Nota del editor: Omar Vidal es el director general del World Wildlife Fund (WWF) en México. Ha trabajado durante más de tres décadas junto a la ONU, universidades y ONG’s en la conservación de los recursos naturales y el desarrollo sustentable en México, las Américas, África, Europa y Asia. Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor.
(CNN) – En abril del año pasado, en el remoto pueblo pesquero mexicano de San Felipe, Baja California, a poco menos de 200 kilómetros al sur de la frontera con los Estados Unidos, el presidente Enrique Peña Nieto puso en marcha un ambicioso esfuerzo nacional para mejorar el bienestar de las comunidades pesqueras del Alto Golfo de California y salvar a la vaquita, una marsopa en peligro de extinción.
El Alto Golfo es el único lugar del mundo donde se encuentra esta pequeña marsopa. La vaquita fue descubierta en 1958, después de que los biólogos estadounidenses Ken Norris y William McFarland encontraron tres cráneos en la playa a unos pocos kilómetros de donde el presidente anunció su plan. Con una longitud máxima de un metro y medio, la vaquita es la más pequeña de las especies de marsopas, delfines y ballenas del mundo. Y está a punto de desaparecer para siempre.
Estuve con el presidente en San Felipe hace un año. Concluí mi discurso ese día compartiendo la convicción de que esta era la última oportunidad de salvar a esta marsopa mexicana. He dedicado la mitad de mi vida al estudio y conservación de la vaquita y para ello he colaborado con seis diferentes presidentes mexicanos.
Apenas un año después, la vaquita está aún más cerca de extinguirse. El viernes, el Comité Internacional para la Recuperación de la Vaquita (CIRVA) dio a conocer las estimaciones más recientes de la población de esta marsopa, como resultado de intensos censos entre septiembre y diciembre de 2015 por un equipo internacional de científicos apoyados por el gobierno mexicano. De acuerdo con CIRVA solo quedan alrededor de 60 vaquitas.
Estas son noticias devastadoras. La última estimación de la población en 2014 fue de 97 vaquitas, lo que significa que tan solo durante el último año se perdió el 40% de la especie.
El pez que podría salvar a la vaquita
Entonces, ¿qué salió mal?
Un año después del anuncio del presidente se ha logrado poco y se ha desperdiciado todo un año en esta carrera final para salvar a la vaquita.
Aproximadamente una de cada cinco vaquitas se ahoga en redes de pesca cada año.
Las vaquitas mueren en las redes de enmalle, un tipo generalizado de arte de pesca no selectivo que ha reducido seriamente a varias especies de importancia para la economía local, incluyendo a las totoabas, tiburones, manta rayas, curvinas y otros peces. Acompañado por los jefes del ejército, marina, medio ambiente, pesca y desarrollo social, el presidente anunció la prohibición por dos años del uso de todas las redes de enmalle (que incidentalmente atrapan y ahogan a las vaquitas) como parte de un esfuerzo sin precedentes con el fin de salvar una especie a menudo llamada el “panda mexicano” o el “panda marino”.
Apoyado por un plan de compensación de $70 millones de dólares para las comunidades pesqueras afectadas, el plan también incluía impulsar el uso de artes de pesca que no atrapan vaquitas (pequeñas redes de arrastre para capturar camarones y trampas para peces), con el fin de que los pescadores y sus familias pudieran ganarse el sustento de manera más sostenible.
El problema es que el compromiso del presidente Peña Nieto para acabar con la pesca ilegal de la totoaba, un pez de gran tamaño que habita solamente en el Golfo de California y que está en las listas de especies en peligro de extinción de México, Estados Unidos y de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies en Peligro (CITES), no se materializó. Nadie pesca vaquitas directamente, pero las vaquitas se enredan y mueren en las redes de enmalle para capturar a la totoaba, otros peces y camarones. Los pescadores pescan la totoaba por su vejiga natatoria, apreciada en las culturas asiáticas para hacer sopa.
Hice hincapié al presidente Peña Nieto que si la pesca de la totoaba no se detiene, el destino de la vaquita quedaría sellado por esta pesquería.
