Agentes realizan investigaciones en la parte trasera del bar Pulse, por donde muchos clientes escaparon.

Nota del editor: Peter Bergen es analista de seguridad nacional de CNN, vicepresidente de New America Foundation y profesor de práctica de la Universidad Estatal de Arizona. Él es el autor de “Manhunt: The Ten-Year Search for bin Laden - From 09/11 to Abbottabad”.

(CNN) – Los asesinatos en Orlando este fin de semana encajan en un patrón siniestro: cada ataque terrorista letal en Estados Unidos durante la década y media pasada ha sido realizado por ciudadanos estadounidenses o residentes legales permanentes, operando ya sea como lobos solitarios o en pareja, quienes no han tenido una conexión formal o entrenamiento con organizaciones terroristas como al Qaeda o ISIS.

Debido a que el 11-S fue realizado por 19 terroristas árabes extranjeros, muchos estadounidenses podrían creer que los ataques terroristas son realizados solo por extranjeros, en vez de ciudadanos estadounidenses.

Pero Omar Mateen, quien el domingo llevó a cabo el peor ataque terrorista en Estados Unidos desde el 11-S, era un estadounidense que nació en Nueva York, de padres que emigraron a Estados Unidos desde Afganistán.

De hecho, desde el 11-S, un complot que fue dirigido por al Qaeda desde Afganistán en involucró a extranjeros, la real amenaza terrorista en Estados Unidos ha venido de ciudadanos estadounidenses o residentes permanentes como los hermanos Tsarnaev, que llevaron a cabo los ataques con bomba en la maratón de Boston en 2013; y Nidal Hasan, un mayor del Ejército que mató a 13 personas en Fort Hood, Texas, cuatro años antes.

En otros sentidos, Mateen también es el típico yihadista en Estados Unidos. Él había estado en el radar del FBI como un posible militante, al igual que Tamerlan Tsarnaev, que fue investigado por el buró debido a que el gobierno ruso dijo en 2011 que él podría ser un militante.

De forma similar, Nidal Hasan estuvo bajo la atención del FBI un año antes de realizar la masacre en Fort Hood porque tenía comunicación frecuente vía correo electrónico con un clérigo militante en Yemen.

Mateen fue investigado por el FBI en 2013 por comentarios ofensivos que hizo a colegas y un año después por sus conexiones con Moner Abu Salha, un recluta de al Qaeda que creció en Vero Beach, Florida, y que murió en un ataque suicida en Siria en 2014 realizado en nombre del Frente al Nusra, la filial de al Qaeda en Siria.

Pero al final, el FBI no presentó cargos contra Mateen, Tsarnaev o Hasan.

Aunque, de acuerdo con funcionarios estadounidenses, Mateen juró lealtad a ISIS durante una llamada al 911 poco después de iniciar el ataque al club nocturno de Orlando, ninguna evidencia ha surgido sobre que haya recibido entrenamiento de ISIS en Siria, a diferencia de los terroristas que mataron a 130 personas en París en noviembre, y a 32 personas en Bruselas en marzo.

Basado en lo que sabemos, Mateen parece ser igual que otros yihadistas estadounidenses desde el 11-S. Se han investigado más de 300 casos de terrorismo yihadista en EE.UU. desde los ataques del 2001 al Centro Mundial de Comercio y al Pentágono. Los perpetradores no son los típicos fanáticos jóvenes de la imaginación popular. Los individuos en esos casos tienen en promedio 28 años de edad y una tercera parte eran casados. Mateen tenía 29 años cuando realizó el ataque y estaba casado por segunda vez.

La amenaza del terrorismo doméstico representa un enredoso problema para las autoridades de seguridad de Estados Unidos, y los lobos solitarios no se están comunicando por correo electrónico o por teléfono con organizaciones terroristas en el extranjero, un tipo de comunicación que no puede ser interceptada por la comunidad de inteligencia. Tampoco se habían reunido con co-conspiradores del tipo que pueden ser monitoreados por el FBI.

El FBI dice que ha abierto más de 900 investigaciones de presuntos militantes en los 50 estados. Complicando la dificultad de detectar a un asesino como Mateen está el hecho de que trabajaba para una firma de seguridad global y era un oficial de seguridad con licencia en Florida, lo que lo hizo, al igual que al mayor Hasan, menos sospechoso para las autoridades.

El ataque en Orlando nos recuerda que a pesar de todas esas investigaciones del FBI, a veces los terroristas estadounidenses tendrán éxito en realizar un ataque.