Nota del editor: Camilo Egaña es el conductor de Encuentro. Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor.
Cuarenta años después del estreno de Todos los hombres del presidente, otra cinta de periodistas ha ganado el Oscar a la mejor película.
Eso decía esta mañana un comentarista ultraconservador de la radio, que en Estados Unidos ha terminado ocupando el espacio que hace treinta o cuarenta años tenían politólogos, filósofos, escritores…
Spotlight no es en puridad otra película de periodistas. Es una cinta sobre los intentos de la Iglesia Católica de Boston de encubrir los abusos de varios sacerdotes pedófilos entre 1984 y 2002, y cómo esa iglesia choca contra un gran diario, The Boston Globe.
He necesitado más de treinta años en este oficio de contar la vida y, además, despojar tal oficio del glamour que otros le imprimen para entender al fin que tampoco Todos los hombres del presidente es una película de periodistas, pese a que cuenta la historia de los dos reporteros que destaparon el escándalo de “Watergate”, que acabó con la presidencia de Richard Nixon. Tuvo que tragarse su soberbia y dimitir como presidente de Estados Unidos.
La película en verdad es una historia sobre el poder de la honestidad, la civilidad y, sobre todo, la democracia.
Todos los hombres del presidente debería inaugurar cada primer curso en las facultades de comunicación. Como Spotlight, debería verse en cada seminario. Porque, más allá del premio, es la historia de cómo la verdad se abre paso en un mundo de luz que ciertos personajes se empeñan en llenar de opacidad. Porque así pasan inadvertidos.
Por cierto, el cardenal Bernard Law dimitió en 2002 como arzobispo de Boston cuando estalló el escándalo y después de que 58 sacerdotes de su diócesis pidieran su renuncia en una carta. Nunca enfrentó cargos y catorce años después sigue siendo Arzobispo Emérito de Boston y Arcipreste Emérito de la Basílica Santa María la Mayor de Roma. Lo dice la página de la oficina de prensa del Vaticano.