Amatrice, Italia (CNN) - El sol del verano cae brillantemente sobre las calles de la pintoresca localidad de la montaña italiana, pero las personas que caminan en ellas no están de vacaciones. Amatrice se ha convertido en un mausoleo.
El pueblo - el hogar de la aclamada salsa amatriciana - debería haber estado llena de amantes de la pasta este fin de semana cuando se desarrollaría el festival anual de esa peculiar pasta.
Pero en cambio, sus habitantes van y vienen por sus calles, desorientados, confundidos y desaliñados.
Al menos 290 personas han muerto en la región - las autoridades dicen 230 personas murieron en esta localidad rural - por el terremoto de magnitud 6,2 grados que sacudió la zona central de Italia, la madrugada del miércoles.
Muchos más siguen desaparecidos.
La Agencia de Protección Civil de Italia estima que 2.500 personas están damnificadas por el sismo.
La casa del constructor Roberto Partenza fue aplastada por el desastre.
Describió que despertó por “un gran sonido”.
“Todo estaba temblando”, dijo. “Abracé a mi esposa porque pensé que iba a ser el último momento de mi vida”, confesó Partenza.
Tuvo suerte, de entre los escombros sacó a sus hijos y algunas pertenencias, y pudieron irse a un lugar seguro.
Otros no fueron tan afortunados.
Ha sido una carrera contra el tiempo para el personal de emergencia. La ubicación aislada del poblado significó que las primeras personas que buscaran sobrevivientes de entre los escombros fueran ciudadanos como Partenza.
Él y muchos otros comenzaron a excavar con las primera herramientas que hallaron.
“Al principio empezamos a cavar con las manos”, dijo. “Podíamos oír a la gente pidiendo ayuda”, agregó.
“Después de un tiempo, los primeros equipos de rescate comenzaron a llegar a la zona”.
Por ahora, existe una única ruta para llegar al que era el encantador pueblo de Amatrice, un camino sinuoso usado por vehículos de emergencia que pasan a toda velocidad en los estrechos carriles flanqueados por acantilados.
Muchas carreteras están acordonadas y los puentes peligrosamente inestables y la caída de rocas hace más difícil el viaje.
En la iglesia de Amatrice, los monjes franciscanos se sientan acurrucados juntos frente al sol del verano demasiado agotados para mantener un rostro de calma y entereza.
Alrededor de 6.600 equipos de rescate están trabajando en la región, de acuerdo con las autoridades, pero saben que el tiempo está en su contra. Con cada hora que pasa, la probabilidad de encontrar sobrevivientes disminuye.
“Esta pueblo se convertirá en un pueblo museo, para que la gente vea lo que pasó en le terremoto”, considera Arturo Filippi, un voluntario de los equipos de emergencia con 16 años de experiencia.
La tierra continúa temblando tres días después. Y con réplicas, viene el miedo implacable para los residentes.
“El futuro se terminó. Se acabó. El futuro se terminó”, sostiene Marissa Di Tommaso, de 58 años, una residente que solía trabajar en una de las escuelas locales.
“Mi hijo tenía dos empresas aquí … Todo está destruido”, cuenta mientras las lágrimas corren por sus mejillas.
“¿Qué hacemos?”, se pregunta. “Quería quedarme aquí, pero si todo mundo se va… No sabemos”, agregó Di Tommaso.