La decadencia de la economía venezolana ha puesto en terapia intensiva a decenas de hospitales y clínicas en todo el país. Según Douglas León, presidente de la Federación Médica Venezolana (FMV), los centros médicos trabajan con solo 5% de los materiales médicos necesarios. Según la Federación Farmacéutica Venezolana (FEFARVEN), la escasez de medicamentos sobrepasa ya el 80% y por si esto fuera poco, unos 13.000 médicos, más del 20% de los que tiene esa nación, han emigrado en los últimos años cuatro años por la crisis del sector y los bajos salarios que devengan, advierte la FMV.
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Uno de los recintos mayormente afectados es el hospital infantil Dr. J.M. de los Ríos en Caracas, el más grande e importante de Venezuela en especialidades pediátricas. El 6 de junio, el cuerpo médico le dijo a CNN que la institución ya se parece en nada a lo que algún día llegó a ser. Antes podían practicar 400 operaciones mensuales. Hoy, aseguran que apenas llegan a 20. Agregan que los pacientes neonatales han enfrentado problemas estomacales porque han tenido que “reemplazar el biberón de leche maternizada, por uno de plátano y verduras”. Dicen también que tienen problemas de filtración de agua y que desde hace meses carecen de los medicamentos básicos para tratar enfermedades comunes y más aún, de fármacos complejos para atender a pacientes de cáncer.
CNN no pudo confirmar estos señalamientos de manera independiente. Por ello, nos trasladamos hasta el hospital y pedimos permiso a las autoridades para visitar las instalaciones. La respuesta inicial fue: no. Más tarde, autorizaron el ingreso ante la presión de al menos 30 médicos y enfermeras, pacientes y padres, que apostados a las afueras del centro médico, gritaban con fuerza “que los dejen entrar, que los dejen entrar”. Una montaña de reporteros abarrotó la entrada principal en algo que se sintió como una pequeña victoria periodística.
La alegría duró poco. Al ingresar al hospital fuimos informados de que solo podríamos acceder a una sala de conferencia a escuchar una declaración del director del departamento de Salud del Distrito Capital, Earle Siso. Algunos miembros de seguridad protegían las puertas de los ascensores y de las escaleras para evitar que algún reportero se aventurara a visitar el área de hospitalización.
Siso aseguró que el gobierno del presidente Nicolás Maduro trabajaba para encontrar una solución a la crisis. Negó que el hospital J.M. de los Ríos tuviese problemas en la nutrición de sus pacientes, aunque reconoció la escasez de insumos médicos. Dijo también que Venezuela no tiene suficientes anestesiólogos, lo que provoca retraso en las cirugías. CNN intentó indagar sobre el tema, pero de inmediato nos dijeron que no se aceptaban preguntas.
Los médicos y enfermeras presentes reaccionaron con una ola de repudio, cuestionando que de las nueve salas de operación, solo dos estuviesen funcionando; que los baños están dañados y que el equipo quirúrgico está roto. Se quejaron también de tener que traer jabón de sus casas para poder lavarse las manos antes de iniciar una cirugía y lamentaron no contar con el rigor médico para protegerse de virus y bacterias. Mientras Siso trataba de responder, un apagón… otro gran problema que enfrenta el hospital.
“Ya no quiero dar más malas noticias”
Mientras hablaba con CNN, sus manos temblaban y la voz se le quebraba. Al preguntarle por qué se sentía nerviosa, nos dijo: “No me atrevo a dar otra mala noticia a los padres. Me tortura la idea de pensar que otro niño pueda morir por falta de medicamentos en el hospital o simplemente porque no hay camas para atenderlo”.
CNN no puede confirmar esta acusación de manera independiente. Para comenzar, no se nos permitió la entrada al área neonatal y desde 2012, el Ministerio de Salud no publica los anuarios de mortalidad. La única información disponible es un reporte de la Asamblea Nacional venezolana, de mayoría opositora, presentado en enero de este año, que revela que el índice de muertes de bebés de menos de un mes de nacidos se ha incrementado más de 100 veces en los centros de salud dirigidos por el Ministerio Público, de 0,02% en 2012 a un poco más de 2% en 2015.
“Cuando sea grande quiero ser presidente, como el comandante Chávez”
Jesús Alejandro Pérez tiene 11 años y sufre de hidrocefalia. El problema se complicó y ahora lucha contra el cáncer.
Afectado por la enfermedad, arrastra uno de sus pies. Su cuerpo tiembla mientras trata de cruzar los pasillos del hospital J.M. de los Ríos. Afortunadamente, ayuda no le falta; enfermeros, doctores y pacientes lo toman de la mano para ayudarlo a llegar a su destino. “Es popular en el hospital, lo ven como un pequeño líder”, dice su madre Sandra Amaya.
En medio de la algarabía de la prensa, Pérez subió las escaleras y llegó hasta la cámara de CNN. Jalando a nuestro camarógrafo de la chaqueta, dijo “quiero hablar en nombre de todos los niños del hospital J.M. de los Ríos”. Como si se tratara de todo un profesional, se arregla su camisa y mira a la cámara. No estábamos preparados para el mensaje que traía.
“Gracias a Dios que me ha dado suficiente vida para hablar con ustedes… para decirles que necesitamos Neupogen. Muchos niños necesitan Neupogen y yo también lo necesito”, dice Pérez. Neupogen es un medicamento que actúa como modificador biológico y es utilizado para preparar a los pacientes que deben someterse a quimioterapia. Ayuda a evitar infecciones y fiebres. El medicamento es casi inexistente en Venezuela. “A [Nicolás] Maduro quiero decirle que haga todo lo posible como [Hugo] Chávez… que luchó por nosotros, teníamos todas las cosas”, agrega Pérez.
Su familia es muy pobre. Cada 21 días hacen un viaje de siete horas desde Sabaneta, Barinas –lugar de nacimiento del fallecido presidente Hugo Chávez– hasta Caracas para recibir tratamiento. Cada noche ruegan a Dios para conseguir un lugar donde quedarse porque no pueden pagar un hotel. A veces, tienen suerte y las iglesias les abren las puertas. En otras oportunidades, dice Amaya, han tenido que dormir en la calle.
Pérez dice sentirse muy orgulloso de su madre y nos cuenta que sueña con crecer para regresarle ese orgullo. “Cuando crezca quiero ser como mi presidente Hugo Chávez Frias y también ser un futbolista, pero no puedo caminar bien. Apenas puedo pararme”, dice.
Las palabras de Pérez llenaron de nostalgia a nuestro equipo de producción. Pérez se acercó a nosotros y dijo, “no lloren, tengan fe. Las medicinas van a llegar”.