(CNN) – Cuando Karla Jacinto tenía tan solo 12 años se enamoró de un hombre de 22 años de edad.
Ella huyó del pequeño pueblo en México en donde había crecido para poder estar con él. Al principio él la trató muy bien y la llenó de regalos, pero no pasó mucho tiempo antes de que la forzara a trabajar como prostituta.
Ella dice que la mayor parte de los cuatro años, atendió a 30 hombres al día, siete días a la semana.
“Tenía que cerrar mis ojos para no ver lo que me hacían a fin de no sentir nada”, dijo.
Según su propia estimación, fue violada 43.200 veces antes de que fuera rescatada en 2008.
Su historia está lejos de ser única. Hay aproximadamente 4,5 millones de víctimas de explotación sexual alrededor del mundo. La inmensa mayoría de estas son mujeres y niñas.
La trata sexual se ha convertido en una enorme industria a escala mundial, con valor de 99.000 millones de dólares al año. Para los criminales, los riesgos son relativamente bajos y la recompensa alta. En promedio, para los explotadores, cada víctima de trata sexual representa cerca de 22.000 dólares en ganancias por año.
“Gustavo” es un traficante de personas condenado que ahora está cumpliendo su condena en una prisión de máxima seguridad mexicana. Durante años, él atrajo niñas y las alejó de sus familias con regalos y promesas románticas, antes de forzarlas a la prostitución con amenazas, coacción y/o abuso físico y verbal.
“Mientras más rápido se enamoran ellas y se van contigo, más rápido empieza el negocio a generar dinero y menos efectivo tienes que gastar llenándolas de regalos y sacándolas de paseo”, dijo Gustavo. “Para mí, las niñas significaban una fuente de ingresos, mercancía que puedes adquirir, intercambiar o vender”.
En estos días, él dice que es un hombre diferente, un cristiano nacido de nuevo. Él dice que las personas necesitan saber que aún hay muchos hombres haciendo lo que el solía hacer: cazando a niñas jóvenes e inocentes y atrayéndolas hacia la prostitución.
“Ellas no saben que detrás del príncipe azul hay un monstruo usando una máscara, un monstruo que las va a conducir hacia un mundo de prostitución y explotación”.
Estas historias son desgarradoras, pero en medio del dolor hay esperanza: la mujer que escapa viva de la explotación y las organizaciones que las ayudan.
Las mujeres como Jennifer Kempton, de Columbus, Ohio, quien pasó más de cinco años ejerciendo la prostitución forzada y adicta a las drogas.
Ella fue tatuada por sus traficantes, “marcada” como su propiedad. Pero, eventualmente, ella escapó y cubrió sus tatuajes, lo que cambió la forma en que ella misma se veía.
Kempton busca otras sobrevivientes para que experimenten la libertad que ella ha encontrado, por lo que ha iniciado una organización sin fines de lucro –Survivor’s Ink–, la cual paga para cubrir los tatuajes de marcas de las supervivientes de la trata sexual con nuevos tatuajes a su elección.
También mujeres como Rachel McCool, cuya historia muestra que existe una vida para las supervivientes.
McCool se crió en un pequeño pueblo de Georgia y fue obligada a prostituirse en un club nocturno. Con el tiempo, dejó esa la vida detrás de ella y se registró en un centro para víctimas de la trata denominado Wellspring Living.
Ella tiene ahora 28 años de edad, un hermoso niño y se muestra optimista respecto al futuro.
“Tengo todo un nuevo aprecio por el color del cielo, porque cuando eres una adicta y cuando estás en cautiverio, ves todo en blanco y negro, como gris”, dijo ella. “Yo no veía la belleza de este mundo, este mundo en el que estamos viviendo. Sí, hay mucho dolor y también lo entiendo, pero hay mucha belleza y hay mucha libertad”.
La trata de personas puede terminar y la conciencia es el primer paso. Averigua más en cnn.com/freedom y mira algunas de las organizaciones que combaten la trata de personas alrededor del mundo.