(CNN) – Una nueva normalidad envuelve a Europa.
Los ataques en Bélgica, Francia y Alemania amplifican la ansiedad sobre el Brexit.
La tela de la cohesión que ofrecía paz, prosperidad y seguridad, tejida pacientemente durante décadas de repente parece a punto de romperse.
Una vez, el Día-D, los aliados desembarcaron en las playas de Normandía para rescatar Europa de las garras del sombrío nazismo. Hoy nuevas amenazas se ciernen: el radicalismo y el nacionalismo rampante.
La espantosa ejecución de un sacerdote en una iglesia de Normandía, al norte de Francia, ciñó más aún una cuerda ya demasiado apretada.
Se ha ido acortando desde hace un tiempo: Charlie Hebdo, los ataques del 13 de noviembre en París, los del aeropuerto y metro de Bruselas, y Niza, Francia.
El día antes del asesinato del sacerdote francés, un festival de rock en Alemania fue el blanco de un atacante suicida que había jurado lealtad a ISIS. Solo el atacante murió. Podría haber sido mucho peor. Tuvimos suerte, eso es todo.
La realidad de las luchas de seguridad en Europa
Después de que el IRA estuvo a punto de matar a la primera ministra británica Margaret Thatcher en una explosión en el hotel donde estaba durmiendo en Brighton en 1986, hubo reportes que decían: “solo tenemos que tener suerte una vez, usted tiene que tener suerte todo el tiempo”.
Hoy en día, los servicios de seguridad de Europa, especialmente en el norte, están luchando precisamente contra esa misma amenaza.
No importa la cantidad de ataques que frustren, llegan otros. El poder del hombre está por debajo de lo que se requiere. Poner a una persona bajo vigilancia las 24 horas consume recursos: 20 profesionales capacitados para vigilar a solo un sospechoso.
En toda Europa varios miles de hombres y mujeres jóvenes han viajado a Iraq y Siria para unirse a ISIS.
Las lecciones aprendidas allí desde las últimas dos décadas de campamentos terroristas en Afganistán y Pakistán son la base de la formación de un luchador de ISIS. Las alianzas establecidas entre los yihadistas se convierten en redes internacionales fiables cuando regresan a casa.
Ya se trate de Reino Unido, Bélgica, Francia, Alemania, Dinamarca, por nombrar solo unos pocos, son todos objeto de la nueva amenaza yihadista.
Una tarea que se hizo mucho más difícil por los extremistas islámicos que nunca se mueven y en silencio y aspiran a la ideología nihilista del grupo terrorista. Estos lobos solitarios son a menudo mucho más difíciles de encontrar y, por tanto, de controlar.
En ninguna parte de Europa, quizás con la excepción de Reino Unido con el IRA y, posiblemente, España con ETA (un grupo separatista vasco), enfrentó una amenaza de esta escala desde el desembarco de Normandía.
El problema va más allá de la seguridad. Ha entrado en la política, lo que complica la respuesta.
La inmigración en la Unión Europea, en entredicho
¿Quién recuerda qué fue primero: la bomba o el inmigrante? Apenas importa, los temores a ambos y la promesa de más nublan incluso las mentes más claras.
Con la oferta de viviendas para los refugiados sirios, la canciller Angela Merkel fue alabada por su certeza moral para después ser criticada por abrir las puertas de Alemania a problemas. La semana pasada, el miedo se materializó en forma de ataques al azar en el país. No fueron tan mortales como en Francia, pero igual de políticamente corrosivos.
Los nacionalistas desde Escandinavia a Sicilia ven cada evento trágico como un paso en su propio ascenso a la respetabilidad, la validación de su alarmismo: que los inmigrantes y los extranjeros son malos.
Estos políticos de extrema derecha instan a la represión. No tenemos que volver mucho antes de Normandía para saber lo que parece.
La lucha para hacer frente a la amenaza es más lenta de lo que cabría imaginar.
Merkel y su homólogo francés, François Hollande, tienen diferentes puntos de vista sobre Europa.
No ven a los ojos de los migrantes y refugiados -y sin embargo deberían- para hacer frente a la creciente amenaza de ISIS y encontrar puntos en común más allá de la seguridad. La cooperación contra el terrorismo puede ser un comienzo, pero no es un fin en sí mismo.
Un enfoque coordinado debe tomar forma o se arriesgan a dividir a Europa.
La solución está más allá de las fronteras
Y ahí radica el problema. Encontrar una manera de que estos países de la UE aborden de manera sostenible una amenaza mutua. Una amenaza que no ve fronteras internacionales, no hay diferencia entre París y Bruselas, Copenhague y Berlín.
El nacionalismo y el aislacionismo no son la respuesta. Ese camino conduce a la división y ciclos de destrucción. Hemos viajado por ese camino antes.
Como ISIS pierde terreno en Medio Oriente, están subiendo su retórica para llegar a “soldados” con los mismos equivocados ideales en el extranjero. El sacrificio del sacerdote católico en su lugar de culto es evidencia de esto: la esperanza de encender una reacción cristiana, y así desencadenar una guerra de religiones en suelo europeo. Y así debemos mantener nuestro odio.
Lee: El objetivo de ISIS al atacar una iglesia católica
En palabras de Michelle Obama, al hablar de la política de Estados Unidos “si ellos reducen su juego, tenemos que elevar el nuestro”. Esto lleva a un pensamiento colaborativo.
A medida que abordamos los síntomas debemos entender la causa. El problema trasciende nuestras fronteras y, por lo tanto, también la solución.
En un momento de debilidad, Europa se enfrenta a sus mayores amenazas en una generación. Solo en unidad estamos a la altura del desafío.