La aspirante demócrata Hillary Clinton habla durante un evento de mujeres en el hotel Marriot en Columbia, Carolina del Sur. (Getty Images).

Nota del Editor: Jorge Gómez Barata es columnista, periodista y exfuncionario del Departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y exvicepresidente de la Agencia de noticias Prensa Latina. Las opiniones expresadas en este texto corresponden exclusivamente al autor.

(CNN Español) – Si Hillary Clinton llegara a la presidencia, no sería la primera estadounidense en gobernar un país. Antes, en Guyana, lo hizo Janet Jagan, nacida en Chicago.

También, en calidad de reina brilló Elizabeth (Lisa) Najeeb Halaby, que vino al mundo en Washington en 1951 y en 1978 fue desposada por Hussein, rey de Jordania. Por imperativos de la fe y del amor, la joven se convirtió al Islam con el nombre de Noor al-Hussein (Luz de Hussein), por lo cual fue proclamada reina de los jordanos, condición que ostentó hasta la muerte de su marido en 1999. En ese momento fue exaltada a la condición de majestad. Tuvo cuatro hijos, dos príncipes y otras tantas princesas.

Por su parte, la actriz Grace Kelly (Filadelfia, 1929), ganadora de un Oscar, en 1955 dio un giro a su vida y asumió su mejor papel. Con una exitosa carrera por delante dijo adiós a Hollywood para contraer nupcias con Raniero III de Mónaco, convirtiéndose en primera dama del Principado. Desde entonces y hasta 1982, cuando falleció en un accidente automovilístico, se le dispensó el trato de alteza serenísima. Fue madre de tres hijos.

Janet Jagan, nacida en Chicago en 1920, fue la sexta presidenta de Guyana, la cuarta mujer en ocupar tal cargo en América Latina y la primera elegida democráticamente para ejercerlo. Hasta hoy, es la única dama nacida en Estados Unidos que ha gobernado un país. La historia de amor y servicio público comenzó en 1942, en Estados Unidos, cuando conoció a Cheddi Jagan, un dentista guyanés con el que se casó al año siguiente. En 1997 se convirtió en presidenta. Falleció en 2009, y dejó gratos recuerdos y un magnífico legado.

Hillary Clinton (Chicago 1947) abogada, empresaria, primera dama de Arkansas y de Estados Unidos, senadora y secretaria de Estado, es la primera mujer en aspirar, no una, sino dos veces a la presidencia.

Antes Geraldine Ferraro y Sarah Palin debutaron en las Grandes Ligas de la política estadounidense aunque sin ambicionar llegar tan lejos. En 1984, Ferraro fue pionera al aspirar a la vicepresidencia de Estados Unidos como parte de la fórmula del Partido Demócrata encabezada por Walter Mondale. En 2008, Sarah Palin intentó lo mismo con el Partido Republicano y John McCain. Ninguna tuvo éxito.

Mención aparte para Shirley Chisholm, quien en 1968 fue la primera afroestadounidense elegida para el Congreso que en 1972. Superando enormes prejuicios, luchó por la nominación presidencial del partido Demócrata y, según ella encontró “más discriminación por mujer que por negra”.

Admirada y no pocas veces cuestionada por hombres y mujeres, en décadas de esfuerzo y desempeño, éxitos y reveses, y una vida que la hizo transitar por el destino de la mayoría de las mujeres que son esposas y madres, con esfuerzo y talento, Hillary Clinton ha tejido una cadena de éxitos profesionales, sociales y políticos que la hacen una fuerte aspirante a la Casa Blanca.

Como ha ocurrido con casi todos los candidatos, al lanzarse a la carrera por la presidencia, Clinton se expone a un profundo, descarnado y con frecuencia cruel escrutinio de su vida pública y privada, a la crítica de sus convicciones, y a las consecuencias de sus decisiones.

En las próximas semanas y meses los estadounidenses y el mundo comprobarán hasta dónde sus méritos le alcanzan para ocupar la más importante función política del planeta. La batalla ha comenzado, como a los demás, les deseo éxitos.