Nota del editor: Andrew Cohen es un autor de éxitos de librería y un periodista que escribe una columna distribuida a nivel nacional para el Ottawa Citizen. Su libro más reciente es “Two Days in June: John F. Kennedy and the 48 hours that Made History” (Signal/Random House). Las opiniones expresadas en este comentario son exclusivamente las del autor.
(CNN) – Justin Trudeau y su comitiva llegaron a Washington con el cálido aplauso de los medios estadounidenses. Vanity Fair, Vogue, The New York Times Magazine, el Washington Post y otros lo han tratado con el arrobo de una celebridad internacional.
Esto es inusual —incluso sin precedentes—para un primer ministro de Canadá , el vecino al norte que los estadounidenses conocen como amigable, confiable, frío y aburrido. Sin embargo, ningún primer ministro se ha visto y ha sonado como este en una generación… sin duda no desde que su padre, Pierre Elliott Trudeau, dirigía el país. Andrew Cohen.
Cuando el presidente Barack Obama lo reciba el jueves una cena de estado en la Casa Blanca —la primera para un líder canadiense desde 1998— será una excelente oportunidad para que Justin Trudeau muestre la nueva cara de Canadá, el segundo país más diverso en el mundo , como progresista, moderado y tolerante.
En una palabra, todo lo que Estados Unidos no es en esta temporada electoral.
Este es un tema que Trudeau ha adoptado desde la sorprendente elección de su Partido Liberal el 19 de octubre, lo que le puso fin a casi 10 años del gobierno divisivo del conservador Stephen Harper. Lo que resulta más sorprendente es que la imagen de Trudeau contrasta con el rostro severo que Estados Unidos le ha demostrado al mundo a modo de Donald Trump, Bernie Sanders y Hillary Clinton: viejo, gris, chillón y ceñudo.
Lo que resulta interesante sobre Trudeau —quien ha sido llamado “el anti Trump”— es cómo él, sus políticas y su país se separan tan radicalmente de Estados Unidos. Esto ayuda a explicar la fascinación en Trudeau más allá de su apariencia (1,87 metros), su juventud (44), su esposa elegante y su linaje patricio.
De hecho, entre la demagogia y la vulgaridad de la contienda presidencial, Trudeau personifica algo del todo distinto: juventud, idealismo, calidez y esperanza.
No es accidental que su delegación a Washington incluya a dos ministras de alto nivel, lo que pone de manifiesto que la mitad de su gabinete está conformado por mujeres. Cuando se le preguntó en noviembre por qué insistía en la igualdad de género, él respondió “¡Porque estamos en el 2015!”
También lo acompañan el ministro de defensa nacional y el ministro de desarrollo económico (ambos son sij y utilizan turbante), además de su ministro de asuntos exteriores, un individuo de Quebec que habla francés. También hay muchos parlamentarios que son minorías visibles.
El punto es que en Canadá lo importante es la diversidad. Desde que los liberales llegaron al poder, Canadá ha aceptado a 25.000 refugiados sirios; Trudeau saludó a los pasajeros del primer avión personalmente en Toronto.
Ellos son parte de los 300.000 inmigrantes que Canadá aceptará este año, la cifra más alta en un período de tiempo.
Después de un gobierno que desestimó el calentamiento global, Canadá ha adoptado una política activista sobre el cambio climático. En la misión internacional en contra de ISIS, Trudeau ha retirado a los bombarderos de Canadá, y en su lugar ha preferido entrenar a los soldados en el terreno.
De otras formas, Trudeau dirige a un país que cree en un gobierno que se comprometa otra vez con el cuidado de la salud universal y la radiodifusión pública, que prometa dirigir los déficits presupuestarios para pagar la infraestructura y apoyar la expansión del libre comercio, particularmente el Acuerdo Transpacífico, al que Trump y Sanders se oponen.
Todo esto ha dado lugar a que algunos estadounidenses enciendan las redes sociales con comentarios de trasladarse a Canadá. Los estadounidenses no se trasladan en realidad, sino ven a Canadá como una póliza de seguros.
Canadá no es una utopía. Tiene personas gordas, sus trenes son malos, tiene altas tarifas aéreas y una arquitectura urbana desagradable. Tiene un perfil racial, desigualdad de ingresos y un déficit de ambiciones.
Sin embargo, para quienes sueñan con Estados Unidos y con un líder como Barack Obama en 2008, Canadá restringe las armas, limita el dinero en la política y separa a la iglesia y al estado.
Y en Estados Unidos, en medio de dificultades en la campaña electoral, es dirigido por una tribuna de esperanza que habla de “días soleados”.