La pesca de la totoaba no solo continuó sino que aumentó salvajemente este año. El decomiso regular de redes para capturar totoabas, el número de personas encarceladas por pescar ilegalmente y el número de totoabas y vaquitas muertas encontradas por las autoridades federales y organizaciones ambientalistas son pruebas fehacientes. Y todo esto ocurrió a pesar de las decenas de infantes de marina, barcos, helicópteros, redadas en tierra y mar, e incluso de aeronaves no tripuladas que han patrullado la región.
Para empeorar las cosas aún más, también fracasaron los esfuerzos por ampliar el uso de técnicas de pesca que no atrapan vaquitas.
Las autoridades pesqueras no cumplieron con lo que el presidente les exigió. Varios de los pescadores seleccionados para recibir una compensación económica por dejar de usar redes de enmalle presuntamente continuaron pescando la totoaba, y la mayoría de los pescadores seleccionados para utilizar redes que no atrapan vaquitas no sabían cómo usarlas o no estaban comprometidos a pescar con dichas redes.
Desafortunadamente, estas fallas no son ninguna sorpresa. Durante muchos años he sido testigo de cómo los organismos de pesca han minado los esfuerzos de las autoridades ambientales para salvar a la vaquita.
Salvar a la vaquita frente a la demanda de vejigas natatorias de totoaba, un costoso manjar de la cocina tradicional china, es un reto.
Los contrabandistas pagan miles de dólares por kilogramo de estas vejigas a lo largo de las aisladas playas del Alto Golfo, que luego introducen ilegalmente por la frontera de Estados Unidos y son después enviadas para alimentar el apetito insaciable de China por este “exótico” alimento.
Pero, a fin de cuentas, sigue siendo responsabilidad de México detener esta pesca ilegal en su territorio para salvar a la más amenazada de las especies de mamíferos marinos.
Lo que México debe mejorar
Y es precisamente México y su excepcional entorno marino, el que cargará con las consecuencias más devastadoras de la extinción de la vaquita.
La atención que esta marsopa ha recibido la ha convertido en algo así como el “guardián” de la salud ambiental del Alto Golfo; lo que ha beneficiado indirectamente a otras especies en peligro.
Una vez que la vaquita desaparezca, es muy probable que la protección ambiental también se esfume; la restante vida marina- incluyendo a la totoaba, camarones, curvinas, tiburones y tortugas marinas - seguirán el mismo trágico camino.
Al final, los pescadores locales y sus familias se encontrarán en una situación aún más desesperada. Hoy, esencialmente todas las pesquerías en esta remota región están sobreexplotadas y todavía no se han desarrollado alternativas económicas sostenibles.
Esta situación es particularmente dramática en El Golfo de Santa Clara, una de las dos comunidades, cuyos cuatro mil habitantes dependen casi exclusivamente de la pesca y, en cierta medida, del turismo incipiente. Si el ecosistema colapsa, los costos serán mucho más que solo ambientales.
Seamos claros. Como está la situación, la vaquita solo puede salvarse si el gobierno mexicano prohíbe de inmediato e indefinidamente todo tipo de pesca en el hábitat de la vaquita. Todo lo demás es solo ilusión.
Los pescadores afectados por cualquier veda deben ser compensados y se deben continuar los esfuerzos para ampliar el uso de las artes que no atrapan vaquitas – que ya existen y han sido probadas con éxito - y desarrollar mejores métodos de pesca a fin de garantizar que los pescadores y sus familias puedan contar con medios de vida más sostenibles.
Una vez que la vaquita esté en camino hacia la recuperación y los métodos de pesca que no las atrapan puedan ser plenamente adoptados y su cumplimiento sea verificado, se deberá abrir de nuevo la pesca pero únicamente usando artes de pesca que no atrapan vaquitas.
A pesar de todos los esfuerzos y millones de dólares invertidos, en unos pocos meses, la vaquita que durante miles de años vivió en esta área remota se habrá perdido para siempre a menos que se tomen medidas urgentes. Presidente Peña Nieto, se le acabó el tiempo a la vaquita. Su supervivencia depende de usted.
Omar Vidal es el director general del World Wildlife Fund (WWF) en México. Ha trabajado durante más de tres décadas junto a la ONU, universidades y ONG’s en la conservación de los recursos naturales y el desarrollo sustentable en México, las Américas, África, Europa y Asia. Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor.