberos y a equipos para contener el enorme incendio. Sin embargo, dos días después el humo aún seguía y una semana después, algunas partes aún ardían.

Incluso las lujosas áreas residenciales del lugar sintieron su impacto, ya que cuando las madres se levantaban encontraban un manto impenetrable de smog y recurrían a los grupos de Whatsapp para hablar sobre mantener a sus hijos en casa.

Ese fue uno de los peores incendios que Mumbai ha visto en los últimos años, y para aquellos que se encuentra en Deonar, ese simplemente fue otra señal de un gobierno que muchos sienten que los ha abandonado.

‘El gobierno no escucha’

Deonar es el hogar de miles de pepenadores que viven ya sea en los barrios pobres cercanos o dentro de las paredes de este acre páramo.

Mohammed Merajul vive detrás del vertedero. Dice que se mudaría, pero encogiendo los hombros dice, “majboori”… no tiene otra opción. Él admite que el cuerpo de bomberos de la ciudad respondió rápidamente a esta emergencia, pero la falta de infraestructura y la atención en este barrio pobre, en su mayoría musulmana, es realmente grave. “Siempre hay mal olor aquí y hemos perdido la cuenta de la cantidad de niños que se enferman”, le dice a CNN.

El mayor problema en este momento, dice, es la falta de agua limpia suministrada por el gobierno. “A veces no nos podemos bañar durante cuatro o cinco días”.

El gobierno tiene que proveer sanitarios —el vertedero es utilizado por muchos como un enorme inodoro al aire libre— y un suministro de agua, dice. “Pero el gobierno no atiende las demandas de los pobres”.

Su compañero, otro hombre llamado Mohammed, dice que la discriminación es más profunda. Si vas allí, dice, señalando en la distancia una zona en gran parte hindú, es impecable. “Tenemos un tambo de agua y está lleno de gusanos. Tenemos que beber esa agua; bañarnos con esa agua”.

Jockin Arputham, presidente de la National Slum Dwellers Association (Asociación nacional de residentes de barrios pobres) de la India, le dijo a CNN que el gobierno está dejando de lado a estos residentes de Mumbai porque son pobres.

Rodeada de barrios pobres

“Este vertedero está rodeado en tres lados por barrios pobres. Si se tratara de personas ricas o personas de clase media, los políticos locales habrían venido y le habrían prestado atención”.

El gobierno necesita tener una política de rehabilitación clara, dice, y debe recuperar el vertedero, compactarlo y usar el terreno para albergar a los residentes de los barrios pobres.

“Ellos deberían nivelar este lugar y utilizarlo para rehabilitar a las personas. El gobierno no debería quejarse de que no tiene terrenos disponibles. (El gobierno) tiene una opción… puede hacer algo o hacerse de la vista gorda”.

Cuando se le preguntó sobre las quejas de la comunidad y las acusaciones de sesgo contra los musulmanes, el gobierno negó cualquier sesgo y defendió su enfoque, al decirle a CNN que Deonar es una localidad pobre, pero las cosas están mejorando.

“No solo viven musulmanes allí”, dice Rais Shaikh, el consejero municipal (una posición similar a la del concejal de la ciudad). “El sesgo no es una razón para la actual condición del lugar”.

“Durante los últimos seis años, esta localidad ha mejorado mucho. Hay mejores carreteras, hay mejores servicios sanitarios, hay parques y escuelas. Si hubiera algún tipo de sesgo, todo esto no hubiera sido posible”, añade.

Shaikh también dijo que el objetivo es reducir la cantidad de desecho recibido en el vertedero. “Después queremos procesar estos residuos de una manera científica”, dijo. “Podemos utilizarlo para convertirlo en energía, por ejemplo”.

La vida al límite

Sabil, un pepenador, peina el sitio todos los días para encontrar zapatos viejos que lleva de nuevo a un pequeño y apretujado taller. Él gana alrededor de 400 rupias (6 dólares) al día, nos dice, y es otra de las personas que no tienen a dónde ir. Costaría un mínimo de 30.000 rupias (442 dólares) reubicar y librarse del vertedero de basura, nos dicen, lo cual está mucho más allá del alcance de estos habitantes de los suburbios.

“Mira hacia afuera”, insta Sabil. “¿Puedes ver el sol? No pudimos verlo ese día”.

Mientras que el espeso y acre humo invadía su taller, él dice que no tenía otra opción que seguir trabajando. Con una familia de cuatro a la que tiene que mantener, simplemente no podía permitirse el lujo de dejar de trabajar ni siquiera un día.

“No solo soy yo, miles suben ese vertedero todos los días”, dice. Pero él no espera que el gobierno haga algo por él.

“¿Acaso el gobierno ayuda a la gente pobre?”, pregunta, convencido de que ya sabe la respuesta.