(CNN) – En el salón de Jean Louis David, a muy poca distancia de la famosa playa de Copacabana, en medio del ruido de los secadores y los cortaúñas, el televisor del salón muestra algo que no esperarías ver: las noticias.
Hoy en día, el escándalo político que envuelve a los brasileños es tan intrigante como cualquier telenovela latinoamericana con la que estén obsesionados. El problema en esta ocasión es que la trama no es ficción, y el país entero la está viviendo.
“Es una telenovela de miedo”, dice Marco Magalhaes, un maquillista que divide su tiempo entre Río y Los Ángeles. Él dice estar avergonzado de su país cada vez que alguien le hace la pregunta que ahora formulan incluso en los cafés de California: ‘¿Qué diablos está pasando en Brasil? ‘
“Ladrones, lo cual es triste; pero ellos son ladrones”, dice en referencia a los políticos y a la prominente élite empresarial de su país antes de pronunciar lo que se ha convertido en un coro nacional de indignación: “La gente paga impuestos y sienten que les han robado, sienten que les han robado”.
El escándalo es tan infame que ya ha contaminado a más de la mitad de los políticos nacionales del país, tanto del gobierno como de la oposición, entre ellos el expresidente Luiz Inácio Lula Da Silva. La conspiración de sobornos está vinculada al conglomerado energético estatal de Petrobras, que una vez fue venerado, una compañía que en el pasado ha sido un símbolo permanente de las aspiraciones económicas de Brasil.
La presidenta Dilma Roussef no está implicada en el escándalo de corrupción, pero ahora se encuentra arrinconada por una desagradable batalla presupuestaria que podría verla impugnada en cuestión de semanas. Sus rivales políticos la acusan de estafar a los votantes al amañar las finanzas del gobierno.
Engaño al estilo Watergate a plena vista
Sin embargo, lo que realmente mantiene al salón comentando los chismes es el engaño al estilo Watergate que tienen a plena vista.
En conversaciones grabadas por los investigadores y filtradas a los medios o hechas públicas por los tribunales, los brasileños están escuchando a políticos y empresarios discutiendo en los términos más crudos sus manipulaciones del poder, la política y las ganancias derivadas del dinero procedente de los sobornos.
Las intervenciones telefónicas ahora están siendo devoradas y debatidas en cada rincón y rendija de la vida cotidiana de la gente.
“Lo que está ocurriendo ahora debería haber ocurrido hace mucho tiempo; creo que Brasil está viendo su política con distintos ojos. Los brasileños solían hacerse de la vista gorda frente a la política; ahora las personas están viendo con claridad por primera vez”, dice Milena Emanuels, una estilista.
Y cada nueva investigación o caso judicial, y han habido docenas, parece encontrar un hilo más de corrupción que ahora está desmarañando a toda la élite política y económica de Brasil.
Todo esto se ve respaldado por advertencias económicas pesimistas de un segundo año de recesión y el peor rendimiento económico en dos generaciones.
“El alcance de esta crisis es el peor que he visto alguna vez”, dice Narciso Rocha, propietario de un bar y restaurante de Rio, quien ha estado en el negocio durante más de medio siglo.
El virus del Zika y los Juegos Olímpicos
Y luego tenemos al virus del Zika. Esta ha sido una incorporación particularmente amenazante a todo lo que asedia al país. El Zika es un virus misterioso que todavía acecha en Brasil. Se propaga a través de mosquitos y de manera alarmante, puede haber ocasionado daños neurológicos devastadores en centenares de recién nacidos.
A través de todo esto, Brasil está invitando al mundo a visitar el país en agosto para los Juegos Olímpicos de Verano de 2016 en Río.
Algunos lo ven ahora como el equivalente a celebrar la mayor fiesta de tu vida en tu casa mientras el sitio está siendo remodelado y los miembros de la familia se están ahorcando unos a otros.
“Todo sucedió muy rápido, justo antes de los Juegos Olímpicos. No es un buen momento; es una pena”, dice Magalhaes. “Siento que estos no van a ser unos Juegos Olímpicos que serán recordados”.
Lo que preocupa a muchos brasileños es que los Juegos podrían ser recordados por todas las razones equivocadas.