Esta historia hace parte de una recopilación de testimonios de vida y ayuda en medio de la tragedia en Ecuador. Lee las demás historias de solidaridad y heroísmo en Ecuador tras el terremoto en este link. Cada día publicaremos una historia nueva.
(CNN Español) —- A todos nos duele Ecuador. Pero a los ecuatorianos, el dolor les atraviesa el alma. Una embestida furibunda de la naturaleza les arrebató hijos, padres, familiares, amigos… vidas.
La pesadilla que comenzó la noche del 16 de abril con el terremoto de 7,8 aún deambula por las calles y vive agazapada debajo de la tierra temblorosa y resquebrajada. Se mete en las grietas de los hogares y se cuela entre las rendijas del silencio. Ellos lo saben. Lo viven. Lo sienten en la piel y dentro de ella. Pero el dolor no es capaz de matar la esperanza que palpita en el fondo de sus corazones.
¡Son ecuatorianos!
Una raza de fe y esperanza. Un país de superación y templanza. De hombres y mujeres solidarias. Ejemplo de tenacidad y optimismo. Un país de grandes sacrificios. Una cepa de luchadores y valientes.
El terremoto más mortífero de los últimos años en la región los ha puesto a prueba. Y todos han sacado toda la casta. En las zona cero de Manta, Pedernales, Portoviejo, tres de las áreas devastadas por el terremoto, el panorama invita a llorar desconsolados. Por donde se mira hay dolor y destrucción. Pero allí permanecen en pie grupos de búsqueda y rescate cumpliendo con el deber de un trabajo que se torna largo, extenuante y demoledor, a temperaturas caniculares, tragando polvo y respirando el dolor ajeno. Son héroes de carne y hueso.
La tragedia no ha enterrado a los guayaquileños ni a los manabitas ni a ningún ecuatoriano. Todos “viven”. Unos buscando a sus desaparecidos entre escombros; otros enterrando sus muertos. La mayoría ayudando a las víctimas, socorriendo, alentando, sembrando esperanza. Historias de amor y dolor que consuelan los corazones y levantan los ánimos.
Desde el despertar a la tragedia, se empezaron a reportar largas filas de personas que esperaban por horas para ayudar: gente que pidió permiso en el trabajo, madres, jóvenes que faltaron a sus clases, otros que fueron una vez terminada su jornada y gente que por casualidad o destino pasaba por ahí y se topaba con la muerte, y se contagiaba del espíritu de solidaridad que desbordó cualquier expectativa.
Llegan en carro propio o con amigos, en taxis o en autobuses, cargando agua, cobijas, sábanas, colchones o medicinas… cargando vida.
“Ayer faltó espacio para todos los voluntarios que se unieron para el empaque y las donaciones”, dijo a la agencia de noticias Efe César Mantilla, secretario de Inclusión Social de Quito. “No ha importado raza, etnia, género, edades, nada, la gente se ha puesto la camiseta de la solidaridad”, comentó.
La solidaridad tiene rostro y nombre propio. Como el de José Montesdeoca. Cómo no rendirse ante el gesto de este trabajador de Quito que se gana la vida vendiendo café y empanadas, y que donó sus ganancias en el trabajo para ayudar a los damnificados. Fue a dar “unas cositas… de corazón…”. “Un granito de arena”, dice, sin saber que lo dio todo. ¡Todo!
En Ecuador se nace y se vive con esa fibra de sensibilidad. Nadie se rinde ante la desgracia. A través de sus redes sociales, Misiones Salesianas compartió varios mensajes de esperanza y solidaridad escritos por niños.
Cadenas para ayudar, cadenas para orar
Mientras se trenzan verdaderas cadenas humanas para cargar y descargar ayuda… hileras de personas que pasan de mano en mano los productos de abastecimiento o sirven de guías entre los escombros en busca de “milagros”, varias cadenas de oración por las víctimas y familiares circulan de boca en boca, de calle en calle, de comunidad en comunidad. O de red en red. Los ecuatorianos acudieron a internet para pedir oraciones en todos los idiomas por los afectados en su pueblo. Y la web abrazó Ecuador.
El diario El Comercio compartió en su cuenta de Facebook algunas fotografías de “aliento, de fe, de lucha” junto al hashtag #EcuadorEsSolidaridad para resaltar la fraternidad del pueblo ecuatoriano. Entre estas se encuentra este perro que parece rezar junto a un efectivo policial del Centro Regional de Adiestramiento Canino de la Policía Nacional de Ecuador, previo a las labores para socorrer a los afectados.
La esperanza en Ecuador brota de la misma tierra que se tragó la vida. De allí salió Pablo Córdova, 48 horas después de estar enterrado bajo toneladas de escombros en Portoviejo.
“¡Me encontraron vivo!”… “¡Carajo, he vuelto a nacer!”, dijo a EFE el hombre que desde hace 20 años trabajaba los fines de semana como recepcionista del hotel El Gato, de Portoviejo, cuyos cinco pisos se desplomaron por el terremoto. Él y cinco huéspedes estaban en el lugar.
De esa misma tierra brotó don Segundo, otro hombre que duró 32 horas atrapado entre el techo colapsado de un mercado de Tarqui, Manta. Los bomberos de Quito escucharon voces en el lugar y comenzaron a trabajar arduamente hasta que vieron un rostro lleno de polvo, pero vivo y casi sin rasguños.
Antes, durante las primeras horas después del terremoto dos mujeres fueron rescatadas por su sobrino y su hermano en medio de la oscuridad, cuando aún no llegaban los rescatistas a Pedernales. Rossy, ‘Paquita’ y ‘Tato’ habían quedado atrapados en un auto sobre el que se desplomó un hotel de seis pisos. Hoy pueden contar la historia.
La música ecuatoriana se sumó a las iniciativas de apoyo para las familias damnificadas en la costa ecuatoriana. La campaña ‘Ecuador, aquí estoy’, encabezada por el artista Juan Fernando Velasco, lanzó una primera fase del proyecto con la grabación de la canción Yo nací aquí, con más de 50 músicos participantes.
Los ecuatorianos son optimistas.
Por eso el alcalde de Pedernales, Gabriel Alcívar, más allá de agradecer la ayuda recibida por la población invitó a sus habitantes a liderar ellos mismos la reconstrucción de la ciudad y a trabajar unido para salir adelante.
“Necesitamos trabajar, necesitamos motivación. Vamos juntos, vamos unidos, vamos a dinamizar la economía”, declaró Alcívar en una entrevista con Efe.
La muerte no mató a Ecuador. Muchos perdieron todo, pero ninguno perdió su esencia. Ni la fe, ni el tesón, ni la solidaridad. Todos tienen esperanza… hasta en la hora del adiós inesperado.
¡Son ecuatorianos!
| MÁS: 8 historias de heroísmo y solidaridad en Ecuador | Mujer sepultada bajo los escombros cuenta su dramática historia de rescate |