Esta historia hace parte de una recopilación de testimonios de vida y ayuda en medio de la tragedia en Ecuador. Lee las demás historias de solidaridad y heroísmo en Ecuador tras el terremoto en este link. Cada día publicaremos una historia nueva.
(CNN Español) – En Ecuador, en medio de la peor tragedia en más de seis décadas, una de las muestras de solidaridad —entre las muchas y abrumadoras que se registran con los casos exitosos de rescate– ha sido también con los fallecidos. Parece una paradoja, pero es una ayuda necesaria: no solo a los que perdieron todo, sino también a los que perdieron la vida.
Desde el terremoto del 16 de abril, la cifra de víctimas ha ido aumentando mediante se realizaban las labores de remoción de escombros y se agotaban los tiempos para encontrar sobrevivientes. Según reportes de la Secretaría de Gestión de Riesgos, son más de 650 los muertos en todo el país. Y los familiares de las víctimas, que de un momento los vieron morir, también vieron perder muchas de sus pertenencias y recursos, los recursos necesarios para la sepultura de sus muertos.
Por eso algunos voluntarios en distintas partes del país reunieron esfuerzos no solo para recolectar y entregar suministros para los sobrevivientes, sino también para construir féretros para quienes fallecieron.
¿Cómo actúa una población para despedir a sus seres queridos durante un momento de emergencia? Estas son tres historias de solidaridad.
Un movimiento
En Pedernales, la población más afectada por el sismo, la urgencia de ataúdes se hizo evidente ante el creciente número de víctimas. Ante el pedido del alcalde Gabriel Alcívar, funerarias del país se organizaron para el envío de los féretros. El gremio de funerarias de Guayaquil se unió para donar un cofre por funeraria para el envío a los lugares afectados.
También desde Cuenca y Loja han enviado donaciones de funerarias, ha reportado la agencia oficial Andes.
En el cantón Samborondón, Guayas, el Escribe Arquitectura consolidó todo un gran movimiento a partir de la sencilla iniciativa de ayuda. “Decidimos hacer ataúdes, más que nada por el respeto, para que tengan una sepultura digna”, dijo Piscilla Granizo a Abel Alvarado de CNN. Como Granizo, otros estudiantes de Arquitectura se sumaron a una idea que fue creciendo hasta en convertirse en un foco de solidaridad en una zona a cientos de kilómetros de los lugares afectados. “La verdad es que la gente ha tenido mucho amor desinteresado”, dice la joven.
A través de redes sociales hicieron una convocatoria y rápidamente jóvenes de toda la comunidad se acercaron, muchos sin experiencia en carpintería pero con plena disposición. Pronto eran familias enteras las que empezaron a contribuir. Incluso una víctima, Roberto Zúñiga, quien perdió a su pareja en Portoviejo, decidió ir a Samborondón a construir ataúdes: Después de todo, no es la primera vez que trabaja como voluntario en desastres naturales: “Lo hice en Japón, lo hice en Chile y ahora lo hago en mi Ecuador”.
En solo dos días de trabajo tenían más de 400 voluntarios y habían construido más de 200 ataúdes.
El movimiento creció tanto que debieron cambiarse de instalaciones y han ampliado sus labores: “Estamos haciendo cajas de alimentos, mesas, bancos para armar comedores, camas, camas bases. Todo esto, siempre tratando de evolucionar para no apagar la iniciativa hasta llegar a un punto de convertir esto en refugios temporales”, dice Granizo.
Solidaridad como parte de la rehabilitación
El movimiento de solidaridad también se ve en aquellos que no están en libertad. Internos del Centro de Rehabilitación Social Regional Cotopaxi también fabrican ataúdes para donación en el taller de carpintería de la etapa de mínima seguridad.
“Nos llena de regocijo saber que podremos contribuir con un granito de arena para la grave situación que afronta el país”, dijo Alfonso R., según registra un comunicado del Ministerio de Justicia de Ecuador.
Usan madera también donada para fabricar cerca de 10 ataúdes por día que son enviados a las zonas afectadas de Manabí, Esmeraldas y Guayas. “La fuerza de voluntad será la principal herramienta para realizar estos trabajos humanitarios”, asegura el recluso Gabriel T.
Ayuda católica desde un país vecino
Pero también viene ayuda del extranjero. El sacerdote católico colombiano Hevert Alfonso Lizcano, párroco en Cuenca, es otro de los que han liderado iniciativas para la donación y entrega de ataúdes en poblaciones de Ecuador. En conversación con Caracol Radio, el cura dijo que todo empezó cuando, dos días después del sismo, una señora de avanzada edad le regaló cinco y le encomendó entregarlos personalmente. La mujer lo inspiró de conseguir más para el entierro cristiano para las víctimas. “Estamos hablando de enterrar a los difuntos, que es una obra de misericordia”.
Desde entonces inició una campaña con sus conocidos y amigos en Colombia recaudando dinero para comprar y entregar los féretros. “Alcanzamos a comprar 46 ataúdes”, dijo Lizcano a Caracol. Tras recibirlos, Lizcano los bendijo: “Si a ti te llega a caer un terremoto y si eres católico, que al menos haya un sacerdote bendiciendo el ataúd donde vas a reposar”, dijo. En Ecuador, el 80% de la población es católica, según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
Él mismo se encargó de llevarlos y entregarlos a las autoridades en Portoviejo, a nueve horas de camino.
Como Lizcano, los estudiantes de arquitectura y los internos de Cotopaxi hay cientos otros de voluntarios anónimos en Ecuador que están allí para recordarnos que los muertos también necesitan héroes: los necesitan para su despedida.
Con información de Abel Alvarado