(CNN) – Quemaban a las personas hasta darles muerte… las sofocaban en contenedores de embarque…. saqueaban y destruían aldeas… y violaban a cientos, sino es que miles, de niñas y mujeres… a veces por grupos de soldados, quienes lo hacían en presencia de familiares y se llevaban a sus víctimas como una propiedad.
Estas horribles acusaciones y más están detalladas en un informe de las Naciones Unidas enfocado en Sudán del Sur y que fue publicado el viernes. Describe a la llamada “política de tierra quemada en la que los civiles de forma deliberada se vuelven blanco” de personas que trabajan con o para el gobierno de la nación africana.
Esta ha sido la oscura realidad desde que la guerra civil estalló en diciembre del 2013, después de la cual, todas la partes, incluyendo a rebeldes, al parecer causaron dolor, sufrimiento y humillación a los inocentes. Las fuerzas de Sudán del Sur tomaron la delantera en el 2015 y, al hacerlo, comenzaron a llevar a cabo una excesiva cantidad de farsas, según el informe de la ONU.
El documento dice que mujeres jóvenes y mayores se convirtieron en peones en este conflicto. Muchas supuestamente se convirtieron en esclavas sexuales —a veces en lugar de pagarles a los soldados o milicias afiliadas— quienes eran consideradas propiedad, obligadas a convertirse en “esposas” y obligadas a hacer cosas como llevar artículos del botín y hacer las tareas.
“Esta es una de las situaciones de derechos humanos más horrorosas del mundo, en la que la violación era ampliamente usada como un instrumento de terror y un arma de guerra”, dijo el Alto Comisionado para los Derechos Humanos, Zeid Ra’ad Al Hussein, cuya oficina explicó las acusaciones con “detalles agudos y devastadores”. “Aun así, de cierto modo ha estado fuera del radar internacional”.
Al responder el viernes, un portavoz del ejército de Sudán del Sur aseguró que el informe de la ONU no era “genuino”.
El general Malak Ayuen dijo que su ejército no ha recibido informes de violaciones de derechos humanos, añadiendo que cualquiera que haya cometido tales actos será investigado y llevado ante la justicia. Sin embargo, por ahora Ayuen insistió en que el gobierno de Sudán del Sur está trabajando para finalizar un acuerdo de paz esbozado en agosto.
“Nuestra misión es proteger a la gente de Sudán del Sur”, dijo el portavoz militar. “Esto es lo que estamos intentando hacer”.
El país más nuevo del mundo está plagado de violencia
Hace menos de cinco años, muchos alrededor del mundo veían a Sudán del Sur como una historia exitosa.
Las celebraciones estallaron en su capital, Yuba, en las que personas hacían sonar sus cuernos y agitaban nuevas banderas para celebrar lo que en ese entonces era (y aún es) el país más nuevo del mundo. Esto ocurrió después de años de violencia a menudo horrible —demostrada por lo que Estados Unidos y el Tribunal Criminal Internacional, en su acusación al presidente de Sudán Omar al-Bashir, caracterizan como genocidio en Darfur— que terminó con un acuerdo de paz y un voto abrumador de los nativos de Sudán del Sur para volverse independientes.
Todo se vino abajo en el 2013, cuando el presidente Salva Kiir acusó a su vicepresidente destituido, Riek Machar, de tratar de derrocarlo del poder en un golpe de Estado. Las hostilidades estallaron a lo largo de las líneas tribales, ya que la comunidad nuer respaldó al líder rebelde Machar, mientras que la tribu dinka se alineó con el presidente.
La violencia obligó a más de 2 millones de ciudadanos de Sudán del Sur a huir de sus hogares y decenas de miles más murieron. Pronto surgieron historias de canibalismo, violaciones en grupo y niños obligados a formar parte de la milicia; un informe de la Unión Africana que circuló el año pasado acusaba a todos las partes involucradas.
El informe de la ONU que fue publicado el viernes hace eco a esa historia, señalando que las “graves violaciones contra el derecho internacional humanitario, violaciones graves contra la ley internacional de los derechos humanos y abusos contra los derechos humanos han sido perpetrados por todas las partes involucradas en el conflicto”.
Estos incluyen ataques contra inocentes, violación, detenciones arbitrarias y secuestros, los cuales “pueden constituir crímenes de guerra y/o crímenes contra la humanidad”. El informe afirma que “los civiles fueron seleccionados con base en su origen étnico, y les dispararon en las calles, en sus casas, mientras buscaban refugio en las iglesias y hospitales, y en lugares oficiales y no oficiales de privación de libertad”.
Informe: violadores mataron a las mujeres que los veían a los ojos
De acuerdo con las Naciones Unidas —cuyas propias fuerzas de paz en África, así como algunos de Francia, han sido acusados de violación en la República Centroafricana— las acciones del gobierno de Sudán del Sur, sus militares y sus aliados fueron particularmente atroces el año pasado.
La ONU documentó más de 1.300 informes —a pesar de que podrían no haberse revelado muchos más relatos— de violaciones en uno de los 10 estados de Sudán del Sur, Unity, entre abril y septiembre (un mes después de que se alcanzara el acuerdo marco de paz).
Los testigos dijeron que algunas mujeres fueron asesinadas por resistirse, otras por simplemente ver a los ojos a sus violadores.
Una mujer relató que la desnudaron y violaron cinco soldados a lo largo de una carretera y frente a sus hijos; luego, fue violada en los arbustos por tres hombres más; después, regresó y se encontró con que sus hijos estaban desaparecidos. Otra recordó haber sido atada a un árbol después de que su esposo muriera y luego fue obligada a ver como 10 soldados violaban a su hija de 15 años.
“Durante los ataques del SPLA”, agregó el informe, usando las siglas en inglés para el ejército de Sudán del Sur, “las mujeres y niñas fueron consideradas una mercancía y fueron tomadas junto con los bienes civiles, a medida que los soldados se desplazaban a través de los pueblos”.
60 personas fueron asfixiadas hasta morir en un contenedor, según los informes
No se trataba solo de violencia sexual. El informe de la ONU también documentó historias de civiles siendo colgados de árboles, cortados en piezas y quemados vivos.
En un informe también descrito recientemente por Amnistía Internacional, 60 ganaderos fueron tomados por soldados de Sudán del Sur, quienes confiscaron su ganado, luego los amarraron y los encerraron en un contenedor de acero sin ventanas.
Amnistía informó del hallazgo de esqueletos rotos en una fosa común, donde al parecer enterraron a los que habían muerto en el contenedor.
Ese contenedor fue llevado a un antiguo recinto de la iglesia católica en la ciudad de Leer, donde las tropas de Sudán del Sur lo custodiaron. “De acuerdo a información creíble”, indica el informe de la ONU, “todos los hombres murieron después de uno o dos días de haber sido detenidos, con la excepción de uno de los sobrevivientes”.
El gobierno de Sudán del Sur toma “algo como esto muy en serio”, dijo un portavoz al referirse a la acusación, antes de insistir en que “nuestras fuerzas no cometieron ninguna violación contra los derechos humanos”.
“Hay una cantidad de bandidos y fuerzas de la milicia en solitario que están presentes en esa área, dijo el portavoz del gobierno, Ateny Wek. “Nuestras fuerzas no matan a los civiles”.
“En ocasiones, podrían haber muertes accidentales como resultado del fuego cruzado, pero el ejército de Sudán del Sur no es responsable de este crimen atroz. Tenemos contemplado investigar quiénes son responsables y llevarlos ante la justicia”.
Juliet Perry, Radina Gigova, Robyn Kriel y Faith Karimi contribuyeron con este reporte.